POR JOAQUÍN CARRILLO ESPINOSA- CRONISTA OFICIAL DE ULEA (MURCIA)

El rumor de los agricultores de «los tollos» y, también, los del pueblo, no pasaba desapercibido y, por consiguiente, cada vez veía nuevas caras, que impartían sus conocimientos en distintas facetas de a agricultura, agricultores y cometidos en las distintas faenas de la huerta.

Sin lugar a dudas, muchos eran los que dudaban de dichas reuniones y de los temas que trataban, cuando la mayoría de los agricultores del predio de «los tollos», eran iletrados; o poco más.

Este fue el caso de dos uleanos que trabajaban por cuenta ajena y, además cultivaban sus tierras. Sí, hartos de escuchar de lo que allí se hacía, un buen día se acercaron de forma tímida—como ellos eran en sí–, los vecinos de Ulea Carlos España (El Cascos), casado con Bienvenida López Martínez–Hija de la tía Joaquina de Basiliso y prima hermana de  Joaquín Carrillo (el muebles) y, el también vecino de Ulea «El tío Torres», casado con «la Velera». Ambos se dedicaban a la escarda de los árboles cítricos: naranjos, limoneros y mandarinos.

En la primera ocasión fueron todo oídos. Eso sí, se llevaron su bolsa con el almuerzo y dieron buena cuenta en compañía de los demás contertulios. En la segunda ocasión subió Carlos a la lomilla del canal del agua– junto al tronco del célebre almendro– y expuso, cómo y cuando se debía hacer la escarda. Dio una completa lección, al decir que se debía hacer cuando al árbol apenas le corría la savia—en época de verano— y evitar escardar en otras épocas porque los cortes podían engomarse. En esta época lo que si se debía hacer era limpiar los pollizos que brotaban junto al tronco de los árboles; porque absorbían, casi toda la energía de la savia.

El tío Torres sonreía  y, acompañando a Carlos, se dirigió al personal del SANEDRÍN  corroborando cuanto dijo y, además añadió: trabajamos en armonía, porque, sin ella, la vida no merece la pena vivirla. Poniéndose muy solemne, se despojó de su inseparable boina, se atusó el poco cabello que le quedaba y, sacando—ambos—la Biblia, nos leyeron dos epístolas de San Mateo.

Siempre llevaban la Biblia en el bolsillo y, durante los descansos de sus tareas, los dedicaban a sus lecturas bíblicas

El grupo de personas reunidas, por boca de Pepe Ríos, le agradeció dicha lectura y le dijo que respetaba sus ideas religiosas, pero qué, en lo sucesivo, solo hablaran de las personas y las tareas de sus gentes en la agricultura y ganadería.

A Torres no le molestó y se observó en el ambiente un respeto enorme hacia las creencias religiosas de los demás.

Torres se sentó sobre el lomo del canal  de riego. y se permutó con Carlos España quien dijo: Como sabéis soy palmero y con frecuencia estoy subido al tronco de las palmeras; bien para machear las uvas de dátiles, o bien para escardarlas, o bien para cortarlas y hacerlas descender con su sistema de cuerdas en forma de poleas.

Los dátiles de las palmeras de secano suelen ser más dulces que las de regadío y su fruto es muy alimenticio y lo utilizan los sanadores como muy conveniente para el crecimiento de los niños y para la circulación de la sangre. También nos regaló una bonita anécdota ¿Sabéis por qué me llaman «Carlos el de Cascos»?….Esbozó una sonrisa y nos dijo: cuando uno está subido en lo mas alto del tronco de la palmera, el poco o mucho aire que nos da allá arriba, nos pasa silbando y haciendo un ruido ensordecedor. Por tal motivo, mi mujer, Bienvenida, me compró unos cascos para que no me molestara. Ese fue el origen de apodo, en Ulea, desde que tenía 25 años.  Nos dieron lecciones de la escarda de los árboles cítricos y del trabajo de palmero y la confección de palmas con adornos, para la Semana Santa

 FUENTE: Joaquín Carrillo Espinosa—Cronista Oficial de Ulea