Se fundó, según se deduce de los citados documentos, siguiendo los pasos de la Cofradía de la Vera Cruz que se había fundado unos años antes en Toledo. Era esta una «cofradía de disciplinantes» y, por lo tanto, la de Priego organizó un grupo de hombres que salían a la calle con el torso desnudo y flagelándose con «azotes nudosos erizados de pinchos».
Esta costumbre, que derivó con frecuencia en escándalos porque algunos la practicaban más como teatro que como penitencia, quedó regulada en las primitivas constituciones de la cofradía, exigiéndose la práctica religiosa a los disciplinantes y el máximo decoro ante el público. Los disciplinantes «… irán vestidos de túnicas moradas con corona de espinas, una cruz en la mano y una calavera debajo del brazo; y en la otra mano una disciplina y su rosario, descalzos de piernas y con sandalias y sogas de esparto por cíngulos y a la garganta». Las flagelaciones quedaron prohibidas definitivamente en la segunda mitad del siglo XVIII.
Hacia 1642 llega a Priego la imagen de Jesús en la Columna, una escultura que ha sido atribuida a distintos escultores, aunque actualmente todos los estudiosos aceptan que fue realizada por el granadino Alonso de Mena. Para darle culto se creó, en el seno de la Cofradía de la Vera Cruz, la Hermandad de Jesús en la Columna.
Esta creación y el protagonismo de la nueva imagen provocó la decadencia de la cofradía hasta el punto de que en 1758, Antonio de Gámiz Aguilera, tras ser elegido hermano mayor de la cofradía, llega a un acuerdo con la hermandad para ejercer el cargo de forma vitalicia para él y para sus herederos a cambio de ciertos donativos anuales. Era una clara privatización de la cofradía que duró al menos hasta 1820, fecha en la que las dos entidades llegan a un acuerdo y unifican de nuevo sus cargos directivos.
Las fiestas de mayo
Otra creación de mucha importancia religiosa y cultural, que la Hermandad de la Columna comparte con otras hermandades de Priego, es el de las «Fiestas Votivas de Mayo». Es tradición que, a mediados del siglo XVII, las hermandades de Jesús en la Columna, la de Jesús Nazareno y la del Santo Entierro hicieron voto de celebrar solemnes cultos durante el mes de mayo, para que sus titulares libraran a la ciudad de los estragos que producían las epidemias de peste.
Otras investigaciones parecen demostrar que el mencionado voto no estuvo motivado por las epidemias, sino que se hizo para pedir abundantes lluvias que evitaran los graves periodos de sequía que se dieron durante aquel siglo y que provocaban persistentes hambrunas y la miseria absoluta de la población.
Fuera para evitar la peste o para pedir la lluvia, el hecho es que las fiestas de mayo tomaron tal auge que en algunos aspectos superaban a las celebraciones de la Semana Santa. Su carácter festivo, no penitencial, hizo que a finales del siglo XIX se produjera una sana rivalidad o competencia entre las tres cofradías antes citadas para superarse en la magnificencia y esplendor de dichas fiestas.
Gracias a esa competencia pasaban por Priego los mejores oradores sagrados de España, algunos de los mejores tenores de la época para cantar arias y plegarias durante las funciones religiosas, y las mejores bandas de música para acompañar los desfiles procesionales. En el caso de los ·predicadores· baste citar, en el caso de la Hermandad de la Columna, al magistral Manuel González Francés, de la Catedral de Córdoba en 1868 y años siguientes, o al canónigo Vicente Manterola que, siendo cura, fue diputado por Guipúzcoa en las Cortes de 1869.
En cuanto a la música, es bien conocida la estrecha relación que tuvo la hermandad con el compositor Juan Antonio Gómez Navarro, organista de la Catedral de Córdoba, que compuso una misa polifónica y una magnífica plegaria que se siguen interpretando hasta la actualidad en las fiestas de esta hermandad; ya en las últimas décadas hay que destacar al tenor Pedro Lavirgen, que durante veinte años reservaba fechas en su programa como cantante de ópera y zarzuela, para cantar en Priego en el domingo de Jesús en la Columna.
Y en lo que se refiere a bandas de música para acompañar el desfile procesional, podríamos citar a la Banda del Tercio de la Legión de Málaga o la de la Guardia Civil de la Academia de Valdemorillo. También son famosos los retablos florales que se montan y las rifas que se organizan subastando objetos regalados por los cofrades, rifas en las que se recaudan a veces cantidades astronómicas que permiten la financiación de estas hermandades durante todo el año.
El Prendimiento
Pero esa larga y fecundísima historia no impide que, en este 2022, en el que los cofrades están viendo luz al final del dramático túnel que ha sido el covid-19, sea precisamente el Prendimiento el que acapara la atención de quienes participan, como protagonistas o como espectadores, de las manifestaciones semanasanteras en toda España.
Dicen los papeles que guarda la Hermandad de la Columna, en su riquísimo archivo, que ya en 1642 debía representarse este drama litúrgico en el que reproducen las escenas de la pasión de Cristo: la institución de la eucaristía en la Última Cena, la traición de Judas que firma un acuerdo con los sumos sacerdotes, la oración en el huerto de Getsemaní y el apresamiento de Jesús por un escuadrón de soldados romanos. En aquellos tiempos los doce apóstoles y Jesucristo eran encarnados por sacerdotes, todos los cuales iban vestidos de túnicas, sandalias y rostrillos o caretas.
La pervivencia del Prendimiento a lo largo de los siglos es verdaderamente sorprendente, insólita, por dos motivos: primero porque la representación requiere una organización compleja y muy costosa para la hermandad; segundo, porque la persecución sufrida durante largos periodos de tiempo provocó la desaparición de representaciones similares en muchos pueblos y ciudades, mientras que la de Priego superó todas las trabas que a veces surgían dentro de la propia cofradía y todas las prohibiciones de los abades, de los obispos y de los gobiernos.
Prohibiciones y sabotajes
En la segunda mitad del siglo XVIII los intentos de la jerarquía eclesiástica, que asumía algunos postulados de la Ilustración, de reformar las manifestaciones religiosas populares, llevaron en varias ocasiones a suspender el Prendimiento; ya en 1792 no se pudo esquivar la orden del abad de Alcalá la Real, José Martínez Palomino López de Lerena, más conocido como el abad Palomino.
La hermandad consiguió el apoyo del obispo de Córdoba, que entonces lo era el prieguense Antonio Caballero y Góngora, virrey de Nueva Granada hasta poco antes, pero la representación del Prendimiento quedó prohibida. Hubo que esperar a la vuelta de Fernando VII para que se reanudara la representación, que fue de nuevo suspendida durante las revoluciones liberales. A partir de 1884 la continuidad ha sido la norma, si bien algunos años, de forma esporádica, no se realizaba por dificultades internas de la hermandad ya que hubo épocas de menor fervor cofradiero en las que no se encontraba gente dispuesta a participar activamente en la representación.
También ocurrieron accidentes que algunos interpretaron como actos vandálicos provocados por minorías que luchaban contra la religión católica. Así, según cuenta el poeta Carlos Valverde en sus Memorias íntimas y populares, en la Semana Santa de 1873, bien porque no se anclaran correctamente los tablones del escenario, bien porque hubiera una intencionalidad criminal, en el momento de la sagrada cena, al llegar a Judas el momento de la comunión, se hundió el tablado por uno de sus costados, resbalando por él los apóstoles y el Maestro sin que ocurriera otra desgracia que el susto consiguiente.
Realmente, Jesucristo y Judas Iscariote son los grandes protagonistas del drama que se representa. El personaje de Jesucristo ha sido representado siempre por un sacerdote; los prieguenses más mayores recuerdan en este papel al famoso Ángel Carrillo Trucios y también a José Camacho Marfil, que lo encarnó durante cuatro décadas, despidiéndose hace cinco años debido a los achaques de la edad. En la próxima Semana Santa hará de Jesucristo un sacerdote joven recién llegado a Priego, Francisco López López, quien ha manifestado que le hace una gran ilusión asumir este papel, aunque es consciente de la responsabilidad que lleva implícita.
El papel de Judas lo defenderá en cambio un veterano, ya que Tomás Sánchez Carrillo lleva 12 años tras la careta del Iscariote. Tomás es maestro albañil de profesión y antes de hacer de apóstol en el Prendimiento no tenía más conocimiento de teatro que el que le dieron en la ESO. Pero, según nos cuenta, desde niño le encantaba el Prendimiento y cuando le propusieron el papel de Judas no se lo pensó dos veces, a pesar de que algunos miembros de su familia le dijeron que no lo hiciera, «porque es un personaje con muy mala fama» e incluso algunos le pronosticaron que «trae mal fario». Tomás, sin embargo, piensa que Judas fue un personaje necesario en la pasión de Cristo, previsto en los planes divinos; también opina que en «realidad Judas amaba a Jesús, porque en cuanto se dio cuenta de lo que había hecho, se arrepintió».
Aparte de las escenas de la venta a los sumos sacerdotes y de la entrega en el Huerto de los Olivos, Judas protagoniza el momento final de la representación ya que, tras ver que los soldados se llevan a Jesucristo, se da cuenta de la gravedad de su traición y grita desesperado, desde su tardío arrepentimiento, lanzando finalmente la bolsa de las treinta monedas hacia el público para buscar después el alivio de la horca.
En ese último momento es ya un escuadrón de soldados romanos el que se ha hecho dueño de la situación, y es precisamente el escuadrón otra de esas instituciones sin las cuales el Prendimiento no tendría la brillantez teatral que tiene. Se fundó el escuadrón en el año 1700 y, por lo tanto, son muchas las batallas que ha vivido, pero en la actualidad es David Muela Aranda quien controla dicha fuerza militar.
En una de sus crisis periódicas, el escuadrón desapareció en 1972, y fue David quien consiguió en 2010, con el apoyo del entonces hermano mayor Francisco Candil, una verdadera refundación del escuadrón admitiendo a gente nueva y restaurando trajes, cascos y corazas de estilo Tercios de Flandes y de mucha antigüedad; una operación que costó más de 25.000 euros.
Hoy lo componen 12 soldados, más capitán y teniente, 12 sayones y una banda de cornetas y tambores con 26 miembros, a los que llaman chaquetillas colorás y que están dirigidos musicalmente por Javier Marín. Nadie cobra en la actualidad por participar en la representación, ni los apóstoles ni los sayones, ni los soldados ni los chaquetillas, pero no siempre ha sido así; cuenta el actual jefe del escuadrón que durante la posguerra, los hermanos columnarios de familias acomodadas, consideraban «degradantes» los papeles que iban a cara descubierta, y que eran personas muy necesitadas quienes aceptaban salir como sayones o soldados romanos, a cambio de una pequeña cantidad de dinero o simplemente de algo de comida y bebida. También el ángel que se aparece a Cristo en el Huerto de los Olivos para consolarle, tiene su historia: siempre fue un niño, hasta el año 1977 en el que el papel del ángel fue asumido por una niña, de nombre Angelines Ibáñez Medina, que se convirtió así en una pionera en la igualdad de sexos.
Otro momento importante para la pervivencia del Prendimiento ocurrió en 1978 cuando la hermandad consiguió que se hiciera una grabación de los diálogos y discursos con acompañamientos musicales, a fin de que el público pudiera entender perfectamente su contenido y el argumento de cada escena. Se hizo la grabación, que se sigue utilizando en la actualidad, en los estudios de Radio Sevilla, alcanzando una calidad extraordinaria. Pero desde aquella fecha, ya lejana, quien maneja cada año esa grabación es Antonio Miranda Uclés, que fue captado para el Prendimiento cuando tenía 13 años y formaba parte de una adoración nocturna juvenil. Su trabajo es crucial ya que debe ajustar los tiempos de la grabación al desarrollo de la acción que va ocurriendo en el escenario, lo que le obliga a parar el sonido en varios momentos para que la palabra y los gestos de los actores coincidan.
También son importantes los telones que conforman el escenario y las caretas tras las que se esconden los actores que interpretan a los apóstoles y a Jesucristo. La hermandad conserva ya como piezas de museo unas caretas que, al parecer, se fabricaron en 1853 y que fueron sustituidas por otras nuevas realizadas en 2012 por Rafael Toro Sánchez. Entre ellas resultan especialmente llamativas las de los sayones, que se distinguen por su diabólico rostro y por llevar un extraño gorro de forma cónica y llamativos colores. En cuanto a los telones, precisamente este año se van estrenar unos nuevos que han sido diseñados por Belén Muñiz y realizados por la empresa Tridium-Priego. Queda claro que el Prendimiento, además de quienes hacen de apóstoles, o de sayones, o de soldados romanos, tiene otros muchos protagonistas que normalmente pasan desapercibidos, pero sin cuyo esfuerzo la representación no sería posible; es el caso de Manuel Alcalá y Manuel García, responsables de organización, así como del montaje del escenario y de la coordinación del desarrollo del evento.
Pero entre todos los implicados destaca desde hace unos años María del Carmen Serrano Ceballos, de larga trayectoria en el mundo del teatro, que ejerce como directora de escena; ella considera que el Prendimiento, se caracteriza por un cuidado milimétrico y escrupuloso de la unión del texto religioso con el movimiento de los actores en escena. De hecho, durante los ensayos se realiza un elaborado trabajo con el cuerpo y con la gestualidad, ya que el rostro de los actores va cubierto de máscaras, como en la mejor tradición del teatro clásico greco-romano, lo que les imposibilita la expresión de la cara. Esta vinculación íntima, profunda, entre gestualidad del actor y texto, acerca esta singular expresión al teatro popular y a otras tradiciones escénicas, de manera que nos recuerda, y en no pocas ocasiones se asemeja, por su forma de actuar, al teatro clásico japonés cuando éste se nos presenta como teatro Kabuki, o como el «teatro del NO». Y es que, precisamente, es en estas cercanías estéticas en donde se manifiesta la indiscutible grandeza de esta particular manifestación teatral, pues nos muestra como un pueblo percibe su propia historia y como recrea sus tradiciones.
Bien de interés cultural
En 2018 se presentó ante la Consejería de Cultura de la Junta de Andalucía una solicitud para que el Prendimiento fuera incluido en el Catálogo de Bienes Culturales Inmateriales de Andalucía. La iniciativa partió de María del Carmen Rodríguez Martín, profesora de Historia del Derecho en la Universidad de Sevilla, quien, a través de su marido, Manuel Cano Pedrajas, conoció hace años la Semana Santa de Priego y quedó impresionada por dicha representación.
Con el apoyo del entonces hermano mayor, Francisco Adame Serrano, y de la junta de gobierno de la hermandad, se presentó el 9 de noviembre de 2018 una solicitud acompañada de un dosier realizado por María del Carmen Rodríguez, en el que se estudia el Prendimiento en sus aspectos histórico, etnográfico y musical, al que se añade un grueso apéndice documental en el que aparecen copias de las primeras constituciones, partituras musicales y otros documentos que demuestran que el Prendimiento es un «hecho cultural» de mucha antigüedad e inmenso valor.
La solicitud fue respaldada por un acuerdo adoptado por unanimidad en el pleno del Ayuntamiento de Priego celebrado el 26 de julio de 2018. De la misma manera, la nueva junta de gobierno de la hermandad elegida para el cuatrienio 2018-2022, y presidida por Andrés Linares Ojeda, respaldó y apoyo todos los trámites necesarios hasta la declaración.
La Consejería de Cultura y Patrimonio Histórico encargó al antropólogo Fermín Seño Asencio un informe que dictaminó favorablemente sobre los valores reseñados en la solicitud presentada por la hermandad. Una vez realizados todos los trámites pertinentes por los servicios técnicos y jurídicos de la Consejería, el Consejo de Gobierno de la Junta de Andalucía, celebrado el 11 de enero de 2022, acordó por unanimidad «inscribir en el Catálogo General del Patrimonio Histórico de Andalucía, como Bien de Interés Cultural, la actividad de interés etnológico denominada Representación del Prendimiento en Priego de Córdoba, cuya descripción figura en el anexo al presente decreto». El decreto 2/2022 de 11 de enero fue publicado en el BOJA número 10 de 17 de enero de 2022.
Para difundir los valores y la historia de este hecho cultural y religioso, la hermandad ha editado un librito y una tarjeta pendrive que contiene una excelente grabación de la representación realizada en 2018 por Canal Priego TV SL y que está siendo ya distribuida. Los hermanos columnarios son conscientes de la importancia de lo que han conseguido y están preparando con total responsabilidad la representación del próximo miércoles 13 de abril. Por lo tanto, si el tiempo meteorológico ni tampoco el tiempo-covid lo impiden, la de este año será una representación histórica: la declaración de BIC sitúa a la Hermandad de la Columna en la cumbre del espíritu cofrade a nivel nacional.