POR PEPE MONTESERÍN CORRALES, CRONISTA OFICIAL DE PRAVIA (ASTURIAS)
No pierdo de vista Oviedo; salgo, conozco cosas y vuelvo enriquecido de gracias y virtudes. El sábado, después de bañarme temprano en Rodiles, regresé por Peón y la AS-331, hacia Candanal y el Alto la Fumarea; caminé al Pico Fario, techo de Siero, lleno de antenas, seguí en dirección noreste, Picos de Europa y cordillera Cantábrica a un lado y Gijón al otro, hacia la mancha boscosa que acoge la Mesa de los Cuatro Jueces, donde, para hablar de lindes.
Se reunían los alcaldes de Villaviciosa, Sariego, Siero y Gijón, concejos que también se juntan en estos parajes. De ahí, media vuelta, cuesta arriba hasta el Fario, la Loma de Siero y el Cerro Gavio, hora de gozar la tortilla y el vino de bota ante la panorámica excepcional de mi ciudad y mi heroico barrio de Buenavista-El Cristo, más Cristo que Buenavista; luego, a la sombra de los pinos y en honor a Clarín, la siesta.