POR JOSÉ SIMEÓN CARRASCO MOLINA, CRONISTA OFICIAL DE ABARÁN (MURCIA).
Puede parecer una contradicción este título pero no lo es pues, refiriéndonos a nuestros Patronos Cosme y Damián, esta antítesis es una realidad que los define: pequeñez y grandeza al mismo tiempo.
No hay más que verlos para comprobar su pequeño tamaño, apenas llegan al metro de estatura pero, al mismo tiempo, son grandes, muy grandes pues consiguen que todo un pueblo se vuelque en su fiesta, que, a lo largo de los siglos, generaciones y generaciones les hayan dado un culto solemne y sentido, que año tras año la devoción hacia ellos no decaiga, sino que vaya en aumento.
Y esto lo hemos comprobado este año pues la ermita en su novenario ha estado repleta de fieles, de gentes de todas las edades además de la gran cantidad de personas que lo han seguido por la televisión. Y, tras el novenario, la procesión del 26, que siempre saca al pueblo a la calle, este año parece que aún ha salido la gente en mayor número.
Esta procesión es el eje, el centro de las fiestas y sin ellas estas tendrían poco sentido. No solo es la manifestación de la fe en unos santos mantenida a lo largo del tiempo, sino que es una de las señas de identidad de este pueblo; es por ello por lo que trasciende lo religioso para convertirse en una manifestación social que nos enraíza y nos ahonda en nuestras pasado, algo que no debemos perder sino potenciar y creo que es algo en lo que vamos ganando en los últimos tiempos.
Fue la del otro día una procesión realmente solemne, además de muy bien organizada, que, a pesar de ser día laborable, congregó a cientos de abaraneros/as ya sea dentro del desfile o fuera contemplándolo. Los dos tronos bellamente engalanados, una gran cantidad de huertanas participando, las reinas de todas las edades, directivos de las hermandades de Abaràn y de la del Santo Cristo de Cieza, una nutrida representación política local y regional (con consejera incluida), la representación religiosa, además del doble acompañamiento musical , formaron un cortejo del que podemos sentirnos orgullosos y afirmar que la del 2023 ha sido una de las procesiones más brillantes de los últimos años.
Pero esa brillantez sería algo puramente superficial si no respondiera a una motivación profunda como es la fe y la devoción de un pueblo por sus Patronos y, por suerte, a pesar de los tiempos complicados que corren, en Abaràn no se ha apagado, antes al contrario, se está revitalizando año tras año.
De esa misma solemnidad se revistió también la Misa de su festividad el día 27 que, presidida por el vicario de zona, también reunió a una gran cantidad de fieles.
Todo ello en un año en el que celebramos el 70 aniversario de la inauguración de su ermita, un edificio que no es uno más entre los del pueblo, sino que es referencia, símbolo, metáfora construida en ladrillo de una profunda fe, de una ancestral devoción, de un hondo sentimiento.
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