POR JOSÉ ANTONIO AGÚNDEZ GARCÍA, CRONISTA OFICIAL DE MALPARTIDA DE CÁCERES (CÁCERES).
Aquí tenéis el Sucedió hace (352) que ha publicado el Hoymalpartida. Si en el capítulo anterior las ferias de septiembre de 1926 nos sirvieron para saber por qué en Malpartida de Cáceres se «coge el saure», en el de hoy las guerras con Portugal y la inseguridad con que se vivía en el siglo XVII nos permiten aventurar de dónde puede venir la locución «coger la punta» que nuestros antepasados solían utilizar antes de salir o emprender camino. Con estos episodios sólo pretendo hacer comprender, especialmente a las jóvenes generaciones, que la historia impregna las calles, las familias, las costumbres, e incluso nuestro lenguaje, aunque a veces no se le reconozca o pase inadvertida. Ale, os invito a «coger la punta» y leerse el artículo de cabo a rabo.
ARTÍCULO:
Pocos lectores malpartideños habrá que no hayan escuchado más de una vez expresiones del calado: «Anda, muchacho, coge la punta y ve a salirle a tu padre, que vendrá cansado» o «En cuanto oyeron la noticia, cogieron la punta y se vinieron al pueblo». Siempre me pregunté qué punta era la que se había que coger antes de emprender el camino y qué origen tendría esta alocución tan enraizada en la lengua de nuestros mayores cuyo significado hoy desconocemos. El diccionario apunta numerosas acepciones para la palabra «punta», la mayoría de ellas con la acepción de extremo o pequeña porción de algo. Expresiones con «punta» hay muchísimas: «estar de punta en blanco», «sacar punta de algo», «tenerlo en la punta de la lengua» o «estar alguien hasta la punta del pelo», por poner sólo algunos ejemplos. Pero tras mucho rastrear no he encontrado expresiones próximas a la de «coger la punta» como se emplea aquí, en el sentido de recomendación u obligación que no debe olvidar el que de manera inmediata emprenda un camino o inicie una tarea. Sólo en Barranquilla (Colombia) se dice «coger punta» con el sentido de fisgonear, mirar furtivamente debajo de la falda de las mujeres, expresión que, claro está, nada tiene que ver con la locución que aquí se emplea pues es extraño pensar que nuestros antepasados mandasen «coger la punta» para ir en pos de esos menesteres. En fin, ahí queda la cuestión.
Anotemos ahora unas breves pinceladas sobre la situación histórica en la que se generó aquel censo de vecinos con sus armas. Hacía poco, apenas 20 años antes de su redacción en 1687, había terminado la larguísima guerra con Portugal que a lo largo de casi tres décadas -entre 1640 y 1668- asoló con especial crueldad las tierras extremeñas, especialmente las próximas a la raya. Malpartida y toda la tierra de Cáceres se aprestaron durante la contienda en varias ocasiones a defenderse de inminentes invasiones del enemigo portugués. Por otra parte, también se padecieron los estragos producidos por la saña y los elevados coste y el temor a un ejército castellano compuesto en su mayoría por soldados de leva obligatoria, totalmente desmotivados, y por tropas mercenarias habituadas al saqueo y la rapiña, al mando de unos jefes inoperantes y corruptos. No era por tanto fácil en aquellos días andar por caminos y haciendas sin sufrir el asalto de la soldadesca, de prófugos y de gentes desarraigada que tenía poco que perder. Salir de casa y de los pueblos se convirtió en un peligro y toda una temeridad, más aún si debía hacerse en soledad, sin llevar siquiera un arma que pudiera defenderle a uno en un inesperado trance. Y es en esta situación donde, presumo, era altamente recomendable si no obligatorio «coger la punta» -o una de las armas de asta antes mencionadas- antes de emprender camino. De ahí, quizás, pueda venir la locución a la que nos referimos.
Todavía un pequeño apunte sobre otro instrumento armamentístico bien conocido por los malpartideños. Me refiero a la alabarda, un arma también de asta compuesta por una lanza de tres cabezas: una punta en su parte superior, y una hoja de hacha y otra de enganche en su parte transversal. Es cierto que muchas de las alabardas que conocemos incorporan a sus puntas una simbología religiosa de acuerdo con la función que hoy realizan como complemento del cuerpo de alabarderos, pero también es posible que dichos distintivos se hubieran agregado desde antiguo a estas armas como motivos o amuletos protectores. De ahí que en Malpartida de Cáceres haya todavía una partida de hombres que cada Semana Santa «coge la punta» para servir al Señor como sus guardadores.
Doctores hay en el campo de la filología que seguro puedan aportan más datos y ofrezcan mejor explicación sobre el origen de la locución «coger la punta» en el sentido como aquí la decimos. Por nuestra parte apuntamos esta.
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