POR PEPE MONTESERÍN, CRONISTA OFICIAL DE PRAVIA (ASTURIAS)
Los romanos plantaron olmos en los costados de sus calzadas; en la Edad Media los caminos se flanquearon con chopos y en el siglo XIX proliferaron las acacias, aunque a mediados del siglo XX fueron eliminándose de los bordes de las carreteras para que el MOPU los sustituyera por acolchadas adelfas, piorno, genista y el plumero de la Pampa. Hace unos días, bajaba del pico Pierzu y en el barrio de Dubrio, en San Juan de Beleño, vi la escultura que “ponguetos agradecidos” dedicaron a Venancio Díaz Muñiz, indiano que a finales del siglo XIX trajo de América el plumero, aunque la plaga surgió medio siglo después, cuando llegó al puerto de Santander, procedente de Argentina. No obstante, del plumero de la Pampa se obtiene celulosa; en los pétalos verdes que forma la A-63 en su enlace de Latores con la N-634 brotan millares de plumeros, materia prima bastante para una edición en papel este periódico. Ahí lo dejo.
Fuente: https://www.lne.es/