POR ANTONIO LUIS GALIANO, CRONISTA OFICIAL DE ORIHUELA
Al hablar de este tipo de telón no hemos de confundirlo con aquel otro, denominado como “de acero”, que sirvió para marcar la división herméticamente cerrada que, allá por 1946, se estaba produciendo en el frente bélico entre tropas soviéticas y occidentales. En concreto, nos estamos refiriendo a un elemento de seguridad que forma parte de un escenario, y que separa a éste del patio de butacas, sirviendo de cortafuego en el caso de producirse un incendio. Su efectividad, junto con la rápida actuación de los bomberos, se comprobó en el siniestro ocasionado en el Teatro Gayarre de Pamplona, el 20 de noviembre de 1968, tras la representación de la zarzuela “Luisa Fernanda” por la Compañía del Maestro Federico Torroba, de la que era director musical el oriolano Jorge Rubio. Con la caída de dicho telón se evitó la propagación del fuego y que el incendio no tuviera más envergadura. Sin embargo, cuatro décadas antes, el 23 de septiembre de 1928, la inexistencia de dicho telón, dio lugar a que en el Teatro Novedades madrileño fuera protagonista el fuego. Este teatro que había tenido con anterioridad otros destinos, siendo uno de ellos como circo, estaba construido íntegramente en madera y antes de este siniestro había sufrido con anterioridad dos conatos de incendio. En el momento del incendio se estaba representando la obra “La mejor del puerto” del maestro Francisco Alonso, cuando en el intervalo de cambio de cuadro del segundo acto, se produjo un incendio en los telares probablemente por un cortocircuito, destruyendo todo el edificio. Después, vino pánico de los espectadores, ocasionando 80 muertos y 150 heridos.
En Orihuela, también nos hemos visto sometidos a este tipo de siniestros, pero con mejor fortuna al no haberse producido víctimas. Este fue el caso que ocurrió en el Teatro de la Corredera, situado entre esta calle y la de Barberos, y que en el mes de junio de 1900 fue adquirido por Eduardo Romero Sansano, cuyo apellido pasó luego a dar nombre al citado teatro. El 9 de octubre de dicho año estando efectuándose reformas y montándose la instalación eléctrica, se produjo un conato de incendio al quemarse unos cables. Pero, la inmediata actuación de las personas que allí estaban en esos momentos, el siniestro no tuvo grandes consecuencias. La única vez que he visto caer el telón metálico, fue el 3 de marzo de 1998, en el Teatro Circo de nuestra ciudad. En esta ocasión, dentro de los actos organizados con el título “Hace 80 años Orihuela homenajeó a D. Fernando de Loazes”, en el que se rememoró íntegramente el programa del celebrado el mismo día de 1918, se estaba representando por el grupo de teatro Expresión que dirige Atanasio de Díe, el “boceto histórico” “D. Fernando de Loazes en las Cortes de Monzón”, original del Cronista Oficial de Orihuela, J. Rufino Gea, escrito exprofeso para dicha ocasión en el año de la “grippe”. Curiosamente, el papel de Felipe II que en esa fecha interpretó José Garrigós Marín, ochenta años después estuvo a cargo de Manoli García Gómez.
Volviendo a telón metálico, como decía, durante esta representación desde el escenario hacia el patio de butaca comenzó su andadura un cortejo que encabezaban unos frailes con antorchas, que provocaron tal cantidad de humo que automáticamente cayó el telón metálico con la sorpresa de los espectadores, algunos de los cuales que no conocían este artilugio pensaron que era parte de la escenografía de la obra. Por suerte, el tema no fue a más, y no se produjo daños materiales ni humanos.
Aspecto este último, del que no se puede decir lo mismo durante la representación en Sevilla, el 25 de julio de 1620, de la obra de Andrés de Claramonte “Onofre o el rey del desierto”, a la que asistía el nuncio de Su Santidad en España, el cual narraba así el siniestro: “acabado el postrer paso en que salía un ángel en una nube, comenzó a encender una vela que, por ser noche se subió arriba para las apariencias”, ocasionando un incendio de tal manera que “los comediantes huyeron todos, aunque el ángel se chamuscó todo” y San Onofre salió casi desnudo. El resultado al final arrojó el fallecimiento de 16 personas, sobre todo mujeres y niños.
En 1790, se construyó una casa de comedias en Orihuela a cargo del empresario Francisco Baus, en la calle Meca, tomándose una serie de medidas contra incendios, como fue el que estaba edificad en un terreno que lindada con calles públicas en tres parte de su perímetro y en la restante que era con una vivienda se dejó una separación de 5 palmos (1,15 metros aproximadamente). Se abrió un pozo de agua viva en el vestuario y otro en el patio. Se tenía la precaución de mantener una serie de cubos llenos de agua reservados para ser utilizados ante cualquier siniestro que pudiera producirse. Se utilizaron calidades de materiales más resistentes al fuego, y las luces del teatro estaban en “arañas de lata” y las de los corredores y aposentos quedaban recogidas en recipientes del mismo material “que encorva a la parte superior cubriendo la llama”. Así mismo, para la evacuación se disponía de tres escaleras y cinco puertas. Al tener en consideración todas estas medidas, el gobernador militar y político de Orihuela, Juan de Lacarte se daba por enterado de las mismas y autorizaba la celebración de comedias.
Así, con estos medios rudimentarios se protegía este coliseo. Después, llegaría el telón metálico que como recordamos, si era de acero no tenía nada que ver con su homónimo de carácter bélico.
Fuente: http://www.laverdad.es/