POR JOAQUÍN CARRILLO ESPINOSA, CRONISTA OFICIAL DE ULEA (MURCIA)
Se aproximaban las fiestas de la Santa Cruz de Ulea, del año 1979, y se estrenaba nuevo Palio para llevar en procesión el Lignum Crucis. Pero, como, para llevar las varas del Palio, siempre se recurría a los hombres, este año un grupo de mujeres solicitaron que ellas también querían portear el Palio en la procesión del baño del Lignum Crucis; situación que no se había dado nunca.
Tan es así, que un grupo de mujeres uleanas, fueron en comisión para hablar con el Cura Párroco D. Emilio Riquelme Sánchez para que les permitiera llevar las varas del Palio, durante la procesión del día tres de mayo. Sin embargo, la contestación fue negativa; aludiendo a la tradición de que, desde tiempo inmemorial, siempre las han llevado los hombres y, además, no sería bien visto que hombres y mujeres estuvieran revueltas en tan magna procesión.
Así las cosas, acudieron al Ayuntamiento para entrevistarse con el Sr. Alcalde D. José Hita Carrillo, para contarle su proyecto y la negativa que les ha dado como respuesta el Sr. Cura. El Alcalde, que conocía a todas las componentes del grupo, les echó una leve sonrisa y les dijo que hablaría con el Sr. Cura y con el Presidente de la Comisión de Festejos.
A los pocos días, el Alcalde, por medio de una de sus sobrinas citó de nuevo al grupo de mujeres, para explicarles el contenido de la conversación con D. Emilio Riquelme. Al darles el no como respuesta, una de las mujeres del grupo le dijo al Alcalde ¿Y si la sacamos a subasta entre los hombres y las mujeres, o llevamos el Palio alternándolo con los hombres? Por ejemplo un año ellos y al siguiente nosotras; y así sucesivamente.
La solución fue salomónica y, a alguien del grupo se le ocurrió decir que se subastara. Tanto al Sr. Cura Como al Sr. Alcalde les pareció bien la propuesta; y se llegó a la subasta. El grupo de mujeres pujaron con la cantidad de ciento veinte mil pesetas y, desde ese momento «Las mujeres sacaron el Palio hasta el baño de la Santa Cruz, en la acequia del Henchidor. ¡Bendito dinero! ó ¡dichoso dinero!