POR PEPE MONTESERÍN, CRONISTA OFICIAL DE PRAVIA (ASTURIAS)
No recuerdo a los reporteros de guerra vestidos con chaleco antibala y casco de acero, pero desde el pasado invierno advierto en los medios audiovisuales que las reporteras (casi siempre reporteras), apostadas a la vera de las cunetas nevadas, se presentaban ante la cámara con un gorro de lana calado hasta las orejas; yo, sin necesidad de otras imágenes o palabras, calculaba el frío de Teruel en función de sus gorros. Hoy el periodista in situ, stand up, requiere disfraz ad hoc. En las pasadas inundaciones todas las informadoras calzaban sus katiuskas reglamentarias, en cambio, en los incendios de Galicia y Gran Canaria no las vi con hacha y regadera; ni en las crónicas de sucesos exhiben capa, pipa curvada y gorra de visera, y, lo que es peor, en los calores agobiantes del verano, a efectos de refrescar a determinada audiencia, nunca vimos en tanga, en el puente de Triana, a Mónica López. Y llegará el otoño sin que caiga esa breva.
Fuente: https://www.lne.es/