TERMINÓ LA ‘CANÍCULA’ DEL 2016, LA MÁS ARDIENTE CONOCIDA
Ago 19 2016

POR DOMINGO QUIJADA GONZÁLEZ CRONISTA OFICIAL DE NAVALMORAL DE LA MATA (CÁCERES)

canicula

Con el término “canícula” se aplica en Meteorología a la época más cálida del año, que en nuestro país suele asociarse al período comprendido entre el 15 de julio y mediados de agosto, o entre las dos vírgenes (la del Carmen y la Asunción). Su nombre deriva del latín (“can-canis”, Días de perros…). Y es evidente que tiene su origen en la antigüedad, relacionado con la constelación Can Mayor, cuya estrella Sirio (“La Abrasadora”) salía en estas fechas (ya lo hace a primeros de septiembre). Y la explicación es fácil: verticalidad de los rayos solares, horas de sol, bajas térmicas o dorsales sobre la Península con entrada de aire africano, etc.

Aunque fuera de esos límites también pueden aparecer “olas de calor” puntuales y llamativas: sobre todo en la última semana de junio (“Entre San Juan y San Pedro, cuando más calienta el Sol…”) y primera de julio («Por San Fermín, el calor no tiene fin«); lo habitual es que sucedan entre estas fechas señaladas («De Virgen a Virgen, los sesos se derriten«), última semana de julio («Santiago, el caballero, calienta como un brasero«) y en diversas fases de agosto («Julio agota y agosto acogota«).

Cuando los valores exceden de lo tolerable (generalmente, la temperatura del cuerpo humano, en torno a los 36’8º C) sus efectos son nocivos, especialmente para enfermos, niños y ancianos (y en cierto trabajos). Incluso en tiempos pretéritos se acompañaba de graves enfermedades, caso de la peste, gastroenteritis y cólera, paludismo, tifus y un largo etcétera. Todas ellas de fácil explicación y relación causa-efecto.

Y así sucede a menudo, tanto a nivel general (como la ola de calor europea de 2003, o la norteamericana de 2006), nacional (las españolas de 1994, 1995, 2003 y 2010) y local (las de Navalmoral en el 2015, 2010, 2005, 1998, 1990, 1989,…). Así, este verano tan caluroso de 2016, con un mes de julio que ha sido el segundo en el apartado térmico tras el del año pasado, pero que si nos limitamos a los 32 días que comprende la Canícula resulta que lo ha superado en ese período (29’3º de media en el 2015 y 30’15º este año), lo que hemos ido sufriendo día a día y noche a noche.

Por consiguiente y centrándonos en el contexto actual, ayer finalizó la cronológica canícula del 2016 que, como hemos podido sentir y padecer (sobre todo los que no disfrutamos con las altas temperaturas), este año ha sido similar a la del año pasado: muy cálida.

Además, ya han transcurrido casi dos tercios del verano y, de acuerdo con nuestros registros, en este período la temperatura media ha sido de 28’97º (dos por encima de la media global). Con quince ocasiones en las que el mercurio se aproximó o superó los 40º, siendo la máxima absoluta los 41’3º anotados el pasado 26 de julio. Con una destacada “ola” de calor, que precisamente ha coincidido con la Canícula; aunque, por fortuna, las “noches tropicales” o agobios nocturnos no han sido muy significativos (sólo en cinco ocasiones la temperatura mínima se aproximó o superó los 25º, que es el umbral señalado para que se produzca el malestar noctámbulo). Casi todo ello debido a que han predominando los vientos del Este, que caldean el ambiente.

Ya vino el aire solano, madre,
tórrido, africano;
que desciende mansamente de los Cerros,
cuando el viento se calma por las tardes,
abrasando Navalmoral y el Arañuelo.
La ciudad está desierta.
Los árboles dormitan. Quema el suelo.
Sólo el acompasado gemir del aire acondicionado
y el chirriar estridente y monótono de las cigarras en el Parque
perturban la ardiente y somnolienta tarde.
Hasta que llegue la balsámica aurora.
Y, así, otra vez mañana. Y una tarde más.
Y las que vendrán…

Y, como aún nos queda un mes del estío por recorrer, a pesar de que las temperaturas comienzan a suavizarse en estas últimas horas (y tal vez en los próximos días) es evidente que, por mucho que haya finalizado la canícula, proseguirá el verano (con sus lógicos vaivenes térmicos a partir de ahora).

Pero nos queda un rayo de esperanza: como las noches son cada vez más largas y la incidencia de los rayos solares es más inclinada gradualmente, las horas nocturnas son progresivamente más frescas («En las madrugadas de Agosto, pasa frío el viejo y el mozo«; o, «En la Natividad de María, fresca la noche y caliente el día«). Además, tenemos el ejemplo de año pasado, con un verano similar pero que en septiembre se moderó.

Aunque Dios tiene la última palabra…

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