POR ÁNGEL RÍOS MARTÍNEZ, CRONISTA OFICIAL DE BLANCA (MURCIA)
En Blanca, que aparece en la historia en 1281, con el nombre de Negra, se tenía claro que en algún lugar debía estar el cementerio islámico, difícil de encontrar dado que se ha reedificado sobre la primitiva población, pero la casualidad lo descubrió, en 1999, cuando se procedía al desfonde del solar situado en la calle Mayor, lindante con la calles Villar y Pinar, para proceder a la cimentación del edificio que se iba a construir: En él se descubrió una maqbara, seguramente del siglo XII-XIII. Las tumbas encontradas siguen el rito funerario musulmán: fosas simples abiertas directamente en la tierra, de una profundidad alrededor de un codo y el cuerpo en posición de decúbito lateral derecho. El estudio de este lugar lo realizaron Juan Antonio Ramírez Águila y Jesús María Molina Molina.
El funeral era muy simple e igual en todo el mundo musulmán. Se recomendaba a los almuédanos llamar a la gente al funeral solo a la puerta de la mezquita; era costumbre llevar las angarillas mortuorias a hombros.
Cuando moría algún miembro de una familia pobre, las mujeres se embadurnaban la cara con hollín, gritaban y se lamentaban, se laceraban el pecho y las mejillas. En los rituales funerarios, el primer acto que se hacía era el lavatorio del cadáver; luego se le vestía camisa nueva y se le envolvía en sábana de lino. Si era rico llevaban al difunto al cementerio sobre parihuelas nuevas que previamente habían sido untadas con aceite de albalia; precedía al difunto un cortejo que incluía a sus tíos, hermanos, hijos, visires, altos cargos y juristas (estos tres últimos si era príncipe), seguían comerciantes y artesanos. Desde el siglo XI el color de luto fue el negro. Los cementerios eran muy austeros, los cadáveres reposaban de costado, en estrechas fosas, mirando hacia La Meca; las humildes sin inscripción alguna.
En la parte inferior está el foso encontrado.