POR FRANCISCO SALA ANIORTE, CRONISTA OFICIAL DE TORREVIEJA
En el sitio habilitado para desembarcadero, se destacaba un gran rótulo que decía: “Torrevieja quiere tener puerto”. En los diferentes arcos de follaje levantados en honor del ministro, se leían iguales letreros. Las calles estaban adornadas con arcos de follaje e inscripciones alusivas a la construcción del proyectado puerto.
Después del grandioso recibimiento tributado al ministro, este, las autoridades y los invitados, subieron a los automóviles que habían dispuesto y se dirigieron a La Punta, junto al faro, para examinar el sitio donde debía emplazarse el puerto. En el trayecto se repitieron las manifestaciones de simpatía al ministro. Luego se sirvió en el Casino un refresco, pronunciándose sentidos discursos en pro de la idea, visitando a continuación las salinas.
El ministro, Emilio Ortuño, prometió hacer cuanto de él dependiera para que Torrevieja tuviera puerto, siendo sus palabras acogidas con entusiasmo. Emilio Ortuño se mostró muy satisfecho del viaje a Torrevieja y del recibimiento que le hizo el pueblo, considerando justos los anhelos pues veía necesario favorecer la explotación de las salinas que representaban su riqueza, encargando al ingeniero de Obras Públicas Julio Diamante que sin levantar mano alistara el proyecto para llevarlo el seno del gobierno y patrocinarlo hasta verlo convertido en una realidad.
Por la mañana del día siguiente, se marchó en automóvil a Murcia acompañado del director de Obras Públicas y de los diputados murcianos José Maestre Zapata, Pérez y Espín.
El 3 de agosto de 1920, sin ser esperado, llegó a Torrevieja en el tren correo, Luis Díez Guirao de Revenga. Varias comisiones del pueblo acudieron a cumplimentarle, reinando un enorme entusiasmo por creerse cercana la fecha de continuación de las obras del puerto. Convocados por José Agulló Quesada, presidente del Círculo Mercantil, se reunieron los armadores en asamblea presidida por el exdiputado Revenga.
Se preparó una gran asamblea pro puerto a celebrar el 16 de agosto, Luis Díez Guirao de Revenga. Reinó un gran entusiasmo entre los asistentes, confiando en las promesas hechas por el ministro de Fomento Emilio Ortuño, que había augurado que en breve plazo comenzarían de nuevo las obras.
Por esos días, Luis Díez Guirao de Revenga escribió en la prensa:
“El puerto de Torrevieja ya es una realidad. Lo que soñaban, llenas de noble ansiedad, tantas generaciones, va a trocarse, dentro de breves años, en realidad dichosa y celebradísima.
Torrevieja, la bella, la luminosa, la sonriente, villa bendita de la sal, que refleja sus encantos incomparables sobre el tembloroso cristal de aguas azuladas, donde hierven, deslumbrante, encajes de espumas y oros de sol, siente hoy, en la hondura de su corazón ancho y generoso, el aleteo de una alegría infinita; piensa en su Puerto gentil, poblado de múltiples naves de todas las naciones, con su ruidoso trajinar de labor industriosa, con su Comercio floreciente y su inmensa exportación agrícola, y los hidalgos hijos, que son todos, sonríen esperanzados, imaginando a su jamada Torrevieja del porvenir en la grandeza de un enriquecimiento maravilloso.
Por Torrevieja y por su Puerto he luchado modesta, pero bizarramente, ardorosa, pero impolíticamente siempre, respectando a todos y todos elogiando, pues vinieron atrás altas colaboraciones; seguiré batallando por él, con toda la bravura de mi alma castellana y todo el leal desinterés de mi temperamento romántico, que alentará, perdurablemente, en la orientación sabia y española de Alonso Quijano, jamás en el tipo grosero y materializado del pobre Sancho Panza.
Media la firme promesa de un Ministro ilustre; hace pocas horas admiraba yo el trazo vigoroso de un verdadero proyecto de Puerto, en cinco millones de pesetas valorado, por un Ingeniero brillante, el señor Diamante.
Puedo afirmar ahora, mis hermanos torrevejenses, que habrá puerto.”
En la mañana del 27 de agosto, salió una comisión formada por destacados personajes torrevejenses a Alicante, en automóvil, con el objeto de visitar al ingeniero autor del proyecto del puerto de Torrevieja, ver las modificaciones que en anterior se han introducido y hacerse las advertencias que creyeran oportunas por si eran dignas de tenerse en cuenta.
Componían la comisión: Rafael Sala García, alcalde; Ramón Martínez Campos, ingeniero jefe de la División Hidráulica del Segura; Diego Hernández Illán, abogado, propietario y gran entusiasta de Torrevieja; Luis Molina, gerente de la Compañía Salinera; Pedro Ballester, consignatario; Vicente Castell Ibáñez, diputado provincial; José Agulló, presidente del Círculo Mercantil; Manuel Parodi, armador y propietario; Rafael Moreno, armador y propietario; y Miguel Soler, comerciante y armador. Tuvieron una afectuosa acogida por ingenieros Julio Diamante y Ricardo Ayuso. Vieron el proyecto y el expediente casi terminado, solicitando por escrito una modificación de la escollera.
Con el fin de que no se desviara la opinión y permaneciera la gestión empezada con toda unanimidad, por el pueblo representado por los señores firmantes se dirigió la siguiente instancia al ministro de Fomento, Luis Espada Guntín
“Ministro de Fomento.- Madrid.
Suplicamos a V. E. tenga a bien acoger instancia fuerzas vivas fecha 27 actual sobre puerto de Torrevieja, informada ya favorablemente por Jefatura Obras Públicas. Le saludamos respetuosamente: R. Sala, alcalde; Vicente Castell, diputado provincial; J. Agulló, presidente Círculo Mercantil; Luis Molina, representante Salinera Española; Ballester, Casa Ballester y Compañía; Parodi y Moreno, armadores; Soler, comerciante; Hernández Illán, propietario y abogado; Martínez Campos, ingeniero.
Excmo. Sr.: Los que suscriben, vecinos de Torrevieja y en representación de la población y de las fuerzas vivas de dicho puerto, a V. E. con el debido respeto, tienen el honor de manifestar:
Que cada vez se deja sentir más intensamente la necesidad y urgencia de la construcción del puerto, como V. E. mismo en su reciente visita hubo de apreciar. Que de continuar sin construirlas obras, seguirán esparciéndose en el fondeadero las escolleras con que se había comenzado la obra del dique y peligrarán las embarcaciones más que antes. Y que para desarrollar el tráfico en debidas condiciones, serán menester las obras de abrigo y también las obras interiores, al menos, las más elementales e indispensables. El rompeolas o dique en nuestro concepto, ser objeto de subasta o de otro sistema de ejecución, pero que abarque toda su extensión, para evitar que resurja el peligro que dejamos apuntado de diseminarse las escolleras. El muelle actual, llamado de Mínguez, es de todo punto insuficiente y suponemos que ha de ser preferible aprovechar el mismo rompeolas para en un trayecto de su lado interior formar una línea de atraque. Ya lo reconoció así la superioridad, cuando el 28 de agosto de 1913 y de acuerdo con el Consejo de Obras Públicas, expresó la conveniencia de utilizar en su día para obras comerciales una de las alineaciones.
El puerto de Torrevieja, llamado a ser el primer centro salinero del mundo, requiere para tan importante artículo de primera necesidad como es la sal, de la que se exportan ahora unas 800.000 toneladas anuales, un buen fondeadero en el que no peligren los barcos, y las obras complementarias para servir el tráfico; máxime cuando está frecuentado por la navegación internacional y cuando ha de servir a una zona agrícola tan rica como es la del regadío que cruza su ferrocarril, y cuando la pesquería también es muy importante y si no lo es más, es por no haber puerto.
Por todas estas razones, a V. E. suplicamos que se digne dar las órdenes oportunas para que se acelere la reanudación de las obras del dique y se incluya entre ellas la construcción del muelle anejo al mismo.
Es atención que esperamos de la bondad, competencia y patriotismo de V. E. cuya vida guarde Dios muchos años.
Alicante 27 de Agosto de 1920.”
(Continuará)
Fuente: Semanario VISTA ALEGRE. Torrevieja, 23 de enero de 2016