POR PEPE MONTESERÍN CORRALES, CRONISTA OFICIAL DE PRAVIA (ASTURIAS)
Ayer, 27 de abril, en la Escuela de Hostelería de Pravia, con Marián Vivanco, Ana Coira Iglesias, Cristina Jerez, Antonio González y David Alvarez, a medida que degustábamos las exquisiteces, la espuma de lima, el carpaccio de rape, las endivias meuniêre, el pulpo a baja temperatura, los montaditos de bacalao con puerros, el roastbeef… nos volvíamos más exigentes, más escrupulosos, poníamos reparos de poca importancia, nos volvíamos un poco tiquismiquis.
Me pregunté de dónde venía esta palabra tan sonora, tan cacofónica, ¿cuál es su etimología? La palabra aparece escrita por primera vez en un texto de Cervantes, de 1615, y se deriva de la expresión latina «tibi et mihi», «para ti y para mí», según leo en el tomo 61 del Espasa. «Tibi», a usted, y «mihi», dativo singular de ego. «Hodie mihi, cras tibi»: «Hoy por mí, mañana por ti»; que fue corrompiéndose en el latín macarrónico «tichi, michi», en alusión a esas personas meticulosas, en especial a la hora de repartir algo con alguien, quisquillosas, melindres, remilgadas.
Horacio, por ejemplo, era un tiquismiquis porque decía en sus Odas (libro II, 16, versos 27 y 28): «Nihil est ab omni / parte beatum», «Ninguna cosa hay del todo cumplida». A mí, de haber sido una comida perfecta me hubiera gustado menos. Llamadme tiquismiquis pero considero una tacha la perfección.
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