POR MANUEL GARCÍA CIENFUEGOS, CRONISTA OFICIAL DE MONTIJO Y LOBÓN (BADAJOZ)
No hay en la plaza lujo de pórticos, tan solo en la Casa Consistorial. Una campana, al entrar, saluda con esta leyenda: “Soi de el Pueblo. Año de 1847”. En la parte superior de la fachada se anuncia una de las obras realizadas por el Consistorio: “Reedificose esta obra de el Ayuntamiento deella, año de 1843”. Junto a él, la calle del Coso, que en otros tiempos fue lugar por donde se corrían toros y paso obligado de procesiones y cortejos. En el otro lateral, hacia la calle Cinco Casas, estaba la vivienda de la familia Codes, casa en la que se asentó el Centro Republicano, el Cuello Duro, el Bar España de Alejandro Martín y luego de sus hijos, hoy sede de los Juzgados.
En el otro extremo de la plaza, frente a la Casa Consistorial, el caserón que levantó Vicente de la Torre Liaño, que fue alcalde, y Petronila Álvarez Araujo, hija del administrador del Conde de Montijo, Pedro Álvarez Vadillo. Después, Ramón Cueto Arduengo y Carolina de la Riva González, fortalecieron la casa, le dieron nombre y fama. El primero era asturiano y la segunda hija de las tierras de Cameros, en La Rioja. Él dedicado al mercado y trata de esclavos de color, de ahí el calificativo de la casa: navegante, negrero, embarcado. Ella hija de comerciante y rematante de puestos públicos.
Junto a la Casa del Navegante, en la casa del azuagueño, de origen catalán, Fernando Mantellé Barceló se daban bailes y ofrecían bebidas espirituosas, hasta que la Sociedad ‘El Progreso’ la compró para acoger en ella la sede del Círculo Cultural del Artesanado, vulgo, el Casino de toda la vida. Lugar que, como la vida, ha ido cambiando de afanes y destinos. Basta decir que en él ya no se refugian académicos y notables. Tampoco es lugar para desorientados y abatidos. Es nuestra Extremadura profunda de latifundios, cotos y casinos.
NOTA. En 1895, se anunciaban en el periódico local “La Cotorra” dos negocios que estaban en la calle Coso (hoy Antonio Maura), “La Montijana”, fábrica de vinos de José Moreno Pereira y la sastrería de Bernabé Rodríguez Mesa. Ambos estaban en las antípodas en sus ideologías políticas y creencias.