POR PEPE MONTESERÍN, CRONISTA OFICIAL DE PRAVIA (ASTURIAS)
Toda tesis e hipótesis de Francisco García Pérez tiene enjundia; yo voto por él desde una magistral en el Campoamor, en 1991, sobre «El espejo del mar». Conrad, Benet, Cervantes…, y el pasado miércoles Alberto Méndez y «Los girasoles ciegos», en el Aula del Rector Alas, como final de curso de un taller literario que modera Eduardo San José. El de Pumarín no ha publicado muchos libros, aunque sí miles de artículos impresos e impresionantes conferencias, y cuando le preguntan si está escribiendo algo, cita a Enrique Santos Discépolo: «Algún día escribiré mi gran obra, entre tanto me dedico a los tanguitos»; el porteño, antes de morir de un síncope, cayó en la cuenta de que su gran obra fueron los tangos; ahí queda «Cambalache», «Yira, yira»… La obra maestra del emérito García son sus tesis e hipótesis literarias, que, ex cathedra, publica a viva voz. Escuchadlo. ¡Chist!
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