POR JOSÉ ANTONIO FIDALGO SÁNCHEZ, CRONISTA OFICIAL DE COLUNGA (ASTURIAS)
Les cuento.
Hace bastantes años fui invitado por la Asociación de Hostelería de Gijón para presentar en Zamora unas Jornadas Gastronómicas de promoción de la cocina asturiana y, más en concreto, de la gijonesa.
En el retorno, el entonces Presidente de la Asociación, Darío Muñiz, propuso una parada en Hospital de Órbigo (León), para comer.
¡Fenomenal!, le dije.-Iremos al Hotel-Restaurante Don Suero, donde preparan una excelente sopa de truchas y unas exquisitas ancas de rana.
Inmediatamente llamo para reservar mesa… y guisos.
Llegamos al hotel hacia las dos de la tarde y el dueño, al verme, me dijo: «¡Qué pena, Fidalgo!
Estaba aquí alojado un compañero suyo de «La Nueva España», el que escribía las crónicas de la guerra del Golfo, y hace dos horas que marchó. Me pidió que lo saludara».
Como me resultó «raro» el caso, pregunté: ¿Cómo se llama ese periodista?
Isidro Labrador, me contestó.
Volví a preguntar: ¿Pagó el hospedaje?
Respuesta inmediata: «Me rogó que pasara la factura al periódico».
Lamenté decepcionar al hostelero-hotelero.
Mira, en LNE no trabaja ningún Isidro Labrador y el periódico no tiene corresponsales en los conflictos del Golfo, recibe las crónicas por Agencia.
Vete a denunciar el caso a la Guardia Civil y no te disgustes: NO VAS A COBRAR.
¡Ah! Y esmérate en la sopa de truchas y en las ancas de rana…
Ante suceso tan insólito, que no infrecuente, la sonrisa fue nuestro aperitivo de entrada.
La sopa y las ancas fueron nuestra delicia de bien y buen comer.
El Órbigo es río leonés que, entre muchas localidades, baña las villas de Hospital y de Veguellina.
Sus truchas gozaron y gozan de fama; de ahí que se ofrezcan en multitud de preparaciones: fritas, en escabeche, al manto de jamón, en tortilla… Pero la especialidad de Hospital de Órbigo y de Veguellina de Órbigo es la SOPA DE TRUCHAS o, como gusta decir a muchos, las SOPAS CON TRUCHAS.
Esta es la fórmula que conseguí en esa comarca:
En una cacerola grande, al fuego, se echan unos dos litros de agua. Al romper los hervores se incorpora un majado de cebolla muy bien picada, ajo, sal, perejil, aceite, pimentón y, si gusta, un poco de laurel.
Hervirá todo durante varios minutos.
Seguidamente se suman a este caldo las truchas (sobre medio kilogramo), limpias y cortadas en tres o cuatro porciones; y cuecen en él durante unos 7-8 minutos.
Se tendrán dispuestas 4 cazuelas de barro (ya calientes) con sopas de pan (mejor si es pan asentado de dos o tres días); sobre ellas se distribuyen los trozos de trucha y se completa, bañando, con el caldo bien caliente. Se tapan las cazuelas, reposan unos 5 minutos cerca del fuego y se sirven de inmediato.
Ha pasado el tiempo.
Cada vez que voy a León y pido sopa de truchas, el recuerdo de un ficticio Isidro Labrador abre una puerta de sonrisa en mis labios.
Y hasta creo que la sopa me sabe mejor.