POR JOSÉ ANTONIO FIDALGO SÁNCHEZ, CRONISTA OFICIAL DE COLUNGA (ASTURIAS)
Cuentan que en un examen para ingreso en el bachillerato, en tiempos de los años de 1950, el sacerdote examinador de religión preguntó a un niñín de 10 años el nombre de los cuatro evangelistas.
Respuesta del rapacín: San Juan, San Mateo, San Marcos y Don Lucas.
.- ¿Por qué don Lucas? , se interesó el sacerdote.
.- ¡Porque don Lucas era médico!, argumentó el niño.
.- Y continuó: «Y además es el patrono de los médicos junto con San Cosme y San Damián, que son los santos de mi pueblo».
Por lo que se ve, el buen rapacín ignoraba que San Cosme y San Damíán era médicos y, ¡claro!, no los trataba de don.
Son muchas las parroquias de Asturias que veneran a los Santos Mártires Cosme y Damián, aquellos hermanos gemelos, buenos médicos y mejores personas, que, testigos de su fe cristiana, fueron martirizados en tiempos de Diocleciano (sobre el año 300 de nuestra era).
La devoción al estos Santos Mártires se extendió por toda Europa a partir de los siglos IV y V y su fama de «santos milagreros» es patrimonio de muchos lugares.
Valdecuna, en Mieres (Asturias), es el lugar que elevó a rango de «Fiesta de Interés turístico», la celebración de los Santos Mártires; máxime cuando la exaltó Víctor Manuel San José con aquel cantar de:
«Por San Cosme y San Damián,
¡cuidado moza temprana!,
non pases al maizal,
no lu riegues con tus lágrimas».
Y es que a veces el estudio de las gramíneas, en noches de verbena, trae consecuencias inesperadas.
También lo advertía el refranero: «Si les fueyes del maíz falasen, ¡cuántes no casaríen que se casen».
Un servidor, que es de Colunga, ha de pregonar la fiesta de los Santos Mártires en Carrandi, que es parroquia montana en la misma falda del Sueve y que este fin de semana está de folixa festiva.
Y por proximidad a Villaviciosa, no debo dejar en el olvido a los Santos Mártires de Rales, que desde tiempos muy antiguos tienen fama de santos milagreros y a su misa acuden centenares de fieles devotos en petición de salud.
Bueno, pues como iremos de romería con la esperanza de que «alguien invite», prepararemos una tarta «ad hoc».
Para ello, ya elaborado un bizcocho «redondo» al modo acostumbrado, los cortamos horizontalmente en dos mitades. Sobre una de ellas, que hará de base, humedecida con un chorro de almíbar, se extiende una buena capa de crema pastelera.
Se cubre con la otra mitad del bizcocho, que también se humedece con almíbar.
Se adorna con merengue formando rizos y con frutas en almíbar (rojas, verdes, amarillas…).
Pues nada más.
Feliz fiesta de los Mártires… y la mocedad que se olvide de los maizales. Aún falta tiempo para les esfoyaces.