POR JOSÉ ANTONIO FIDALGO SÁNCHEZ, CRONISTA OFICIAL DE COUNGA (ASTURIAS)
Lo explicaba en mis clases de Química del Carbono.
Los compuestos orgánicos, existentes en los organismos vivos y producidos por ellos, tienen DOS NOMBRES aceptados por la IUPAC: uno , el auténticamente científico ; otro, el que de algún modo indica el ser vivo de procedencia.
Así, por ejemplo, al ácido metanoico (nombre científico) se le conoce como ACIDO FÓRMICO porque se encuentras en el líquido que inoculan las hormigas rojas («Formica») cuando, yendo de excursión por el campo, te pican en el tafanario, que es el culo, (o en sitios cercanos a él) al sentarte encima de un hormiguero.
El orégano y el tomillo contienen en su aceite esencial un derivado fenólico conocido como TIMOL siendo su nombre científico 2-isopropil-5-metilhidroxibenceno. Se llama timol porque el nombre botánico del tomillo es Thymus vulgaris.
En la resina de la acacia (Acacia catecú) existe otro compuesto fenólico (el orto-dihidroxibenceno) conocido como catecol o CATEQUINA que, al igual que el timol, es muy soluble en agua.
Pues ahora viene la cosa.
ISAAC ASIMOV (1920-1992), doctor en Química, profesor de Bioquímica en la Universidad de Bostón, divulgador científico y genial autor de novelas de ciencia-ficción, tenía un simpático sentido del humor y del «humor llevado a la ciencia».
En 1948, ultimaba su tesis doctoral en Química, enfocada hacia la velocidad de disolución en agua del timol y de la catequina que, según sus observaciones, es pequeñísima, casi instantánea.
Fue en ese momento cuando se le ocurrió gastar esta broma a sus colegas universitarios. Consistió en redactar una memoria, que publicó en una revista pseudocientífica, acerca de la velocidad de disolución de una sustancia fenólica «inventada por él» , que bautizó como TIOTIMOLINA RESUBLIMADA y que según sus investigaciones (falsas, por supuesto) cumplía estas características.
1.- Tenía una memoria selectiva, reconociendo el agua donde iba a ser disuelta.
2.- Su velocidad de disolución en agua era negativa pues se disolvía 1,2 segundos ANTES de entrar en contacto con ella.
Asimov citaba en su trabajo las investigaciones anteriores de científicos rusos, alemanes, ingleses, americanos Usa, publicadas en revistas científicas (inexistentes, claro) de esas naciones.
Ese «trabajo de coña» fue tomado en serio por multitud de profesores en todo el mundo y las consultas a bibliotecas y Universidades fueron multitudinarias.
Una mentira en broma que, considerada verdad, dio cuna a un engaño de ciencia.
Pues esto, amigos lectores , es lo que frecuentemente «nos regalan» los relatos históricos. Lo que para unos fue una «engarradiella» es para otros una hazaña gloriosa de rebelión contra el invasor.
No, si ya lo cantaba la copla acerca del fallecimiento de una joven:
«No se sabe a ciencia cierta
en verdad qué sucedió.
Unos dicen que fue muerta
y otros dicen que murió.»
Aplíquen esta historieta de la TIOTIMOLINA («un cuentu que non ye cuentu; un cuentu que fue verdá») a los sucesos acaecidos en un pueblo (Colunga, por ejemplo) y contados por narradores «manipuladores» de la información.
Yo, que busco ser objetivo y no creo en las verdades históricas, pues preparé para la cena de ayer «unes friturines de pescadín» pero que muy «sabroses».
¡Esas sí que fueron verdad !
Y muy objetiva.
Abrí en espaldera dos doradas (de cultivo, claro) y, bien limpias y secadas con papel absorbente, las salpimenté y freí en aceite con dos dientinos de ajo y «unes tirines de jamonín».
Repetí esa operación con una «docenina de parrochines» sin cabeza ni vísceras y limpias, enharinadas antes de freír.
Distribuí en una fuente complementando con el jamón frito y unas rodajas de tomate natural bañadas ligeramente con aceite virgen extra de Monterrubio de la Serena.
¡Ah!.- Sobre el tomate espolvoreé un poquitín de orégano para recordar al timol, al catecol, a la TIOTIMOLINA y a su inventor el profesor Asimov.
NOTA.- Para broma de nefastas consecuencias la que causó la muerte del profesor Asimov. En la operación que le hicieron para implantarle unos bypass en una arteria coronaria le transfundieron (sin saberlo, por supuesto) sangre contaminada con VIH. El SIDA fue la causa de su muerte.