CUENTA EL CRONISTA OFICIAL, SEBASTIÁN BARAHONA, QUE EN 1941, CUANDO NACIÓ ‘DIARIO JAÉN’, LOS MENGIBAREÑOS TUVIERON TRES ALCALDES EN SOLO DOCE MESES
La Torre del Homenaje que preside el municipio es testigo de cómo Mengíbar ha cambiado vertiginosamente a lo largo de los últimos 75 años. Cuenta el cronista oficial, Sebastián Barahona, que en 1941, cuando nació Diario JAÉN, los mengibareños tuvieron tres alcaldes en solo doce meses, que un panadero local fue multado por mil pesetas por “vender pan pésimo y falto de peso” y que, entre otras cosas, el Ayuntamiento prohibió al jefe de la Estación Artichuela vender billetes de tren “a personas sucias”.
Ahora, con unos diez mil vecinos aproximadamente, Mengíbar mira al futuro sin olvidarse de su gran pasado. Iberos y romanos (que fundaron Iliturgi) aprovecharon la privilegiada situación estratégica, y en otras épocas se gestaron auténticos hitos históricos, como fue la Acción de Mengíbar en 1808, el privilegio de velar el cadáver de Isabel la Católica en el templo de San Pedro Apóstol, la compra (por parte de los propios ciudadanos) en 1574 de la Carta de la Libertad y del título de villa, o la construcción de una pionera central hidroeléctrica junto a la presa del Guadalquivir (que este año cumple cien años).
Hoy, el mayor exponente de la vida de esta ciudad reside en la ilusión de gente que trabaja sin descanso no solo por un mañana mejor, sino por un presente de mayor bienestar social para los que más lo necesitan. Con este objetivo nació, hace ahora tres lustros, la Asociación de Discapacitados Abriendo Camino, que se ha convertido en el colectivo social más relevante del municipio. Los padres que lo fundaron y sus numerosos colaboradores (tanto a título personal como institucional) han logrado involucrar a toda una comarca en la lucha para conseguir más servicios y ayudas para los discapacitados. Sus multitudinarios actos (entre los que sobresalen las Cena de los Enamorados) prueban que el apoyo es sólido y continuo. No se puede olvidar el buen el tándem logrado con los enormes profesionales del Centro Ocupacional Villa de Mengíbar, con el que hay grandes sinergias porque, al final, comparten el mismo y noble fin.
En definitiva, las grandes sonrisas de la Ciudad de la Torre son las de este grupo de discapacitados, pero muy capaces todos, que con sus familiares, amigos y monitores plantan cara a las adversidades con esfuerzo e ilusión, demostrando que la vida hay que vivirla con alegría. Todo un modelo de superación y de vida.
Fuente: http://www.diariojaen.es/ – Emilia Hoyo