POR FRANCISCO SALA ANIORTE, CRONISTA OFICIAL DE TORREVIEJA
En 1889, el diputado alicantino Eleuterio Maisonave realizó una crítica intervención en el Congreso sobre la situación de desinterés en la explotación de las salinas y la carencia de un puerto seguro en Torrevieja:
“En Torrevieja no hay muelle, ni puerto, ni nada que a esto se parezca; hay un pequeño embarcadero a donde se lleva la sal como en el siglo pasado, en las mismas condiciones y en la misma manera […].
Un rico propietario de aquel pueblo, amigo mío, lo declaro sinceramente, tuvo el bueno y patriótico pensamiento de construir un muelle particular con autorización del Gobierno, y habiendo solicitado del Gobierno autorización para el embarque de sales por ese muelle, demostrando claramente que el embarque se hacía con el 50 por ciento de rebaja de lo que costaba al Gobierno ha tenido por inconveniente no autorizarlo, causando graves perjuicios al Estado, al pueblo, al propietario del muelle, al comercio y a todo el mundo. ¿Por qué?, dirán los señores Diputados. Porque se dice que el Estado no puede servirse de muelles particulares, siendo tan abandonado e indolente que no lo ha hecho por sí […].
Y si no hay en Torrevieja medios de transporte ninguno para sales; si el embarque cuesta una cantidad enorme; si, cuando reinan ciertos vientos, no puede hacerse; si todos los días están saliendo buques de Alicante para hacer lastre de sal en Torrevieja, y tienen que volverse de vacío, […]. Que se faciliten medios de embarque; que se construya un muelle; que se haga la producción como debe hacerse, cosa que hoy no se hace tampoco, […]. Todos los días se ve como llegan a Alicante buques del Norte cargados con maderas u otros productos, y que, en vez de retornar a su país con sal de Torrevieja, porque reinen ciertos vientos o porque a los empleados del Gobierno no les parece bien despacharlos con regularidad, se vuelven de vacío con piedras y arena, con perjuicio de los intereses públicos y el comercio.”
También en 1889 hubo dos ofertas de modernización del transporte de la sal. Valentín Rodríguez, presentó un proyecto para un ferrocarril de vía estrecha; y Tomás Soler y Mas, vecino de Orihuela, solicitó del Ministerio de Fomento y de la Dirección de Obras Públicas la concesión de la explotación de un tranvía movido por fuerza animal desde el muelle de Antonio Mínguez a las salinas. Esto hizo que se produjeran manifestaciones en Torrevieja para que no se llevara a cabo la construcción de un tranvía desde las salinas al muelle, ya que suponía la miseria de las personas dedicadas al acarreo.
El proyecto del puerto presentado por Pascual María Massa y Juan López Chicheri entrañaba dos problemas, o mejor dicho dos partes, una facultativa y otra administrativa, la primera parte fue estudiada favorablemente por el cuerpo de ingenieros, y la segunda por los estadistas. La primera fue despachada con prontitud, la segunda ofreció más dificultades. Pasados dos años de haber solicitado Massa y Chicheri la concesión del puerto con sujeción a las memorias, planos y pliego de condiciones aprobados por la Dirección General de Obras Públicas, se aprobó con prescripciones por Real Orden de 13 de octubre de 1890, pero con sujeción a los preceptos del artículo 56 de la ley de puertos, o lo que era igual: sometiendo la concesión a subasta a fin de que en ella se llegase a la mayor rebaja posible en las tarifas de explotación y al mínimo tiempo de duración de la concesión, para que de esa manera pudiese llegar el día en que el puerto fuera de uso gratuito.
Torrevieja, siempre crédula, acogió con entusiasmo el proyecto de Massa y Chicheri, sin pararse a reflexionar que lo que perseguían tan sólo el lucro personal, y sin pararse a meditar, que su proyecto –como quedó demostrado- no era viable, teniendo por finalidad obtener una recompensa, sin duda legítima en el campo de los negocios, pero que Torrevieja no tenía que haber consentido, puesto que esa prima iba a ser mediante una alta fijación de las tarifas y mediante un prolongado e inacabable plazo de explotación. Después de verificadas varias subastas sin postores, no se llegó a resultado alguno.
En 1892, fue levantada la cantina de ‘La Marina’ por Francisco Moreno Fuentes, cuñado de Antonio Mínguez Sánchez ‘el Turbio’ en el extremo norte del muelle.
Julio Vargas, periodista de ‘El Liberal’ de Madrid, que visitó Torrevieja en 1894, evaluó en dos millones de reales, fácilmente amortizables, la solución del problema del puerto:
“En Torrevieja se aspira, más que a la construcción de un puerto –cosa que exigiría la inversión de capital fortísimo- a la de una simple escollera, que podría llevarse a cabo con un gasto de dos millones de reales o poco más, si acaso; y […] no se concibe cómo teniendo el Estado una propiedad tan pingüe en las salinas y siéndole tan conveniente –y aún más que conveniente, necesario- para exportar aquella riqueza en gran escala, el dar grandes facilidades a los buques para llevar a cabo las operaciones de carga y descarga, no se ha decidido a construir por su cuanta la escollera que, en último término, le saldría de balde por la percepción de derechos correspondientes a las mencionadas operaciones y que se aumentaría de manera considerable, por la mayor concurrencia de barcos.”
El proyecto del tranvía de tracción animal desde las salinas hasta el muelle de Antonio Mínguez que fue aprobado en 1894. El pliego de condiciones que tenía que servir de base fue aprobado por Real Orden en mayo de 1895.
En agosto se publicó la Real Orden autorizando el embarque y desembarque de toda clase de géneros por el muelle del Estado que tenía en los eras, hasta entonces únicamente utilizado para el movimiento de sales, medida que fue tomada por el armador y comerciante local Vicente Chapaprieta Fortepiani.
A finales de septiembre, los empleados en la conducción de sales celebraron una importante manifestación pacífica en contra del tranvía en el muelle de Mínguez. Una comisión de jornaleros visito al alcalde Romualdo Pérez Mateo, prometiendo apoyarles en sus gestiones para que no se construyera esa línea de tranvía que causaría la miseria a muchas familias de carreteros; disolviéndose a continuación la manifestación. En marzo de 1897 se abrió en el Gobierno Civil de Alicante un plazo de treinta días para reclamar contra el proyecto de su construcción.
El 31 de octubre de 1899, se verificó en el Ministerio de Fomento la subasta para construcción del puerto de Torrevieja. El vecindario estaba muy esperanzado en el resultado, ya que una mejora por la que aspiraba desde hacía mucho tiempo, pero no hubo ningún postor.
En plena efervescencia del movimiento obrero en Torrevieja, el Estado sin embargo seguía facilitando la especulación sobre el porvenir de la construcción del puerto por parte de particulares. Tras los fallidos intentos del siglo XIX, el Estado se vio obligado a recuperar la concesión administrativa, pero inmediatamente volvió a potenciar la política de asignaciones a particulares.
Torrevieja fue el primer lugar de la provincia en que los trabajadores se organizaron. Apoyados desde Elche y Alicante, algunos obreros constituyeron a primeros de 1901 la ‘Sociedad de Obreros Cargadores de las Salinas’, que mantuvo alguna huelga en la que tomaron parte más de setecientos obreros.
Los huelguistas pedían que se les aumentase el salario y se les disminuyese la jornada de trabajo. El gobernador civil concentró fuerzas de la guardia civil en “evitación de coacciones que los huelguistas pudieran ejercer sobre los obreros que trabajan”. La huelga pareció arreglarse a la semana de haberse planteado, aunque posteriormente el ingeniero jefe de la compañía arrendataria incumplió sus promesas expresadas en presencia del alcalde Rafael Sala García y del teniente de la guardia civil, que mediaron en el conflicto.
Fuente: Semanario VISTA ALEGRE. Torrevieja, 10 de octubre de 2015