POR PEPE MONTESERÍN, CRONISTA OFICIAL DE PRAVIA (ASTURIAS)
Tan sobrio y contenido es Clint Eastwood que por no desbordarse no lo borda. En “Sully”, donde el ceñudo Tom Hanks pilota un Airbus, pudo firmar una obra maestra a poco que incorporase en el guión algún conflicto humano del héroe, bien con su esposa, con su compañero de cabina, una azafata o los pasajeros que sobreviven a una historia sin vida, porque desconocemos sus afanes y no hubiéramos llorado sus bajas, de acabar la cosa en tragedia. Clint critica la robótica y la falta de humanidad y a su vez prescinde de los sentimientos, como si le hubieran prohibido contravenir el relato original escrito por Sullenberger, “Sully”, que en enero de 2009, después de que una bandada de gansos chocara contra los motores de su avión, tomó tierra en el agua friísima que no helada del Hudson. Curiosamente, las escenas del salvamento no reflejan el ambiente invernal, y mira que es gélida la película.
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