POR PEPE MONTESERÍN, CRONISTA OFICIAL DE PRAVIA (ASTURIAS)
La temporada sin muerte en nuestros ríos cerrará el 26 de abril. Como hay poca fauna, uno pesca, desengancha la presa del anzuelo y la regresa al agua, la pone a flote. Va en esa línea la veda por tamaño: las truchas de menos de diecinueve centímetros tienen que devolverse al curso fluvial, hay cotos en que con menos de treinta y en Alaska para llevarse los salmones han de medir, al menos, medio metro. A los toros deberíamos llevar a la enfermería, tras la corrida y de ahí al encinar, con orejas y rabo de peluche, y a los cerdos comerles si acaso el jamón y confiar en que su naturaleza lo recupere, como rabo de lagartija; ¡viva sanmartín sin matarile! En tiempos de guerra, las leyes obligan a respetar a mujeres y niños, reminiscencias de la sociedad machista; en realidad protegemos tamaño y género, como en los peces. Se trata de conservar las especies.
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