POR JOSE ANTONIO AGÚNDEZ GARCÍA, CRONISTA OFICIAL DE MALPARTIDA DE CÁCERES (CÁCERES).
Después del paréntesis veraniego, aquí volvemos a la carga con este nuevo Sucedió hace (351) que publica el Hoymalpartida y que dedicamos a las tradicionales ferias de septiembre malpartideñas que se celebraban por estos días. Sí, aquellas a las que acudían ricos y pobres y eran extremadamente gratas por su animado ambiente y mucha diversión, más aún cuando los autobuses Saurer comenzaron a hacerlas, para los naturales de pueblos próximos y capitalinos, cercanas y propias. Espero que os divierta:
Bien conocida es la tonadilla «A la Feria de Arroyo van los señores y a la de Malpartida, ricos y pobres», alusiva a la gran afluencia de público de la más variada condición social quese desplazaba a las celebraciones realizadas en la localidad con ocasión de su feria de septiembre. Recordemosque fue el Ayuntamiento malpartideño en pleno quien acordó solicitar la creación de una feria de ganados de toda clase, dada la importancia de la población, los buenos sitios y abrevaderos de agua rica y abundante con los que se contaba para la estancia de los animales y un punto muy a favor: las excelentes comunicaciones que tenía la villa debido a la proximidad con la Estación Arroyo-Malpartida -creada hacía pocos años, en 1871- y el paso de la carretera que conducía a Alcántara y Valencia de Alcántara. De esta manera, en el Boletín Oficial de 30 de marzo de 1888 se anunció la creación de la feria de Malpartida de Cáceres que había de tener lugar entre los días 15 y 18 de septiembre, celebrándose aquel mismo año su primera edición. Con motivo de la misma se permitió, además de las transacciones ganaderas, la instalación de tiendas y puestos de venta en la plaza pública sin exigir derecho alguno y se agenciaron variados festejos y entretenimientos con el fin de alegrar esos días y conseguir la mayor concurrencia.
Así fue durante años, en los que la feria malpartideña obtuvo gran reconocimiento y asistencia de lugareños de otras localidades y especialmente de los cacereños. Dada su cercanía, nuestros vecinos capitalinos llegaban alegres en grupos familiares y de amigos a pasar unas horas de diversión en nuestro pueblo, contando las crónicas que eran tantos, -más aún si coincidía la circunstancia de que la feria cayese en festivo- que cada cual se apañaba como podía para venir,adquiriendo aquellos días la carretera que separa Malpartida con Cáceres un aspecto del todo pintoresco.
Así era a principios de la pasada centuria, pero en los últimos años de la década de los diez y primeros de los felices veinte -hace ahora un siglo- la cosa empezó a decaer, e incluso los granjeros malpartideños comenzaron a llevarse sus ganados para venderlos a otras ferias, lo que sin duda, restaba interés a la nuestra. En 1924, a propuesta de la Comisión, se acordó variar sus fechas, trasladándose ahora su celebración del 25 al 27 de septiembre, a medio camino entre las ferias de Garrovillas y la de San Miguel en Cáceres. 1925 fue el primer año en que la feria malpartideña se celebró a finales de septiembre y no a mediados como venía siendo desde su fundación. En esta época, el alcalde D. Tomás Mogollón Mogollón, con el concurso de los industriales y el apoyo de los ganaderos locales que adquirieron el compromiso de no ir a la de Garrovillas, quiso revitalizar la feria, publicándose anuncios en la prensa regional animando a su concurrencia. Pero los tiempos cambian y las estampas de puro tipismo vividas fueron desapareciendo poco a poco en aras del progreso lo que se manifestó, incluso, en la manera en que los cacereños acudían a nuestra feria. Por ejemplo, en 1926, la empresa concesionaria del transporte entre Cáceres y Alcántara insertó un anuncio en la prensa comunicando que con ocasión de la feria malpartideña tendría dispuesta en la Corredera de San Juan de Cáceres una flota de omnibuses Saurer que realizarían frecuentes viajes extraordinarios entre la capital y nuestro pueblo para atender la demanda de viajeros. Y aquí me tienes a un sinfín de simpáticos capitalinos tomando el «saure» para venir a la feria, haciéndolo de manera más cómoda y veloz -aunque no tan divertida- como cuando llegaban en burros y carros. Una vez se generalizó el uso del ómnibus quedó el nombre de la marca suiza de aquellos primeros vehículos Saurer como denominación popular en Malpartida del autobús, pues aún al autobús se le llama aquí el «saure», habiéndose debido extraviar la «r» final en el trayecto, seguramente por los Arenales.