POR FERNANDO JIMÉNEZ BERROCAL, CRONISTA OFICIAL DE CÁCERES
La mayor parte de los espacios utilizados para el establecimiento en la ciudad de los diferentes servicios públicos -sanitarios, culturales, judiciales, religiosos, militares o educativos- se valieron de la concesión gratuita de terrenos municipales para que esos organismos y el esfuerzo del Ayuntamiento en lo relativo a su adquisición, redundaran en el desarrollo de la población. Algunos de esos terrenos cumplieron con creces sus objetivos durante el tiempo que les fue posible, pero el paso del tiempo y los diferentes cambios en los factores para lo que fueron cedidos, ya no existen y, en muchos casos, la función para la que fueron solicitados estos terrenos, se desarrolla en otros espacios más modernos y mejor adaptados la las necesidades del tiempo presente. Terrenos que casi nunca vuelven a su justo propietario, el Ayuntamiento o, lo que es lo mismo, el pueblo de Cáceres. Podemos poner como ejemplos destacados la antigua Prisión Provincial de Cáceres, lo que queda, después que el Estado enajenase gran parte del solar original sin que el Ayuntamiento percibiese un mísero céntimo, del Cuartel Infanta Isabel o el solar del que quiero escribir la presente crónica, el que sería dedicado a la construcción de una nueva Escuela Normal de Magisterio, en la Avenida Virgen de la Montaña entre 1932 y 1935.
El 30 de diciembre de 1929 el Ayuntamiento acuerda conceder un solar, junto a la estación de ferrocarril y 100.000 pesetas para la construcción de una nueva Escuela Normal y Escuelas Anejas agregadas a ella. Este ofrecimiento al Ministerio de Instrucción Pública, viene provocado por la situación en la que se encontraba la Escuela Normal de Cáceres que desde su ubicación en la ciudad, allá por 1842, no había tenido unas instalaciones dignas. Inicialmente estuvo ubicada en una casa de la calle Amargura y posteriormente, en la antigua residencia de Jesuitas en la Plaza de San Jorge. Debido a las insuficiencias que presentaba la veterana escuela, el Ayuntamiento decide prestar su apoyo, para que los futuros maestros se puedan formar en un nuevo Centro, que disponga de todos los recursos necesarios; ventilación, luz, calefacción, espacios deportivos, aulas, laboratorios, biblioteca, etc… Sin duda un importante avance para que la nueva escuela pueda desarrollar su tarea pedagógica.
Descartado el solar ofrecido junto a la estación de ferrocarril, por su distancia al centro de la población, se opta por otro en la nueva calle que en esos momentos se venía ejecutando, que debería unir el céntrico Paseo de Cánovas con la actual Plaza de Colón. El problema, como casi siempre, era que el Ayuntamiento no tenía terrenos propios en ese lugar por lo que debe adquirir fincas privados para poder construir el nuevo centro educativo. Concretamente se adquieren sendas propiedades de Pedro Librado Jabato, 2.290 M² y de Adolfo González Cotallo, 2.039 M², por las que se pagan a 1 peseta el metro. También se adquiere, por donación gratuita al Ayuntamiento de Cáceres del propietario Fernando Valhondo Calaff, 4.703 M², «por tratarse de obra que supone beneficio para la ciudad», según manifiesta el propio Fernando Valhondo en su carta de donación. Era el mes de agosto de 1931.