Guardamar, población que entonces contaba con algo más de tres mil habitantes, sufrió el terremoto del 21 de marzo, pero fue destruida por el del 23 de marzo; la Gaceta de Madrid publica: «Casas totalmente destruidas: 557. Idem la iglesia, la ermita de Santa Lucía, la fortaleza donde se hallaba la artillería, los restos de las murallas y castillo, dos hornos, dos molinos harineros, dos almacenes, res molinas de aceite y el puente principal del río bastante quebrantado. Cuatro personas muertas y veinticinco bestias de labor».

Torrevieja, junto con su anejo La Mata, fueron auténticas protagonistas de la catástrofe. Cuando ocurrió el terremoto Torrevieja contaba con 1.943 habitantes, a los hay que agregar los de La Mata, que eran 176. En la relación de daños de Larramendi figura con 32 muertos y 67 heridos. Muchos heridos fueron trasladados en barcos a Alicante y en sus hospitales algunos morirían. El número de casas destruidas fue de 534 y ninguna quebrantada, por lo que se comprende la destrucción total del pueblo; en el lenguaje del anónimo eclesiástico redactor de una carta fechada en Orihuela el 24 de marzo: «…la villa de Torrevieja in integrum asolada con muchísimas desgracias de personas».

En el archivo parroquial de la Inmaculada Concepción, y en el Libro de Defunciones del año 1829, al folio 157, figura la inscripción núm.10, que empieza así: «En la Población de Torrevieja, a los 21 días del mes de Marzo de 1829,murió de desgracia, por causa de los terremotos, el Dr. Dn. José Sánchez, Cura propio de esta Parroquia Iglesia, y fue enterrado en el Cementerio al día siguiente». A continuación figuran las inscripciones de los padres del párroco, Pedro Sánchez, de 60 años, e Inés Perea, esposa del anterior, que, también de 60 años, quedaron sepultados bajo las ruinas de la iglesia y sobre los cuales cayó la torre del templo. Siguen a continuación otras 18 inscripciones más, de los que se dice: «Murió de desgracias, por causa de los terremotos». En otro libro, Mortuorio de Párvulos, se hallas inscritos otros cuatro más. En resumen, en el archivo parroquial consta la inscripción de 25 fallecidos por terremotos.

El lunes, 23 de marzo, el obispo Félix Herrero Valverde visitó Almoradí, Benejúzar, Rafal y la vicaría o caserío de San Bartolomé. Habían transcurrido entre 38 y 40 horas del catastrófico terremoto y se procedía, sin orden ni concierto, a desescombrar y enterrar a los muertos. Los heridos estaban faltos de la más primaria asistencia. Organizó el obispo una columna de carros y de 120 hombres a pie que, a hombros, llevaron hasta Orihuela a 31 almoradideños y a 9 benejucenses, «fracturadas las piernas y brazos, y algunos en peor estado».

Los supervivientes de todas aquellas poblaciones se hallaban viviendo en chozas, barracas y tiendas de campaña. Dentro de las terribles desgracias algunas personas se salvaron milagrosamente. Lo más singular fue que un niño de 11 meses pudo vivir cinco días sin alimento alguno y debajo de las ruinas. Fue hallado bajo de un triángulo que formaron dos trozos de pared, y estaba al encontrársele en acción de mamar del pecho derecho de su madre, que fue muerta sin duda al hundirse la casa, pues ya estaba corrompida al descubrirla. El cómo teniéndola su madre en los brazos pudo salvarse, habiendo ella enteramente estropeada y muerta, sólo Dios puede saberlo. El niño de una buena fisonomía lo tomó a su cuidado el obispo de Orihuela, encargándose además de la manutención de 200 huérfanos, de los que quedaron tantos que pasaron de los 700 en la Vega Baja.

FUENTE: https://www.informacion.es/opinion/2023/02/11/terremoto-82810121.html