POR PILAR MARTÍNEZ TABOADA, CRONISTA OFICIAL DE LA CIUDAD
Sigüenza es un compendio de la historia del urbanismo. Visitándola, en muy pocos metros, se pueden conocer los principios urbanísticos de una ciudad medieval, renacentista, barroca, neoclásica y actual, que aspira a ser Patrimonio de la Humanidad.
Sigüenza, declarada Monumento histórico artístico en 1965, es ciudad desde hace más de 2000 años, con un pasado celtibérico, romano, visigodo (cuando fue ciudad episcopal) e islámico. Conserva su centro histórico medieval, surgido tras su reconquista en 1124, que se desarrolló entre la catedral y el castillo desde el siglo XII al XV.
Sigüenza no es solo una ciudad medieval, sino también una ciudad del Renacimiento, por impulso del Cardenal Mendoza, su obispo y señor a finales del siglo XV; de su provisor, el futuro Cardenal Cisneros y de sus canónigos humanistas. Fue entonces cuando vio convertirse su castillo, residencia de sus prelados, en un verdadero palacio; abrirse una gran plaza ante su catedral; y alzarse al otro lado del rio Henares una Universidad. Y cuando se trazó ante la fachada principal de dicha catedral el primer ensanche renacentista de España.
En el siglo XVII la ciudad creció hacia el oeste con una calle monumental barroca donde se construyó la nueva Universidad (hoy palacio del Obispo) y el nuevo convento de Jerónimos. Frente a ellos en el XVIII se edificó el Hospicio. A finales de ese siglo Sigüenza se amplió hacia el norte al trazarse el barrio ilustrado de San Roque, que se completó en el XIX con una Alameda neoclásica.
A partir de entonces nuestra ciudad que, geo turísticamente hablando, es conocida como La ciudad del Doncel, siguió creciendo a lo largo de los siglos XIX, XX y XXI, con barrios de chalets y nuevas urbanizaciones, pero por suerte ni unos ni otros han transformado de forma radical sus entornos paisajísticos, y sigue contando con un verdadero cinturón verde, en el que destacan su Pinar, envidiable incluso para algunas ciudades españolas que ya son Patrimonio de la Humanidad.