POR FRANCISCO SALA ANIORTE, CRONISTA OFICIAL DE TORREVIEJA
En 1935, un nuevo temporal de levante hizo que cayera la gran grúa encargada de depositar las rocas en la escollera. Por suerte no hubieron desgracias personales pero la máquina quedó completamente destrozada, teniendo que intervenir un remolcador para retirarla.
El 26 de mayo de 1935, la Gaceta publicó la aprobación del expediente relativo al cuarto proyecto reformado del dique de levante del puerto, por un presupuesto de contrata de 12.316.549,71 pesetas, con una cuantía adicional de 1.137.959,57 pesetas, que con la baja obtenida en la subasta quedó reducido a 943.937,63 pesetas.
En todos los puertos del litoral español en la época de su construcción una de las primeras medidas adoptadas por los ingenieros directores de las obras era la colocación de boyas en el interior del puerto para el amarre de los buques y facilitar de esa forma las operaciones de carga y descarga, boyas que además evitaban perjuicios cuantiosos a los buques que concurrían al puerto y las utilizaban, pues fondeando a la gira, con dos anclas, como era preciso fondear en Torrevieja, aprovechaban el área del puerto y las utilizaban de fondeadero, tomando vueltas las cadenas, vueltas en muchas ocasiones equivalían a la pérdida de un ancla por lo menos.
Comprendiéndolo así y considerándolo urgente la colocación de boyas en el interior del puerto, en septiembre de 1935, fue pedido y recomendado por José Pérez Jurado, anterior subdelegado marítimo del distrito de Torrevieja; por Rafael Carasa, gerente de Unión Salinera; y por José Hernández, actual subdelegado marítimo del distrito. El gasto que representó la colocación de estas boyas fue muy productivo.
Al mes siguiente, en octubre de 1935, el diputado alicantino José María Ruiz Pérez-Aguilar hizo las siguientes declaraciones:
“Vista la gran necesidad que siente el pueblo de Torrevieja por su puerto, he vuelto a visitar al ministro de Obras Públicas, la Sección de Puertos. Por fin hemos conseguido que el proyecto de obras accesorias del dique de Levante de Torrevieja se apruebe. Estos días lo ha devuelto, bien informado, la Junta Superior Consultiva de Obras Públicas y ayer mismo (día 17 de octubre) en presencia mía se pasaron las comunicaciones correspondientes a la Jefatura de Alicante para que se puedan realizar los trabajos lo antes posible.
El otro proyecto que anda junto con ese, y que es el reformado del dique de levante, también lo hemos puesto en movimiento, logrando que después del informe favorable del Consejo de Estado pase estos días al Consejo de Ministros para resolución definitiva. Este es un presupuesto adicional por 1.137.959,77 pesetas que es una parte del presupuesto general de 12.300.000 pesetas primeramente redactado.
Parece que lograremos que en este año se contraiga una pequeña cantidad quizás de 25.000 pesetas para el primer plazo de esta obra, dentro del vigente presupuesto semestral, y que el resto quede para el año próximo.
Otro proyecto, que es el de los muelles, se halla aprobado, dividido en dos zonas: la primera por un presupuesto de 4.744.251,86 pesetas.
Sin embargo, como se haya agotado el presupuesto para estas obras en el presupuesto de 1935, habrán de quedar para el año próximo y ya procuraremos que de dicha suma se contraiga la mayor cantidad posible para la próxima anualidad.”
Con todos estos datos pudieron las autoridades locales seguir indicando a José María Ruiz Pérez-Aguilar, diputado por la provincia de Alicante, en que sentido se había de actuar para lograr la mayor eficacia de toda esa tramitación en beneficio del pueblo de Torrevieja.
A finales de 1935, estaban las obras del puerto paralizadas, pues aunque media docena de obreros estaban poniendo en riesgo sus vidas para que la grúa volviera trabajar no bastaba.
Lo que a la ciudad le interesaba y necesitaba era avanzar en la construcción de los muelles de atraque, para que los buques pudieran atracar en esos muelles y dejar tomar en ellos la riqueza que el tráfico representaba.
Lo que Torrevieja necesitaba era que no faltasen vapores en su puerto para cargar la sal de tan magnífica calidad que poseía, considerada entonces como la mejor del mundo, dando con ello trabajo a numerosos obreros que silenciosos sufrían el paro laboral involuntario.
Sobre muchos torrevejenses pesaba la preocupación de lo que pasaría si la Unión Salinera de España, arrendataria de las salinas, disminuía el personal en la recolección, elaboración y embarque de sal que tenía empleado.
En enero de 1936, una nutrida comisión de obreros, acompañada por el concejal socialista y alcalde suspendido de la población, Juan Samper Fortepiani, marchó a Madrid para tratar directamente con el ministro de Obras Públicas sobre el conflicto surgido entre la compañía arrendataria de las salinas y los trabajadores, con motivo del aviso de despido.
A principios del año 1936, todavía no se habían iniciado las obras del puerto. La compañía constructora había traído los elementos necesarios para el traslado de los bloques.
No sería hasta diciembre de 1937, cuando el ministro de Obras públicas autorizó a la comisión administrativa del puerto de Torrevieja la continuación de las obras de construcción del muro adosado al muelle de Levante, quedando sin efectividad por el estado bélico que se vivía.
(Continuará)
Fuente: Semanario VISTA ALEGRE. Torrevieja, 16 de abril de 2016