POR ÁNGEL RÍOS MARTÍNEZ, CRONISTA OFICIAL DE BLANCA (MURCIA)
La Iglesia conmemora “El día de Todos los Santos” y “El día de los
Fieles Difuntos” o “de los finaos”, el 1 y 2 de noviembre, fechas
en que el cementerio se llena de flores que los familiares y amigos
llevan a las tumbas de sus seres queridos. Una tradición eran los cantos por parte de “Los Auroros”, que pertenecían a la Hermandad de la Virgen del Rosario, además de cantar de madrugada salves en las casas que se les requería, por la muerte o enfermedad de algún familiar, también lo hacían en el cementerio, ante la tumba del fallecido cuyos familiares o amigos lo solicitaban. Uno de estos cantos era:
Fue San Pedro
la primera piedra
donde Jesucristo
la Iglesia formó,
donde vamos
todos los cristianos
que contemplamos
su muerte y pasión.
Vamos con fervor
a pedirle que nos ilumine
porque la Iglesia
es el primer escalón.
Al finalizar se rezaba un Ave María.
Otro de los cantos era la Salve de Difuntos:
¡Quien San Jerónimo fuera
para poder explicar
lo que padecen las almas
que en el purgatorio están!
Allí claman y suspiran
metidas en aquel fuego
pidiéndoles a los mortales
las saquen de aquel infierno.
Herederos y albaceas
escuchad nuestros lamentos
atended lo que os pedimos
no larguéis más los tormentos.
En calabozos oscuros
hay muchas almas metidas
enclavadas contra el suelo
diciendo que no olvidan.
Dicen que padece un alma
más tormentos y trabajos
que han padecido y padecen
todos mártires y santos.
Y más que cuantas mujeres
han padecido en sus partos
esto no es comparación…
¡fervor! ¡clemencia! ¡cristianos!
Es tan pesada esta cruz
llevándola con paciencia
ganará el Reino del cielo
y con él la gloria eterna.
Son saetas las Ave Marías
que a Luzbel le causan envidia mortal
y son las llaves que el infierno cierra
y el cielo nos abre para descansar.
Vámosle a tirar
con las balas del Santo Rosario
que entre Padre nuestros
metidos están.
Dios te salve Madre virgen
protectora de las almas
que están en el purgatorio
padeciendo entre las llamas.
Humildes te suplicamos
con una firme esperanza
pues tu poder y clemencia
a todas partes alcanza.
Ya falleció nuestro hermano
a Dios entregó su alma,
Madre de Misericordia
tu patrocinio le valga.
Sacratísima María,
de la Aurora titulada
suplicadle a vuestro hijo
que lo lleve en su compaña.
Y si están en el purgatorio
dadle consuelo a su alma,
y aliviarla de sus penas
Emperatriz Soberana.
Recibid Madre piadosa,
para alivio de su alma,
salves, misas y rosarios
que sus hermanos le mandan.
Y abreviarle su salida
para ir purificada,
a los contentos eternos
de la celestial morada.
Donde todos nos hallemos
unidos a aquellas almas,
que sufrieron purgatorio
María, llena de gracia.
Poderosa Reina de los cielos
por aquella firme y gran satisfacción
que tuviste a Jesús en tus brazos,
todos te pedimos de este alma perdón.
Pedirle al Señor
que lo lleve a su eterna morada
para que disfrute de aquella mansión.
Esta bonita tradición, que en otros lugares todavía perdura, aquí
desapareció en los años sesenta del pasado siglo XX. El canto era a
dos coros y al son de una campanilla.
FUENTE: https://www.facebook.com/profile.php?id=100015585155560