POR JOSÉ MANUEL TROYANO VIEDMA. CRONISTA DE LA VILLA DE GARCIEZ (JAÉN)
Don Camilo José Cela a su paso por el Puente de Mazuecos, lugar donde confluyen las aguas del Río Cuadros –(Bedmar/Garciez)- con las del Río Grande de Andalucía, el Río Guadalquivir, nos relata su “encuentro” con estas desconocidas tierras en su Primer Viaje Andaluz (1959), tras haberse extraviado “con gusto por estos caminos”, con este conmovedor relato del paraje y la escena bucólico-pastoral que en él se produjo:
“El Guadalquivir, a medio andar, es río que se enseña turbio y de manso y reposado fluir. A poco del puente por el que salta la carretera, el arroyo Bedmar, que pasa por Garciez, le brinda su flaca contribución. Cada cual, bien lo sabe el vagabundo, da lo que puede. Una yeguada de buen ver pace la fresca yerba y la cigüeña, que es ave amiga del caballo, le limpia de bichas –tocad madera- el blando y engañoso suelo del praderío. Por el cielo, los aviones y los vencejos persiguen, gimnásticos e incansables, el espantado mosquito zumbador. Una libélula de cuerpo a franjas coloradas y azules salta, de piedra en piedra, volando a ras del agua. La mariposa amarillo limón de los juncales revuela –recoleta y llena de suave elegancia- dando leves, ingrávidos bandazos. Un grillo solitario se afana en aclarar su rezo y, sirviendo de fondo al paisaje y a todo su rumor, el canto de la chicharra, hondo y multiplicado se escucha como naciendo del aire, del agua y de la tierra. El vagabundo, de dichoso como está, se siente un pequeño fray Luís. A media legua del puente y a la izquierda, sale el camino que lleva a Bedmar, donde el arroyo nace -(se refiere al río Cuadros)-, y a Albanchez, en su albaidar…”.
Sigue su camino y entró en la villa de Garciez, desviándose a la izquierda de la carretera que le llevaría a Mancha Real y luego a Jaén. En dicha villa, tras visitar su Palacio renacentista y su iglesia parroquial de la Asunción de Nuestra Señora, justo a la entrada de la villa, a Don Camilo le ocurrió en 1959 la siguiente anécdota que denominó: El infeliz de Garciez: “Un galán sin sentido –el ojo bizco; el bozo, incierto; el moco en la nariz; el mozo, entero él, una calamidad- pide limosna al vagabundo. -¡Anda y déjalo –le gritan-, a buena parte has ido!. El vagabundo, viejo amigo de los dulces y amargos –que todo son y al tiempo- tontos de pueblo, rebusca en su bolsillo y le da, en perras gordas, sesenta céntimos. El garzón, con su preciada carga, salió de estampía como un conejo y al poco rato volvió –la felicidad pintándosele en la cara infeliz- con dos rosquillas. -Tome, una para usted”. A la mañana siguiente, aún de noche, salió el vagabundo para Mancha Real y “a una legua de Garciez, poco más o menos, sale el ramal que deja en Jimena, en su alegre laderilla…” (1).
(1) CELA, Camilo José.Primer viaje andaluz. Notas de un vagabundaje por Jaén, Córdoba, Sevilla, Huelva y sus tierras. Ediciones Destino, S.A. y Planeta-De Agostini, S. A. Barcelona, 1990. P. 127.
FUENTE: J.M.T.V.