POR HERMINIO RAMOS, CRONISTA OFICIAL DE ZAMORA

A lo largo y ancho del verano, pero de manera muy destacada los meses de agosto y septiembre han destacado por la cita constante, semana tras semana, de fiestas en honor a la Virgen. Los grandes santuarios marianos han vuelto a ser protagonistas. Pocos son los pueblos de cierta entidad a lo largo de la historia, que en algún lugar muy definido y concreto de su casco urbano o de su término municipal, no tengan la ermita dedicada a la advocación más original que darse pueda y como consecuencia de algún hecho destacado que llamó poderosamente la atención de sus devotos habitantes, sin duda hace algunos siglos.

El cambio sufrido por el mundo rural ha roto en gran medida el ritmo establecido en el calendario festivo y salvo advocaciones muy concretas se celebra la fiesta aprovechando la presencia de esa parte de devotos que la vida los separó del ambiente donde vieron la luz y pasaron esos años que siempre recordamos como auténtico recurso de recuerdos de consolación.

Este ambiente de auténtica devoción lo encontramos hasta en la toponimia y bueno es recordar las célebres procesiones de las grandes advocaciones de todas las tierras de Zamora. Mucho antes de llegar a estructurarse estas tierras como provincia, ya se venían celebrando con toda la solemnidad y ordenación que constituía un auténtico protocolo de lugar y horario en cada momento.

Nos bastaría recordar en nuestra ciudad la relación de las advocaciones de la santísima Virgen para arrancar con fuerza y decisión a recorrer la totalidad de la provincia, sorprendiéndonos por ese latido de fervor que al margen de la fiesta se deja ver a través del jolgorio y de la fiesta y es que las cosas del espíritu traspasan la fiesta y se dejan ver hasta en los gestos y se escapan a pesar del ruido y hasta del protocolo más rígido y duro.

Mañana, el municipios de Rionegro del Puente celebra la fiesta dedicada a su patrona y toda la comarca vive y siente en un ambiente festivo y ferial un auténtico acontecimiento social de primerísima categoría, santuario cuya atracción se adentraba firme y segura muy adentro en el vecino reino de Portugal, más allá de Trás-os-Montes.

Nada digamos de las tierras del entorno. Tierras marianas donde las haya, con 509 entidades de población en 10.559 kilómetros cuadrados de superficie. Las fiestas son siempre un punto de encuentro.

Fuente: http://www.laopiniondezamora.es/