POR PEPE MONTESERÍN, CRONISTA OFICIAL DE PRAVIA (ASTURIAS)
En la Taberna Charli Champagn, en Segovia 17, Madrid, un atentísimo camarero nos tomó la orden para cenar: yo pedí merluza en tempura negra, emulsión de cigalas y tallarines de calamar, mi mujer tacos mejicanos de cochinillo al pibill, guacamole de cilantro y chipotle, otros taco de vaca con tierra de ajo y pan de arbequina, otros pollo de corral prensado con foie, castaña y ricota… No obstante, el camarero aseguró que lo que habíamos pedido era muy pesado para cenar y vivamente nos recomendó, como al resto de las mesas, tataki de atún rojo con ajo blanco y oliva negra, y nos convenció. Al cabo de un buen rato nos trajo la noticia de que el tataki de atún rojo se había agotado y sugirió lo que cada cual había pedido antes, pero nos levantamos y nos fuimos. Algo así los políticos: nos recomiendan su programa, nos convencen, los votamos y luego nos dicen que de su oferta nada de nada.
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