POR PEPE MONTESERÍN, CRONISTA OFICIAL DE PRAVIA (ASTURIAS)
En una librería: “¿Tiene algo de Hemingway? -Tenemos El viejo y el mar. -Bien, deme El mar”. Yo leí y releí los dos, la historia de una ilusión y un fracaso; el mejor pescador de las Antillas devino en un viejo incapaz de hacerse con unos miserables arenques que llevarse a la boca, mantiene la esperanza de cobrar una pieza extraordinaria, al fin, tras una lucha desigual, captura un enorme pez espada, que amarra a un costado de la barca y, a pesar de sus esfuerzos para remar y espantar a los tiburones, llega esquilmado a la orilla. La gran aventura humana, plagada de riesgos y con muy pocas compensaciones, el destino del contribuyente asturiano y su lucha desmesurada con la Agencia Tributaria. Al final de la vida, queremos dejar a los hijos el fruto deshidratado de un trabajo ímprobo, arruinado por tasas e impuestos sin cuento, y llega el de sucesiones a zamparse la raspa.
Fuente: http://www.lne.es/