POR JUAN FRANCISCO RIVERO, CRONISTA OFICIAL DE BROZAS (CÁCERES)
Paso mis vacaciones de Semana Santa en la ciudad de Málaga, concretamente en la urbanización de Pedregalejo, participando en las procesiones del Jueves Santo, especialmente la del Cristo de la Buena Muerte el denominado Cristo de Mena, que fue destruido por los revolucionarios en la quema de las 31 de las 33 iglesias de la capital malacitana, y al que acompaña la Legión, en todo su trayecto y que los malagueños veneran con adoración.
Pujes bien, me encuentro un libro titulado “Historia de Torremolinos”. En él se hace una descripción de la conquista de la ciudad de Málaga por los Reyes Católicos, en el año 1487, entresacada del libro del eclesiástico e historiador Andrés Bernáldez que nació en 1450 y falleció en 1513 titulado “Historia de los Reyes Católicos don Fernando y doña Isabel”, en el que recogió aspectos importantes de la Castilla del siglo XV y por tanto puede ser considerado como un testigo directo de los acontecimientos.
Pues bien, en él se cuenta que el ejército cristiano lo componían 100.000 soldados y más de 20.000 bestias. El ejército y el Rey Fernando el Católico, se aposentaron en Torremolinos porque esa enorme cantidad de bestias necesitaba agua y abrevaba en los manantiales de Torremolinos.
La palabra Torremolinos la conforman dos: Torre y Molinos, La primera se refiere a la torre árabe, a la que se denominó Torre de Pimentel, por don Rodrigo Alonso Pimentel, conde de Benavente y cercana a ella había varios molinos, para moler el trigo.
En la reconquista del castillo de Gibralfaro a los árabes, situado en la parte más alta de la ciudad de Málaga, intervinieron los grandes de Castilla, entre ellos el maestre de Santiago, don Alonso de Cárdenas; el maestre de Alcántara, don Juan de Zuñiga y Pimentel, el que apadrinara en nuestro pueblo de la villa de Las Brozas a Antonio de Nebrija, y al que acompañarían numerosos soldados y freyres de la Orden, muchísimos de Brozas, entre ellos Nicolás de Ovando. Hay una calle de nombre Ovando cerca de la plaza de toros de la Malagueta, concretamente a la altura del Paseo Reding, de una de las familias hacendadas de la Málaga del siglo XVIII.
Hubo otros Pimentel: Don Juan de Pimentel, Conde de Benavente, y don Rodrigo Alonso Pimentel, también Conde de Benavente.
De don Juan de Zúñiga, el último Gran Maestre de la Orden de Caballería de Alcántara, las crónicas citan “e destacó por su lucha valerosa en el cerco y conquista, así como el botín que se recogió en la ciudad y el gran número de cautivos cristianos que se libertaron”. El escudo de don Juan de Zúñiga se encuentra en una de las esquinas del castillo de Brozas, al que nosotros le llamamos Palacio.
Fue tanta la labor de Rodrigo Pimentel que los Reyes Católicos le regalaron la Torre Árabe de Torremolinos, la construcción militar más importante de la zona por el este, antes de llegar a Málaga.