POR ÁNGEL RÍOS MARTÍNEZ, CRONISTA OFICIAL DE BLANCA (MURCIA).
El principal problema para construir el cementerio era la falta de fondos: ni la iglesia ni el Ayuntamiento tenía dinero, al igual que tampoco lo tenían los vecinos. De ahí que notificación para acá y respuesta para allá pero inviable la construcción. El Gobierno superior de Murcia, en enero de 1814, les dictaminó cómo se debía sufragar la construcción: el dinero provendrá de los diezmos de la iglesia, del fondo para los pobres y de los caudales públicos; los terrenos los aportará el Ayuntamiento.
El tiempo pasaba y todo seguía igual, se había comunicado el lugar que a la Junta de Sanidad le pareció más adecuado: Barranco del Calvario Viejo pero, como ya se ha dicho, por falta de fondos no se ha realizado nada, por falta de dinero, siendo el único contribuyente S. A. R. el Comendador D. Francisco de Paula, quien se comprometió a donar seis mil ducados con que se inicie la cerca de la obra, según instrucciones de D. Fernando Queipo de Llano, encargado por su alteza de la Encomienda de Ricote.
El 9 de agosto de 1825, la Junta Superior de Sanidad envía un comunicado en que se advierte de la posible multa de 100 ducados, caso de no enterrar a los muertos fuera de la población. La Corporación se reúne en 13 de agosto y, efectivamente, no hay cementerio alguno construido y dificultades para encontrar el lugar adecuado además de no contar con fondos; así mismo exponen que el expediente que se formó no aparece, posiblemente se extravió con otros cuando entraron los franceses en 1812, posteriormente se formó otro expediente, en 1821, enviado a la desaparecida Diputación Provincial, en que se proponía un lugar no lejos del pueblo al que llaman Los Barrancos, pero mientras no se disponga del cementerio se seguirá enterrando en la ermita de la Concepción pero teniendo en cuenta que las sepulturas sean bastante profundas.