POR JOSÉ MANUEL TROYANO VIEDMA. CRONISTA OFICIAL DE LAS VILLAS DE BEDMAR Y DE GARCIEZ (JAÉN). MIEMBRO DE HONOR DE LA RAECO.
Manuel Antonio Acuña-Dewite y la Cueva-Benavides, fue Embajador en la Rusia zarista (1875-1876) bajo el reinado de Alfonso XII. Fue en los salones de la segunda residencia madrileña, es decir, en la Quinta de Bedmar de Canillejas, donde se fraguó, en gran medida, la Restauración Borbónica en la persona de D. Alfonso XII, de la que el matrimonio Bedmar era firme partidario, siendo Dª Carolina de Montufar, su segunda esposa, una de las participantes en la llamada «Rebelión de las Mantillas«, junto a su amiga e inspiradora de la misma, Dª Sofía Troubetzkoi, Duquesa de Sesto y Marquesa de Alcañices. Tras el regreso a España del Príncipe de Asturias como rey Alfonso XII, D. Manuel Antonio de Acuña-Dewitte y Cueva-Benavides, según el Diario La Época, en su primera página de su edición del 9/I/1875, nos señalaba la presencia del Marqués de Bedmar en el recibimiento solemne del Rey Alfonso XII, en su calidad de Grande de España.
A partir de aquí obtuvo un completo reconocimiento personal, siendo nombrado embajador en Rusia, Senador del Reino, Consejero de Estado y Presidente de Gracia y Justicia, en el cual se mantuvo hasta su fallecimiento en su palacete madrileño de Ronda de Recoletos el 16/V/1883, no mucho antes que el del Monarca (1885) a quien tan dignamente había servido.
El 18/II/1875, La América (Madrid), en su página 5 decía lo que sigue sobre la Exposición de Filadelfia: “El Sr. Castelar fue sustituido en la Presidencia de la Comisión de Filadelfia por el Sr. Marqués de Bedmar, que desempeñó el cargo de Comisario en la Exposición de París y que pronto iba a ser nombrado Embajador en Rusia. Durante su gestión, presidió la Junta de Gobierno en la que se aprobaron los dictámenes de materias minerales y animales, así como una parte principal, de lo referente a la 2ª Sección, referente a los productos químicos y farmacéuticos, bebidas y aceites”.
En efecto así fue y el Marqués de Bedmar, D. Manuel de Acuña y Dewitte, en calidad de Embajador del Reino de España y sus Colonias en Rusia, presentó sus Cartas Credenciales al Zar Alejandro II (1855-1881) en el Palacio de Invierno de San Petersburgo el día 16/IV/1875 yasí lo describía el corresponsal de La Época para su periódico en Madrid: “San Petersburgo, 16/IV/1875. Recepción realizada en la Corte de los Zares al Embajador de España, el Señor Marqués de Bedmar: El Sr. Marqués de Bedmar ha tenido el más lisonjero recibimiento de parte del Emperador, la Emperatriz, el Príncipe de Gortschakoff y el Cuerpo Diplomático, recibiendo las más expresivas manifestaciones de simpatía hacia su persona, el Gobierno y la Nación Española.
Su primer paso al llegar aquí fue entregar al Gran Canciller, Príncipe de Gortschakoff, el título de Grande de España, con que le ha investido S. M. y la Copia de la Carta Credencial que le acredita como Embajador de España en esta Corte; teniendo con este eminente hombre de Estado una conferencia importante para los intereses de España y de nuestra política.
A los dos días se celebró la recepción oficial con un lujo y ostentación muy superiores a lo que se acostumbra en esta Corte. A la hora señalada, un soberbio carruaje de la Corte, tirado por seis magníficos caballos, fue a buscar al señor Marqués de Bedmar a su Palacio, acompañándole el Gran Maestro de Ceremonias Conde de Gierbzow; cuatro batidores precedían al coche de su excelencia y dos oficiales iban a las portezuelas. Seguían cuatro coches tirados por cuatro caballos cada uno, ocupados por el primer Secretario D. Pedro Álvarez de Toledo y por varios Gentiles Hombres y Funcionarios de Palacio. Delante del Palacio Imperial a S. E. formados dos batallones que, presentando armas hicieron honores regios a su llegada.
El señor Marqués de Bedmar fue luego introducido en el Gabinete del Emperador, que vestido de uniforme y luciendo el Toisón, recibió en propia mano la Carta Credencia; y como no es costumbre en esta Corte pronunciar Discursos Oficiales, el marqués de Bedmar manifestó en conversación particular a S. M. cuanto su elevada misión requería.
La conversación duró como media hora, y en ella demostró S. M. I. conocer a fondo todas nuestras cuestiones y personalmente a nuestro Rey y a su augusta hermana la Princesa de Asturias. La acogida que dispensó el Emperador al Sr. Marqués de Bedmar no pudo ser ni más benévola ni más lisonjera, pues después de las distinciones debidas a l Embajador y de las frases más expresivas para nuestro Rey, significó una grande estimación hacia su persona, hablándole de parte de su familia, a la que demostró conocer, de su historia política y de su reconocida consecuencia y lealtad y la dinastía reinante.
Si grata y lisonjera ha debido ser para el marqués de Bedmar la acogida que ha encontrado en las regiones oficiales, no lo ha sido menos la que le ha dispensado la alta sociedad y el cuerpo diplomático, bastando decir a Ud. –Director del Periódico- que a los pocos días de su llegada a esta el Príncipe Reuss, Embajador de Alemania, aliado a esta familia Imperial…, dio una gran comida en su obsequio, colocándolo en el primer puesto de su mesa, a la cual asistieron todos los Ministros y Embajadores de las Potencias de Europa, brindando por su bienvenida y dándole las mayores pruebas de consideración y simpatía. El señor Marqués de Bedmar ha tenido el buen acierto de instalarse en uno de los mejores palacios de San Petersburgo, quizás el más espléndido y lujoso, llamado Palacio Lazareff, propio del Príncipe Ouroussoff, y por consiguiente la Embajada Española está hoy representada como corresponde, siguiendo las tradiciones ya establecidas(1)”.
Durante su etapa como Embajador se firmó el Convenio de atribuciones consulares celebrado entre España y Rusia el 27/II/1876, en San Petersburgo, por el que se fijaban los derechos, privilegios e inmunidades recíprocas de los Cónsules generales, Cónsules, Vicecónsules y Agentes consulares, cuyo contenido es el que sigue: “S. M. el Rey de España y S. M. el Emperador de todas las Rusias, deseando fijar los derechos, privilegios e inmunidades recíprocas de los Cónsules Generales, Cónsules, Vicecónsules y Agentes consulares, así como sus funciones y las obligaciones a las cuales estarán sometidos respectivamente en España y Rusia, han resuelto celebrar un Convenio consular, y han nombrado con este objeto por sus Plenipotenciarios, a saber: S. M. el Rey de España, a D. Manuel de Acuña y Dewitte, Marqués de Bedmar y de Escalona, Grande de España, su Gentilhombre de Cámara, Embajador Extraordinario y Plenipotenciario cerca de S. M. el Emperador de todas las Rusias, Gran Cruz de la Real y distinguida Orden de Carlos III, Gran Oficial de la Legión de Honor de Francia, Comendador de la Orden de Malta. Y S. M. el Emperador de todas las Rusias, al Príncipe Alejandro Gortschacoff, su Canciller del Imperio, Grande de España, condecorado con el retrato de S. M. el Emperador, adornado con diamantes; Caballero de las Órdenes rusas de San Andrés en diamantes, de San Vladimiro de primera clase, de las Órdenes extranjeras del Toisón de Oro de España, Gran Cruz de la Legión de Honor de Francia, de la Anunciata de Italia, de San Esteban de Austria, del Águila Negra de Prusia, en diamantes, etc. Los cuales, después de haberse comunicado sus plenos poderes respectivos, y habiéndolos hallado en buena y debida forma, han convenido en los artículos siguientes: (Siguen 17 artículos). En fe de lo cual los Plenipotenciarios respectivos lo han firmado y sellado con el de sus armas. Hecho en San Petersburgo el 27 de Febrero del año de gracia de 1876. (L.S.). – Firmado. – Bedmar”.
Tras su regreso a España, la Correspondencia de España, en su edición madrileña del día 9/I/1877, dio la noticia de la visita que el Marqués de Bedmar había realizado a D. Antonio Cánovas del Castillo (2), Presidente del Consejo de Ministros, desconociéndose el motivo de la reunión. El Imparcial en su edición del 10/I/1877, haciéndose eco de la anterior noticia y relacionándola con la nueva formación de Gobierno decía “que se rumoreaba que uno de los candidatos a la Cartera de Estado, que quedará vacante, podría ser para el Marqués de Bedmar”. ¡Cosa que no ocurrió!
Notas: (1) “Cartas de Rusia para La Época”, en La Época. Madrid, 25/IV/1875. P. 1. (2) Hubo una estrecha relación entre Cánovas del Castillo y la Casa de Bedmar, como lo prueban estas cartas sin fecha: Carta del Marqués de Bedmar dirigida a D. Antonio Cánovas solicitándole una cita para tratar con él varios asuntos y Carta de la Marquesa de Bedmar dirigida a D. Antonio Cánovas invitándole a comer con motivo de la inauguración del Meredianum Hotel [A.H.N. Sección de Antonio Cánovas del Castillo (1828-1897). Correspondencia de Marqués y de la Marquesa de Bedmar a D. Antonio Cánovas del Castillo.Diversos-Títulos: Familias, 2.542. Números 36 y 37. Sin fecha].
FUENTE. J.M.T.V.
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