POR LEOCADIO REDONDO ESPINA, CRONISTA OFICIAL DE NAVA (ASTURIAS)
Ha empezado febrero confirmando la constante de los últimos años, cual es el elevado número de decesos que se producen en su transcurso, y así ya el sábado 2 anotamos la falta, en Sariego, de la naveta María Nélida Ángeles García Canteli “Marinely”. Hija única de Silvina y de Arturo, Marinely deja viudo a José Presa Fonseca (de Talleres El Parque, en la calle de La Iglesia), con el que tuvo tres hijos; Luis José, Arturo y María Y el jueves, 7, finaba en Gijón José María Ordoñez Sánchez, “Pepe el lechero”, de Grátila (Nava). Pepe, que tenía 92 años, estaba viudo de Isabel Fidalgo Vigón, de Castiellu, parroquia de Seloriu (Villaviciosa). con la que tuvo un hijo; José Ricardo, y era, como es sabido, hermano de Antonio Ordoñez Sánchez, que fue titular de una industria de productos lácteos en Villabona, y es vecino de La Colegiata.
A continuación, el sábado 9 faltaba, en Oviedo, Agustín Moro Blanco. Agustín, que tenía 92 años, y era viudo de María Victoria Fernández González, con la que tuvo un hijo, Iván, descansa, desde el 10, en el cementerio parroquial. Y el mismo domingo, día 10, hubo que lamentar otro par de defunciones; una en Oviedo y otra en Avilés. En Oviedo era José María Osoro Lambarrí el que finaba, a los 81 años de edad. José María estaba casado con la naveta Rufina Fernández Pesquet, más conocida en Nava como “Finita”, con la que tuvo dos hijos; José María (el cual, entre otros cargos, ostentó el de concejal en el consistorio local), y Manuel. Cabe decir que Finita es hija de Manuel Fernández, “Manuel el maestro”, que desempeñó su labor profesional en el concejo, y de Adelina Pesquet, nacida en Graus (Huesca), ambos ya fallecidos.
Y en Avilés nos dejaba María Consuelo Palacio Fernández, más conocida como “Maruja”. Era hija de Jerónimo y de Dolores, y tuvo como hermanos a Dolores, Isolina, Rosario y Mario, compañero en los Ferrocarriles Económicos. Amiga vivaz, de mirada clara, Maruja estaba dotada de verbo fácil y agudo, así como de una memoria prodigiosa, que almacenaba múltiples aconteceres de la historia local, lo que constituye una razón más para lamentar su marcha. Era habitual verla sentada en el banco del portal de su casa, casi siempre en compañía de Chón Zapatero, y había una cosa en la que ambas se mostraban interesadas; en que la placita que hay delante debería llevar el nombre de Doña Jimena. Por último, el 12 nos dejaba en Oviedo (Huca) José Antonio Miranda Cabezón, a los 66 años. Vecino de Castañera (Nava), deja esposa; María Teresa de la Torre Almazán, madre, hijos y demás familia. Cabe decir que la semblanza de José Antonio Miranda ya fue trazada, en estas páginas, por Roberto Llamedo.
Como contrastando con todo lo expuesto, por fin hemos podido ver el sol y disfrutar con su mansa caricia, cosa que, la verdad, echábamos de menos, y esa circunstancia me trajo el recuerdo de aquello que escribió el maestro Naguib Mahfuz; “Y ahí estaba la luz de la mañana llena de belleza y de pudor, cuyos primeros rayos pedían permiso con honda delicadeza”.