POR MANUEL GARCÍA CIENFUEGOS, CRONISTA OFICIAL DE MONTIJO Y LOBÓN (BADAJOZ)
Esta es mi contribución al número especial de la Revista Comarca que edita la Hermandad de la Patrona de Trujillo, en la que vengo escribiendo mensualmente desde hace más de dos años. La imagen de la Virgen de la Victoria bajó desde su capilla, situada entre dos torres del castillo, antes de ayer jueves 22 de agosto, llegando en procesión a la iglesia de San Martín de Tours, donde estará hasta el 1 de septiembre. Así, el sábado, 31 de agosto, último día de la novena, más allá de las diez de la noche se celebrará la tradicional Salve, acompañada por la Banda de Música de Trujillo, Antonio Flores, y muchísimos trujillanos que llenarán la Plaza Mayor. Pues este acto es el que relato, entre otras reflexiones, en mi artículo:
“Legará, marcado por el calendario, el día señalado, donde el cielo no sabe cómo hacerse más azul noche que nunca, para que Ella aparezca en el lugar de siempre. Una ceremonia, un rito, una Salve. Porque es el tiempo propicio. Porque es devoción y memoria. Tú lo sabes, Trujillo. Ella une y reúne, sin necesidad de anuncio ni pregón, porque el pueblo lo intuye en su sexto sentido, bajo la sintonía de sentimientos renovados.
Allí, en la Plaza Mayor, en el mejor de los lugares posibles, principio y fin de todas las cosas. Medida de la historia, el tiempo y las devociones según Trujillo y su evangelio. Su bendita imagen buscará al atrio de San Martín para que las penas sean menos y las alegrías retumben con contundencia: “Salve, Salve, ¡oh Judith victoriosa!, honra y prez de blasón de Trujillo, que en los muros del viejo castillo resplandeces cual iris de paz”. Felices días para los trujillanos que disfrutan de la presencia cercana de su Patrona.