POR ANTONIO VERDÚ FERNÁNDEZ, CRONISTA OFICIAL DE JUMILLA (MURCIA)
Hace días -sábado 30 octubre 2021-, vi un artículo publicado en el diario “La Opinión de Murcia” en el bloc de un oficial de la Marina llamado D. Diego Quevedo Carmona, sobres temas relacionados con la Historia de la Marina de Guerra Española, y en el que figuraba una foto, en la que se veía el puerto de Barcelona, sobre un artículo en el que desarrollaba aquellas desaparecidas “Semana Navales”, y en cuya foto podemos ver 5 submarino:, dos pequeños de un solo tripulante, y tres con una abundante dotación los cuales de una forma u otra intervinieron en la II Guerra Mundial.
El más exterior y grande de los tres, podemos ver el Submarino “Almirante García de los Reyes” S-31, en el que estuve formando parte de su dotación durante el cuarto trimestre del año 1961 y el 1962 entero, como cabo segundo electricista. En aquel momento era el más moderno, y de extraordinaria habitabilidad que había en España. Su vida navegando era cómodo dentro de lo que supone estar encerrado en lo que puede parecer un pez de casi 100 metros de largo y unos 6 o 7 metros de ancho. Hacía poco tiempo que formaba parte de la Marina de Guerra Española. Fue una entrega de EEUU a España. Estuvo en la II Guerra Mundial, y en uno de sus lanzatorpedos, llevaba una bandera japonesa, indicando que un lanzamiento de ese tubo hundió un barco japonés. Creo recordar que su nombre, antes de ponerle el que he comentado era, el “US KRAIKEN 340” del número no estoy tan seguro, pero vamos más o menos, aunque a mí me ha venido al pensamiento con ese número. Daba seguridad montar en él. Ah, y en un submarino un vez de te sumerges bajo el agua, ya podía estar el mar
como fuera, que ya no se notaba nada. Podías tener un vaso sin sujetar que no se volcaría. Y si estabas sobre noventa o cien metros aún se notaba menos el movimiento. Puedo decir que no te ibas a caer por el movimiento.
Su vida era muy monótona y programada. Había tres turnos de guardia formado entre toda la tripulación que estaba cercana al centenar, entre marinería, cabos, suboficiales y oficiales, a las órdenes del Comandante. Ocho horas de guardia seguidas y dieciséis descansando. Bueno descansando pero sin servicio. Estas dentro de una submarino y no puedes ver si es de día o de noche, ya que los únicos que los ven los que estén en el puente, si vas en superficie, ya que estás sumergido, todo el tiempo es de noche. Recuerdo un viaje hasta Las Palmas de Gran Canaria, haciendo unas maniobras con barcos de la OTAN de Cádiz a Las Palmas. 15 días que motivado por las maniobras no podíamos salir a superficie, ya que si lo hacíamos nos detectaban y nos lanzarían bombas de profundidad cercanas para no darnos -por supuesto-, y avisarnos de que nos había detectado. Solo, por la noche, subíamos casi a superficie y solo se sacaba un tubo, que creo se llamaba “Snorkes” o algo parecido, con el objeto de cambiar el aire interior de submarino, y cargar las baterías. A su término de nuevo hacia abajo y seguíamos el rumbo hacia Las Palmas de acuerdo con las maniobras que estábamos realizando. Allí se celebró un desfile con motivo del día 18 de julio en conmemoración de la Fiesta Nacional.
Otro viaje anecdótico ocurrió creo recordar por abril de 1962, cuando teníamos que estar una semana de maniobras desde Cartagena a Mallorca. El ejercicio creo era, salir el submarino una hora antes del comienzo del ejercicio, para que nos diera tiempo a trazar un plan de escondite total, ya que a la hora siguiente saldrían en nuestra busca los “Cinco Latinos” -que eran cinco barcos regalo o compra de EEUU, llamados así –aunque tenían nombres españoles, Jorge Juan, Churruca…-, y tenían que localizarnos y hundirnos si nos detectaban, con cargas de profundidad lejanas para que pudiéramos oírlas, y a veces sentirlas cerca para dejar constancia de nuestra localización. Pasaron los 5 días. Se terminó el ejercicio. Salimos a superficie tan contentos de ver que no nos había localizado en los 5 días de ejercicio. La alegría se notaba en todos los rostros. Mereceríamos una mención especial ya que cinco barcos no han sido capaces de localizarnos en una distancia como de Cartagena a Mallorca.
Al salir a superficie, como ya pudimos levantar la antena de la radio, recibimos la noticia de que ya podíamos volver a Cartagena, puesto que las maniobras no se habían podido realizar.
¿Qué pasó para ello? Con lo contentos que estábamos nosotros. Resulta que el mismo día de empezar las maniobras, se produjo la guerra entre Francia y Argelia, y nuestros cinco barcos fueron utilizados para ir a Argelia a recoger a los que querían salir de aquel infierno, y traerlos a Alicante. Total que esos cinco días y más estuvieron haciendo viajes sin parar a Argelia y traer a refugiados al puerto de Alicante. Y nosotros pensando lo listo que éramos por conseguir despistarlos a todos.
Recuerdo haber realizado pruebas de tiro real, ya que el mantenimiento eléctrico me correspondía a mí, y por lo tanto era yo el que apretaba el botón de cada uno de los cuatro lanzatorpedos, cuando salíamos de prueba. Solíamos hacerlo en las playas de Mazarrón que por entonces no eran lo que son ahora, y con las debidas precauciones, ya que ese día la playa se cerraba y no se le permitía a nadie acceso a ella, nos
acercábamos a realizar la prueba preparada al efecto, y tras las medidas oportunas y los parámetros de lanzamiento contra el hipotético blanco, me dan la orden de lanzamiento, según el tubo elegido, y apretaba y lanzaba, como digo siempre a la playa de Mazarrón, donde un equipo preparado al efecto, iba recogiendo los lanzados ya que llegaban hasta la costa, donde el equipo especial los recogía en camiones y eran devuelto a la base de submarinos. La cabeza, lógicamente no llevaba explosivos, y su lugar se llenaba de agua para que el efecto de lanzamiento fuera el mismo
Eso sería algunas de las anécdotas en este submarino, pero he comentado que he podido estar en los otros dos S-21 y S-22, ya que durante algún tiempo estuvo el S-31 de reparación en la Bazán de Cartagena, de vez en cuando salíamos con alguno de los otros dos haciendo prácticas programadas en el otro, y era curioso comprobar la gran diferencia del S-31, a los otros dos. Estos dos submarinos entraron a formar parte del la Armada Española, de una manera muy curiosa, ya que la dotación que lo dirigía, por la causa que fuera, al terminar la II Guerra Mundial lo abandonaron totalmente y los dejaron en el mar a la deriva. Fueron rescatados para España y pasaron a formar parte de su patrimonio. Así España se hizo con dos submarinos gratis al estar en aguas españolas. No llevábamos paraguas porque sería muy exagerado, pero goteaba por todas partes cuando hacíamos inmersión. Bien que no era mucho tiempo. No había peligro en ello, las bombas de achique trabajaban de los lindo, y como para salir no había problema, lo veíamos normal. Para los que no conocen el mecanismo de inmersión, el submarino lleva unos depósitos que se llenan de agua, lo que hace que se vaya hundiendo poco a poco. Cuando más se llenan a mayor profundidad descenderá. Cuando quieres salir a la superficie, lo que hay que hacer el vaciar el agua de esos tanques. ¿Cómo se hace? Pues por medio de unos tanques de aire a presión que se encarga de vaciar esos tanques lleno de agua y va subiendo poco a poco hasta ponerse a flote normalmente. Lo más importante de todo son esos tanques de aire a presión que vacían los depósitos de agua cuando están llenos, ya que de no hacerlo el submarino nunca ascendería y no saldría a superficie, por lo que se quedaría siempre bajo el agua y se tendría que pedir un rescate, o salir uno a uno del mismo por la puerta de escape si funciona, y si no funciona, toda la tripulación quedaría atrapada con consecuencia dramáticas para ellos.
Si tengo que decir, que cuando me dieron ese destino, suplique que me lo cambiaran. Eso me daba miedo. Lo veía muy peligroso. El tiempo me hizo cambiar de opinión, y desde luego, viendo lo mal que lo pasaban en los barcos normales durante el tiempo que el mar está alborotado, cada día me alegraba más de estar en el Submarino.
Llegué incluso a hacer el curso de submarinista, para poder así, siempre, formar parte de los submarinos de la flota, caso de haber podido continuar en la Marina.
No lo hice,- ya que entre voluntario a la Marina, para una vez dentro del cuerpo, poder optar a la Escuela de Oficiales-, al ver que no salían aquellas plazas que ofertaban cuando entré, y después comprobé que no fueron realidad, pude abandonar la misma y buscar otra senda más acorde a mis intereses. Volví a trabajar en la fragua de mi padre. Estudié Magisterio por libre, por lo que pude hacer dos cursos en un año. Aprobé las oposiciones, y he podido trabajar durante 35 años en una profesión que ha reportado mucha satisfacción de poder ayudar de alguna forma a los miles de alumnos
–llevaba tres cursos distintos de más de 50 alumnos cada uno en la EGB-, que he podido llevar en el Colegio. Fue una profesión muy edificante y beneficiosa. Responsable del Deporte Escolar de Jumilla y Yecla… Cronista Oficial de la Ciudad de Jumilla…
¿Dónde pude especializarme como Cabo Electricista?
Tras la instrucción en el Cuartel de Marinería de San Fernando (Cádiz) desde el 11 de enero de 1960, pasamos el tiempo conociendo la instrucción militar propia del cuerpo de marinería.
Tres meses después, donde seguimos el aprendizaje en un barco velero ya retirado en el puerto de El Ferrol llamado “Galatea”, donde aprendimos técnicas de subir y bajar por las escalas y puesto de vigía. Aprender el funcionamiento de las velas, hacer nudos, etc., todo relacionado con el funcionamiento de un barco movido por el viento.
Después, como quería aprender electricidad, la escuela donde se desarrollaba el curso, estaba en Vigo, y era un recinto militar de la Marina de Guerra Española. Su nombre E.T.E.A., que significa “Escuela de Transmisiones y Electricidad de la Armada). Un lugar maravilloso. De fácil convivencia en un recinto especial junto a la ría de Vigo.
Esta foto que pude hacer hace tres años, nos permite ver como era el edificio tan bonito que nos albergaba. Ya está cerrado para el uso que tuvo. Todo de piedra caliza. Desde esas escaleras se bajaba a la playa, a ver el privilegiado emplazamiento que nuestra vista tenía sobre toda la ría de Vigo, con las Islas Cíes al fondo. Otras dependencias laterales servían de lugar donde hacíamos las prácticas de cada especialidad. Aquí convivimos varios murcianos de distintas especialidades, buscando el sol, cuando salía alguna vez.
Había escuela de Electrónica, Electricidad y Radiotelegrafistas, donde cada uno teníamos las asignaturas comunes, y las propias de cada especialidad. Al final de dos cursos, eras enviado destinado a cualquier lugar de los tres Departamentos Marítimos de Cartagena, Cádiz o Ferrol, que eran donde estaban las bases marítimas.
Los murcianos fuimos todos enviados, tras una ligeras vacaciones del verano de 1961, a ocupar el destino que nos habían adjudicado. Es evidente, como ya he dado a conocer, que a mí me destinaron a la Escuela de Submarinos de Cartagena, donde ya estuve hasta la jubilación voluntaria al no poder opositar a la Escuela de Oficiales de Marín en Pontevedra. Pero algo queda de su recuerdo. Fuente. El autor. Antonio Verdú Fernández, Cronista oficial de Jumilla