POR MARÍA DEL CARMEN CALDERÓN BERROCAL, CRONISTA OFICIAL DE CABEZA LA VACA (BADAJOZ).
Se dedicó a las artes de la curación y se la señaló como ‘pharmakis’, proveedora de lo que hoy serían fármacos.
Teórida de Lemnos fue una figura inquietante en la Atenas del siglo IV a.C., rodeada de un aura de misterio y peligro. Llegó a la ciudad desde la isla de Lemnos, territorio ateniense desde hacía décadas, una isla griega del mar Egeo, entre el monte Athos y los Dardanelos (Helesponto), situada al suroeste de la isla turca de Imbros.
Teórida se dedicó a las artes de la curación y, según las acusaciones, a la hechicería. A falta de pruebas concretas, se la señaló como pharmakis, proveedora de lo que hoy serían fármacos, que entonces eran brebajes y encantamientos, sería una especie de curandera o considerada como tal, de reputación dudosa, en una sociedad que miraba con recelo a quienes manipulaban sustancias y realizaban prácticas esotéricas.
Las fuentes de la época nos dan apenas retazos de su historia y fue Demóstenes, el célebre orador, quien más contribuyó a cimentar su leyenda negra en el discurso Contra Aristogitón.
A través de sus palabras, sabemos que el juicio de Teórida fue un acontecimiento notorio, una advertencia en la moral ateniense, es decir, algo ejemplarizante.
En algún momento en el tiempo, antes del año 323, Teórida fue juzgada y ejecutada junto con sus hijos. Pero no está claro el motivo y entre lo que se ha sugerido está el haber sido condenada por homicidio intencionado, asesinato, planificación de homicidio o asebeia, siendo la asebeia un cargo criminal de la antigua Grecia que imputaba por “profanación y burla de objetos divinos” o por “irreverencia hacia los dioses del Estado” o también por “falta de respeto hacia los padres y antepasados muertos”, por impiedad, que es el término por el que se traduce en español, estando en Atenas la mayoría de los juicios oficiados por tal motivo.
Todos los ciudadanos, incluido un tercero ajeno al caso, podían presentar esta acusación al Archon basileus. Este cargo aparece citado en escritos diversos de autores diversos como Aristóteles, Demóstenes, Polibio y Plutarco.
Los juicios eran públicos, en el Heliaia; y se dividían en dos etapas. En la primera de ellas, se establecía por la heliasts o dikastes, es decir la audiencia; y mediante votación, si el procesado era declarado o no culpable; y si la mayoría los declara culpables, porque las leyes no prescriben un castigo fijo, la audiencia en la Heliaia, en la segunda etapa del proceso, decidía el castigo.
Los castigos que se imponían y que han llegado hasta nosotros podían ser multas, exilio, muerte, confiscación de bienes y atimia que era la privación de derechos. De todos ellos, la muerte era la más común de las sentencias. No había derecho de apelación de la sentencia dictada y los magistrados de las once tribus: Las Once, ejecutaban o supervisaban la ejecución de la sentencia que fuese.
Han sobrevivido varios relatos del procesamiento de Teórida, que forman el relato más consecuente y detallado de un juicio por brujería que ha llegado hasta nosotros desde la Grecia clásica.
Demóstenes, uno de los oradores más relevantes de la historia e importante político ateniense, nacido en Atenas, en el año 384 a. C. y fallecido en Calauria, en el año 322 a. C., en su intento de desacreditar a Eunomo, hermano de Aristogitón y, tal vez, antiguo amante o protector de Teórida, aprovechó para señalar los presuntos crímenes de ésta y la acusa de contaminar a los esclavos, de instruirlos en prácticas hechiceras y, en última instancia, de lanzar «encantamientos dañinos» que habrían puesto en riesgo la vida de ciudadanos atenienses.
Filócoro, autor de obras sobre leyendas antiguas e historias de la Grecia Antigua, investigador sobre los usos y costumbres de los antiguos habitantes del Ática, afirmaría en cambio, que Teórida fue procesada por impiedad, una acusación tan ambigua como peligrosa dado los cargos que quedaban expuestos anteriormente y ya que implicaba transgresiones religiosas, dejando margen a interpretaciones arbitrarias.
Lo que convierte a Teórida en un personaje siniestro particularmente es la condena final que selló su destino, pues no sólo ella fue condenada, sino también sus hijos fueron ejecutados. Este detalle sugiere la gravedad con la que Atenas percibía su supuesta influencia, ya fuera envenenadora o promotora de hechicería.
No sabemos a ciencia cierta si fue acusada de asesinato mediante veneno, un delito que habría sido juzgado ante el Areópago; o si el proceso tuvo lugar en el Palladion, bajo cargos de conspiración. Pero aun así, la inclusión de sus hijos en la sentencia da pistas de que el delito, fuese cual fuese, se consideró una amenaza que debía erradicarse por completo.
Filócoro y otros cronistas helenísticos posteriores nos dejan entrever que Teórida podría haberse convertido en una figura mítica, una advertencia contra las pharmakis de la ciudad, las sanadoras que usaban pócimas, antecedentes claros de la farmacología, pues aquellas pharmakis navegaban en los límites de la ciencia y la superstición.
No hay duda de que su juicio, uno de los pocos por «brujería» en la Atenas clásica, ejemplarizante, hizo mella en la memoria colectiva y sirvió para reforzar los temores de una sociedad que no toleraba bien la intromisión y el ejercicio en los límites entre medicina y magia, ni mucho menos perdonaba a las mujeres que los cruzaban.
FUENTE: https://www.diariosigloxxi.com/texto-diario/mostrar/5093459/teorida-lemnos