POR ANTONIO LUIS GALIANO, CRONISTA OFICIAL DE ORIHUELA

No hace mucho tiempo, tratábamos sobre los ataques que los animales perpetran a los humanos, y relacionábamos varios accidentes laborales acecidos con algunos de ellos en reservas, en las que se supone que están bien cuidados y acondicionados. Pues bien, hace poco, en los primeros días del mes de julio, volvía a aparecer en la prensa la muerte de una trabajadora en Terra Natura, en Benidorm, al seccionarle la yugular un tigre, mientras que limpiaba la jaula del animal. Hasta aquí el hecho. Y sin entrar en consideraciones de prudencia o imprudencia de la cuidadora, ni en los protocolos existentes en el zoo, lo que nos llama la atención es que públicamente, al menos yo lo desconozco, los colectivos defensores de los animales no hayan dado muestras de condolencia por la muerte de un ser humano. Lo mismo, claman al cielo porque se sedara al tigre para poder rescatar a la desdichada mujer o muestren quejas porque a continuación quedara el felino “confinado y aislado”.

Hace poco tiempo, en una ciudad castellano leonesa durante las fiestas se había instalado un circo y el anuncio quedaba muy claro: “sin animales”. Pero, el que los circos llevaran fieras y otros animales menos agresivos como caballos, perros futbolistas, o chimpancés, era algo consubstancial en los mismo, y daban la oportunidad de ver de cerca en carne y hueso a dichos animales, ante la imposibilidad de desplazarse a un parque zoológico, contentándose con admirarlos en algún programa televisivo o en alguna película. En mi niñez y adolescencia, salvo algún circo como el alemán que actuó en la Plaza de Toros con elefantes y otro americano con leones en la Plaza de la Trinidad, el cine era la única forma de apreciar la majestuosidad de un elefante o la fiereza de un tigre o un león, salvo que llegara un circo con su zoo. Lo más frecuente eran aquellos circos que se instalaban en la citada Plaza de la Trinidad, que tardaban varios días en montarlos, como el de Eduardini y sus enanos, y que a lo sumo llevaban una colección de perros bailarines, cuyo último número eran dos chuchos vestidos de flamenco bailando aquello de “ay Tani, que mi Tani”. Pero, no siempre iba todo bien, y a veces nos llegaban noticias por la radio o la prensa de algún accidente durante una actuación. Sin ir más lejos, entre aquellas películas en que un león escapa durante un espectáculo se encuentra “Zalacaín el aventurero”, basada en la novela de Pío Baroja, dirigida por Juan de Orduña, en 1955, y en la que la voz del narrador es la del propio novelista. En ella, la llegada de un circo a Urbía relaciona a un chico Martín Zalacaín con Linda hija del domador, y durante la actuación ante la pasividad del león, éste es fustigado por el domador, siendo atacado. El felino escapa, produciéndose el pánico entre los espectadores, ocasionando muchos heridos, entre ellos la madre del chico, que murió una semana después.

No es la primera vez que los espectadores sufren accidentes durante la actuación de números con animales en un circo. Recordamos como el 23 de enero de 1964, en el Palacio de Deportes de Madrid, mientras que el director del Gran Circo Franz Althoff se enfrentaba a una manada de quince elefantes, uno de estos empujó a “Artek”, paquidermo de 3.000 kilos, cayendo sobre los espectadores, ocasionando seis heridos, entre ellos gravemente a un niño. Este circo de tres pistas, se anunciaba con la presentación de 100 caballos, 20 elefantes, 350 animales y fieras y 200 artistas.

Pero, los que siempre se han llevado la peor parte han sido los domadores y cuidadores. De estos últimos, en los primeros días del mes de junio de 2006, una elefanta que formaba parte de un espectáculo contratado por el parque Terra Natura de Benidorm, amputó un brazo a un cuidador al intentar darle de comer dentro de la jaula de entrenamiento. Posteriormente, le fue implantado el brazo al desdichado trabajador en una clínica de Valencia. Siguiendo con elefantes y cuidadores, a finales del mes de febrero de 1993, en la localidad murciana de Pliego, otro trabajador sufrió un accidente mortal durante un desfile publicitario por las calles del Circo Berlín. El hecho tuvo por protagonista a un perro, que al paso de la comitiva comenzó a lanzar ladridos, lo que enfureció al elefante que atrapó con la trompa al cuidador y lo lanzó contra el muro de la Casa Cuartel de la Guardia Civil, pisándolo posteriormente. Sin embargo, los accidentes laborales sufridos por domadores, ya fueran elefantes, osos, leones, tigres, leopardos y panteras son numerosos. Tal vez, el domador que más accidentes tuvo en su vida profesional fue Ángel Cristo, al que tuve ocasión de verlo en todo su esplendor en Barcelona con su Circo Ruso de tres pistas. Accidentes de los que fueron testigos poblaciones como Bilbao, Valladolid, Valencia y Lérida, en la que tres leones y un tigre lo dejaron maltrecho. Pero, la osadía o tal vez la notoriedad llevó a algunos personajes del mundo de la comunicación a introducirse en una jaula con leones, como hizo en su momento el dramaturgo y crítico teatral Alfredo Marqueríe. Hazaña que años después, el 30 de diciembre de 1963, repitió el locutor de radio alicantino Manolo Jarabo entrevistando al domador Wili Bügler, del Circo Kron, como si estuvieran en un café, ante la presencia de cinco felinos de ambos sexos entre tres y siete años. Algo parecido, años después lo repitió Nieves Herrero con Ángel Cristo, en el programa de televisión “De tú a tú”.

Al final, por desgracia en los circos dejarán de presentarse animales, con lo cual los periodistas no podrán cometer la heroicidad de meterse en una jaula entre fieras. En las reservas y zoos estarán bien cuidados. Sin embargo, al más mínimo descuido seguirán atacando a los humanos.

Fuente: Diario LA VERDAD. Orihuela, 12 de agosto de 2016