POR JOAQUÍN CARRILLO ESPINOSA- CRONISTA OFICIAL DE ULEA (MURCIA)
De los agricultores del paraje de «Los Tollos»», habían algunos que residían en cuevas o casas de la huerta, dentro de su propia finca. Es el caso de Francisco Rodríguez» EL TÍO DE LA PIPA».
Casado con Josefa López «La de Gallina» , tenían tres hijos; a saber, Ginesa, José y Vicente. Los dos varones se marcharon a vivir al pueblo de Ulea y Ginesa, se casó con José María Cutillas Abenza y se quedaron a vivir muy cerca de ellos, en la finca de Miró, colindante con la de la familia Ríos.
El tío de la pipa, era un personaje singular en el predio de «los tollos». Cultivaba sus tierras colindantes con las de Joaquín Carrillo «el de los muebles», por el noreste, y con Ángel Martínez «El Alguacil», por la costera suroeste.
Al amanecer cada día, con su sombrero de paja, su pantalón de pana, sus esparteñas y su sempiterna pipa de tabaco en los labios, se sentaba resguardado del frío y del sol, según la época del año y, con sus agujas de pleita, manipulaba el esparto crudo que había preparado, con el fin de realizar todo tipo de prendas de esparto, útiles para las tareas del campo y de la huerta, para arreos de las bestias de carga, revestimiento de objetos caseros, tales con orzas, tinajas , botijos, capazos, cestos y, sobre todo, «esparteñas».
El esparto que recogía de las atochas de la ladera de Verdelena, lo preparaba bien y su trabajo fue muy exitoso y reconocido por todos los entendidos en la materia.
En sus idas y venidas a casa de su hija Ginesa, un día se encontró que a la hora del almuerzo, había un grupo de agricultores, al amparo del almendro de la familia Ríos Torrecillas y Ríos Carrillo. Aunque ya había oído rumores con anterioridad, ahora había comprobado que era real cuanto le habían contado.
Sin protocolo alguno, se adentró en la finca y se sentó con todos quienes allí estaban almorzando y pudo comprobar que hablaban entre sí e intercambiaban opiniones, todas ellas en materia de la agricultura y sus agricultores.
Se quitó el sombrero, se atusó el poco cabello que le quedaba y su cuñado José López «El Gallo», le instó a que hablara sobre su arte en el manejo del esparto y su célebre aguja de pleita.
«El tío de la pipa» sonrió y, tras acabar el almuerzo, se dirigió a Pepe Ríos, el dueño de la finca y animador de estas amenas tertulias, cuyo eje central se basaba en la cultura de la huerta, sus labores, sus cosechas y la laboriosidad de sus abnegado agricultores. Pepe Ríos, le dijo: ¡¡adelante!!
Con una sonrisa cómplice le dio la bienvenida y, «el tío de la pipa, exprimiendo su bota de vino decía que para remojar el galillo, se puso a hablar sobre el trabajo con su aguja de pleita y la cantidad de enseres que se pueden hacer con el esparto: bien crudo o maceado.
El tío de la pipa, nos dio una gran lección de artesanía útil para la agricultura, los caballerías y utensilios domésticos. En efecto, un nuevo sabio nos describió todo cuanto hacía y sabía
FUENTE: EL CRONISTA