POR FRANCISCO SALA ANIORTE, CRONISTA OFICIAL DE TORREVIEJA
El 5 de septiembre de 1919, Luis Díez Guirao de Revenga publicó, en ‘El Liberal’ de Murcia, otra soflama sobre el puerto de Torrevieja:
“Yo he visitado, hace muy pocas horas este bello pueblo, de gentes hospitalarias y amabilísimas, que cuentan, por merecerlas, con toda la leal efusión de mis simpatías y de todo el noble ardor de mis afectos: gratitud obliga…
Y recorriendo, al atardecer, su playa prodigiosa, he llegado al faro, desde cuyo punto arranca la escollera, comienzo del futuro Puerto que el Estado concedió a la población industriosa y paciente, a ese gran pueblo que tiene en la virtud de su trabajo todo el ideal de su dicha. Fui solo, pues así quise, para gozar de la amplia observación que da lo directamente percibido y relacionado; surgió en lo íntimo de li espíritu el brote amargo de una emoción desconsoladora: aquella obra de tan alto y tan grande interés público, está paralizada largo tiempo, no sabiéndose de cierto, cuando proseguirá. Allí sobresale de la azulada superficie el brazo de piedra, medio deshecho, de la escollera, que ha de librar a la bahía de los recios vendavales de Levante. Y allí mismo, a escasos metros de distancia, aparece truncada la realización de la obra codiciadísima.
Al distinguirnos y reconocernos, llegaron hasta nosotros nobles gentes del mar, curtidas de cuerpo y alma, plenas de cariño hacia nuestra persona humilde, significándonos su profunda tristeza por aquel aspecto desolador de la escollera, que los rudos golpazos del oleaje van deshaciendo lentamente, al propio tiempo que nos mostraban su desesperanza de contemplar felizmente terminada la obra del Puerto, cifra y compendio de todas las aspiraciones que alientan en los pechos torrevejenses.
Hubimos de sentir la natural curiosidad por investigar las causas y motivos de la lamentable paralización; todos coincidían en afirmar que, dada la mala calidad de la piedra empleada en las primeras cimentaciones, han tenido que pensar los contratistas de nuevas canteras, donde se pueda cortar material abundante y útil, realizando obra segura que no destruya los furiosos embates del mar.
Dícese que en el importante y vecino pueblo de Callosa de Segura existe piedra adecuada en extraordinaria cantidad, y que de allí se tiene proyectada su traída para proseguir rápidamente la obra. Afírmase de otro lado, que la paralización continuará aún por largo tiempo… “Cuál será la verdad ‘técnica’? ¿Cuál puede resultar la verdad ‘oficial’? Lo ignoramos.
Torrevieja, la población en masa, que tanto ha laborado por la ansiadísima construcción de su Puerto, porque vislumbra en él su grandeza futura y su venturosa redención económica, ejercen el derecho de pedir al Estado que se solucionen prontamente las dificultades interpuestas y cumpla el deber de seguir trabajando para ello, en defensa legítima de sus intereses fundamentales.
Hablo, escribo, en nombre de gentes de todos los matices y de hombres de todas las ideas, de los desheredados, que ansían el Puerto y lo reclaman ‘a voz en grito’, que es grito de hambre, de justicia y de misericordia.
Tanto los ilustres Ruiz Valarino, como el no menos ilustre Chapaprieta, el dirigente Barcala y el muy celoso alcalde señor Sala, con el Círculo Mercantil y las sociedades obreras, asistidos, en fin, de Torrevieja entera, pueden y deben dar un impulso definitivo al gran proyecto del Puerto.
Desde la tribuna de ‘El Liberal’ procuraré corresponder a Torrevieja con gratitud inmensa.”
Casi un año después, las gestiones de Luis Díez Guirao de Revenga no habían dado todavía fruto. En julio de 1920, viajó a Madrid y conferenció extensamente con el ingeniero Enrique González Granda, jefe de la sección de Puertos en el Ministerio de Fomento. Supo que el contrato de construcción adjudicado a Enrique González Heredia, en la cifra total, por su primera alineación, de setecientas cinco mil pesetas, estaba muy próximo ser declarado rescindido, por propia solicitud del contratista, dado que no resultaba conveniente a sus intereses, pues el pliego de condiciones se había formalizado en tiempo anterior a la Guerra Europea, sufriendo después una extraordinaria elevación la mano de obra, tanto como los precios de los materiales.
El proyecto reformado que se estaba haciendo en la Jefatura de Obras Públicas de Alicante, según órdenes de la Dirección General, con nuevas cifras de precios, por manufactura y materiales de construcción.
Con objeto de entrevistarse con el ministro de Fomento, Emilio Ortuño Berte, y aprovechando que a finales de julio se encontraba de visita en Cartagena, se desplazó hasta la ciudad departamental una comisión de Torrevieja para recabar la rescisión del contrato de las obras del puerto y el comienzo de las obras que afectaban a la exportación salinera y a la de frutas de procedentes de la comarca bajo Segura.
La numerosa comisión estaba presidida por Diego Hernández Illán, propietario de Murcia. Representando a las fuerzas vivas de la población iban: José Agulló, presidente del Círculo Mercantil; Manuel Parodi, armador; Miguel Soler, comerciante; José Campillo, armador; Pablo Lozano, industrial; y Francisco Corona, Manuel Martínez, Joaquín Amorós, Vicente García, Jaime Sanz, Francisco Sanz, José Sanz, Manuel Parras, Vicente Follana, José Albacete, Pedro Mateo, Juan Soria, Valentín Rojas, Tomás Mateo, José Campillo, Manuel Ros, Juan Sáez, Manuel Aracil, Vicente Seguí, José Díaz, José Mª Blasco y Antonio Carmona, todos armadores, industriales, patronos de barcos, miembros del Círculo Mercantil, Casino y de la Casa del Pueblo, que sin dilación se prestaron a la demanda que les hizo ex diputado Revenga.
En su desplazamiento a Cartagena, en la estación de Alquerías les esperaba Luis Díez Guirao de Revenga, prosiguiendo juntos la marcha. A las tres y media de la tarde cumplimentaron al ministro de Fomento en la suntuosa morada de José Maestre Zapata. Hablaron Revenga y Hernández Illán, exponiendo el objeto de la visita y el anhelo de los torrevejenses por la construcción del puerto. El ministro de Fomento, Emilio Ortuño, tuvo para todos amables frases prometiendo atender sus deseos, anunciándoles su visita a Torrevieja para la tarde del 2 de agosto, exclamando al despedirlos: “Hasta el lunes en Torrevieja”.
A las diez de la mañana salió el ministro, acompañado de varias personalidades y de los representantes de la prensa madrileña que estaban en Cartagena, embarcado en el cañonero ‘Osado’, para visitar las salinas y las obras paralizadas del puerto de Torrevieja.
A las siete y media de la tarde, con una mar fuerte que hizo verdaderamente difícil la navegación, llegó a Torrevieja el ‘Osado’ y el torpedero número 18.
Esperaban al ministro, el gobernador de Alicante, de uniforme; los ingenieros alicantinos, también de uniforme; el alcalde de Torrevieja, Rafael Sala García; los oficiales de Marina; el ex alcalde de Murcia, Diego Hernández Illán; y el pueblo en masa, que saludo al ministro con vítores y aplausos, mientras las campanas repicaban alegremente, las bandas de música tocaban y centenares de cohetes surcaban el espacio.
(Continuará)
Fuente: Semanario VISTA ALEGRE. Torrevieja, 16 de enero de 2016