POR FRANCISCO JAVIER ARELLANO LÓPEZ. CRONISTA DE LUIS MOYA, (ZACATECAS-MÉXICO).
Nací en la mitad del siglo XX en la antigua villa de San Francisco de los Adame y ahora conocido como el Municipio de Luis Moya, Zacatecas (México). El pueblo era una comunidad de ejidatarios que se alegraban con el trueno del temporal y se entristecían con los años secos y malos. Mis primeros 17 años transcurrieron en ir a la escuela y sembrar la tierra. Mi padre era ejidatario y amaba a la tierra como se ama a una mujer y yo la quería porque él la amaba. Nunca pensé amar a este pueblo estando en otros lugares y con otra gente.
Un día, dejé la tierra de mi padre y sus sueños de ver nubes gordas llenas de agua. Me fui a la ciudad de México a ser oficial de nada y aprendiz de todo. En medio de mis trabajos de oficio, yo deseaba estudiar aunque fuera por correspondencia porque no tenía tiempo ni recursos económicos que me financiaran la escuela. Había muchas instituciones educativas en la ciudad de México, pero no pude ingresar a una. Regresé al terruño que me vio nacer. Mis antiguos maestras de Educación Primaria me invitaron a trabajar como mentor colaborador en la escuela particular. Con mucho esfuerzo saqué mi carrera de profesor en el Instituto Federal de Capacitación del Magisterio. Luego, fui maestro rural, de Educación Secundaria y Preparatoria y de Licenciatura.
Un día descubrí las historias de los pueblos de Río Grande y Nochistlán. Asentamientos guachichiles y caxcanes. Yo quería saber de Luis Moya quiénes eran los habitantes que vivieron antes que nosotros. Cada pueblo tiene sus creencias. Algunos grupos sociales se sienten hijos del sol y se creen poderosos. Un pueblo de ejidatarios no creía en nadie más que en Dios y el buen temporal. No tenían buen concepto de sus gobernantes ni de sus mecenas. En las entrevistas personales resurgió la memoria histórica del pueblo. Con la investigación documental me adentré en el conocimiento de la historia del lugar. Escribí varios apuntes y se los di a conocer a la Autoridad Municipal. Entonces hubo una revaloración de los hechos pasados y sus personajes.
En el año 1989, escribí la Monografía de Luis Moya. Nosotros también teníamos historia. Por este lugar pasaba el Camino Real de Tierra Adentro y aquí se daban los asaltos chichimecas a las caravanas españolas. Aquí se hizo el reparto de las familias tlaxcaltecas para apaciguar la Guerra Chichimeca, aquí sucedieron guerrillas del movimiento de Independencia de 1810, del Imperialismo Francés, de la Revolución de 1910, de la Cristiada y de 70 años del Partido Revolucionario Institucional (PRI). Había historia sólo se necesitaba reencontrarla. El Profesor Roberto Ramos Dávila, cronista de la ciudad de Zacatecas, me apoyó leyendo y cuestionando mi trabajo monográfico. El Gobierno Municipal de Luis Moya, después de ver el trabajo escrito que hice, apoyó con el papel requerido y la SEP puso la imprenta. Salió el libro. Fue muy modesta su presentación pero tiene todos mis arrebatos carnales en favor de la historia del terruño.
La investigación documental y la entrevista me abrieron la puerta de muchos archivos y la relación con personas de saber. En el año 1999, el Presidente Municipal (El alcalde) de Luis Moya, el C. Jorge Ortíz Luévano (1998-2001) junto con el Cabildo me nombraron Cronista (Acta de Cabildo de Luis Moya, Zac. del día 26 de marzo de 1999).
– Pero, Presidente, yo no vivo en Luis Moya, vivo en Nochistlán- le dije.
– No le hace, usted es de aquí y escribió la Monografía del pueblo, y eso es suficiente.
– Bueno… – acepté sin saber qué otra cosa decir.
– ¿Cada cuando viene a Luis Moya?
– Cada 15 o 22 días.
– Véngase, nosotros le pagamos los boletos de transporte o de gasolina.
Y nunca me los pagaron, pero yo tenía una oportunidad propia; Luis Moya tenía un cronista que difundía su historia. En ese ir y venir, seguí observando la historia descarnada del pueblo. Yo era cronista pero no era trabajador del Presidente. No me pagaban. Esa era una ventaja como dijo el cronista oficial actual Presidente de la Real Asociación de Cronistas Oficiales de España, don Juan Antonio Alonso Resalt de La Villa de Leganés, España. (Zacatecas, 2018) que en su patria, los cronistas suelen tener cargos honoríficos, no retribuidos, pero que se otorgan a personas que tienen una trayectoria investigadora en su Municipio.
Entonces, entendí que la monografía, aparte de rescatar la micro historia, me abría la difusión de la misma. El Municipio vivía la transición del partido PRI al PRD. La gente estaba dividida, ahora ya no eran cristeros y gobiernistas, ni hacendados y agraristas, ahora eran priistas y perredistas. La crónica registró imparcialmente en artículos periodísticos estos momentos.
Ya como cronista oficial, solicité a la Presidencia Municipal la impresión de una revista local y anual que rescatara la historiografía, la cultura, las costumbres y tradiciones de la comunidad sin tomar en cuenta el color del partido político en el poder municipal. El objetivo era y sigue siendo que la gente del pueblo lea varios artículos, crónicas e historias del pueblo para que se reencuentre con su pasado y su presente. La única condición que pedí fue que la citada revista fuera gratuita para el pueblo. De ocho Administraciones Municipales todas han apoyado el proyecto, menos una, de ingrata memoria.
Yo le di el tinte democrático a la revista. No tenía por qué no reconocer la obra buena de algunos dirigentes políticos, pero tampoco podía caer en zalamerías para algunos de ellos. La obra material e intelectual que cada quien hizo fue la que quedó registrada. Solo escribí lo que vi y lo que me constaba. Los documentos anónimos y chismes solo los escuché.
La Administración del Ing. José Manuel Delgadillo (2010-2013) dio un giro a la publicación y ordenó que en la citada revista ya no se incluyera parte del informe de Gobierno, sino que fuera sólo historia y cultura. Hubo un avance significativo en el desarrollo cultural del pueblo.
El nombramiento de cronista ha sido la oportunidad de investigar la micro historia nacional, de leerla e interpretarla. Los pueblos tienen muchos sucesos engarzados a la política nacional, hay algunos que son heroicos y otros, un poco oscuros; pero no por eso, fuera del contexto de la crónica. Algunos personajes del pueblo han tenido proyección nacional por sus ideas y por sus obras. Sus historias son historias de vida.
La tarea del cronista no ha sido fácil. El cronista es un amante y el pueblo es su amada. Pero no todo ha sido miel sobre hojuelas. El cronista, increíble, tiene adversarios gratuitos. Algunos por el salario que se gana; en mi caso, no. Otros, por envidias tontas porque piensan que figuran con la gente de poder. El papel del cronista debe ser neutro en asuntos de gobierno. Yo he participado, culturalmente, con gente de diferentes partidos políticos. Algún candidato de un partido político quería que lo apoyara desde la crónica y desde mi persona. Un cronista no apoya esas decisiones. Se trabaja con el Presidente en turno. El cronista no debe intervenir en las campañas de los candidatos. Si lo hiciere llevaría el riesgo de ganar y ser un lacayo más; si perdiera, podría perder el nombramiento o el reconocimiento como tal y hasta perder la presencia en el lugar.
El cronista es un hombre comprometido con su tiempo. Los trabajos de la investigación de una crónica siempre deben darse a conocer, ya sea en un libro, una revista, en un periódico, en una entrevista o por lo menos en la red del Facebook. Los luismoyenses tienen una revista llamada Fiestas de Octubre y ahí se proyectan varias crónicas.
Para terminar esta ponencia, yo soy cronista porque amo al terruño donde nací, a la patria donde he crecido y he vivido. He registrado la memoria histórica del Municipio Luis Moya, del Estado de Zacatecas y de los Estados Unidos Mexicanos. He rescatado y valorado las obras de aquellos hombres que querían y deseaban un pueblo más próspero y más desarrollado. Las buenas obras siempre serán obras buenas.
Mi tarea de cronista ha sido investigar, preservar y registrar los hechos históricos; ha sido ver con otros ojos lo cotidiano de la vida y ha sido el testimonio escrito que dejo de ella. He vivido con intensidad el tiempo que me ha correspondido ser. Yo seré cronista mientras que haya luz en el camino por donde voy y hasta que tenga fuerzas para narrar y contar la obra que ha dicho y ha hecho mi hermano, el hombre.
(Trabajo publicado en el libro «El eco y el cincel», 2020, que coordinó el maestro Manuel González.) Por Fco. Javier Arellano López
Trueno del temporal: oigo en tus quejas
crujir los esqueletos en parejas,
oigo lo que se fue, lo que aún no toco
y la hora actual con su vientre de coco.
Y oigo en el brinco de tu ida y venida,
oh trueno, la ruleta de mi vida.
Ramón López Velarde
Referencias
Arellano, Javier. (2017). Monografía de Luis Moya. Zacatecas, Mex. Texere Editores
Arellano, F.J. (1999 a 2018). Revistas anuales de “Fiestas de Octubre” Luis Moya, Zac.
FUENTE: https://www.facebook.com/photo/?fbid=10210843426637266&set=pcb.10210843433837446