TORREVIEJA Y LA BANDA DE MÚSICA DE LA CASA DE LA BENEFICENCIA DE MURCIA
Feb 09 2020

POR FRANCISCO SALA ANIORTE, CRONISTA OFICIAL DE TORREVIEJA

Acisclo Díaz Rochel, primer director de la banda de la Casa de la Misericordia, y su hijo Francisco, C. 1875. / Archivo F. Rubio

En enero de 1879 creó Acisclo Díaz Rochel fundó la banda de música de niños hospicianos (Casa de Misericordia) por consejo del flautista Antonio Pérez. La trayectoria de la banda fue exitosa e impecable gracias a su total entrega, lo que no dejó de encomiar la prensa. A los cinco años de su funcionamiento ya habían pasado por sus manos como pupilos trescientos veinticuatro niños de los que ciento cincuenta y siete llegaron a tocar en la banda. Compuesta por sesenta y un niños, llegó a disponer de un amplio repertorio de piezas capaz de superar las dos docenas.

Un riguroso repaso a la prensa de Murcia, Orihuela y Torrevieja de principios del pasado siglo ha dado a luz reseñas de actuaciones musicales de la banda de la Misericordia de Murcia en Torrevieja durante las temporadas estivales, contratada siempre por la corporación municipal. Indudablemente no están ni todos los conciertos que ejecutaron, ni todos pasacalles que recorrieron, ni todos los bailes que amenizaron.

Sus actuaciones llegaron a requerir un estricto control de calendario pues el éxito de público con el que invariablemente contaban les requería de numerosas localidades tanto de Murcia como de Alicante, donde cabe destacar Torrevieja, villa a la que se desplazaban todos los veranos y lugar donde siempre había sido asiduo veraneante su director, donde ya paso los meses estivales en 1881, volviendo a la villa salinera todos los años, si exceptuamos el mes de julio de 1883, que debido a una grave enfermedad del administrador de las salinas de Torrevieja, Vicente López Zapata y su posterior muerte, el 1 de agosto, el viaje a la playa se suspendió. Una comisión de gentes de este pueblo solicitó permiso al alcalde para que viniera los pequeños músicos de la Misericordia ya que, algunas correspondencias entre dicha comisión y su director Acisclo Díaz, le brindaron alojarles en sus casas particulares.

La banda murciana fue contratada todos los veranos por el Ayuntamiento para amenizar las verbenas del paseo, dar pasacalles y acompañar en otros festejos; entidades privadas y particulares ofrecían donativos y comidas a los niños que la componían a cambio de conciertos y serenatas, bien en casas, en establecimientos o en sociedades, como el casino y el ‘Café de España’.

Fueron, como todos los años, recibidos con entusiasmo y recorrieron las calles de la población. Camisas, calzoncillos y toda clase de ropa blanca recogieron los espléndidos y hospitalarios vecinos de Torrevieja a los chicos de la banda de Misericordia; una obra de caridad y una prueba del afecto de los sentimientos humanitarios de aquel vecindario. Pero en lo que más se dio prueba delicada del afecto que tenía las gentes de Torrevieja a la banda de la Beneficencia de Murcia fue el hacerles a los músicos un recuerdo de ella: les hicieron a todos los trajes completos de marineros, con los que entraron tocando en Murcia la tarde del día 29 de agosto, entrando tocando y recorriendo varias calles con motivo de pasar a saludar al gobernador de la Diputación Provincial de Murcia y a otros jefes de la Casa de la Misericordia. Un gran número de entusiastas de la banda, que la estaban esperando, la siguieron en su carrera. Los componentes lucieron su nuevo traje que los vecinos de Torrevieja les habían regalado.

El director de la banda, Acisclo Díaz, escribió la siguiente carta dirigida al director de ‘El Diario de Murcia’:

Muy señor mío:

Por propio deber y a instancias repetidas de los hospicianos que componen la banda de música que tengo el honor de dirigir, voy a hablar en pública voz del pueblo de Torrevieja.

No por apatía y descuido, sino por deliberado intento, he dejado de hacerlo hasta ahora.

Recién venido de aquel pueblo, mi acción de gracias, mis alabanzas y plácemes hubieran parecido nacer de impresiones del día, que el tiempo había de borrar. Yo mismo desconfiaba de mi imparcialidad, y miraba todas mis apreciaciones como excesivamente apasionadas, y no quería lanzarlas ante un público que pudiera verlas un tanto interesadas.

Cerca de un mes hace que mis discípulos y yo abandonamos a Torrevieja. Ya no hay pasión del primer momento, ni entusiasmo fugaz, ni la llamarada de un afecto que nace un día y se apaga al siguiente. El tiempo transcurrido me autoriza para decir en público testimonio, que lo que sentimos los hospicianos y yo es la más dulce gratitud, el cariño más profundo y un recuerdo imperecedero por las familias de ese pueblo de valientes marineros. El mar es la grandeza de la creación, el espejo de los cielos, también el misterio del abismo y el teatro de todas las iras de la naturaleza. En las costas crecen las almas y los corazones en familiaridad con estos espectáculos, y todo es grande y solemne, la naturaleza y el hombre.

Si esta es la ley común a todos los hijos de la costa. Torrevieja que raya con la provincia murciana, de distinto idioma y distinto genio, que tiene enfrente la región africana, que lucha en pequeñas naves con las iras del mar, y que en sus aventuras raya en el heroísmo de la epopeya, Torrevieja no tiene más que hijos magnánimos, generosos, esforzados, heroicos.

La vida busca sus contrastes, y los mismos que viven en la rudeza de la lucha y a la vista de desesperadas empresas, y eternas tempestades, tienen en sus almas un manantial de dulzuras, para el trato, las tienen sobre todo para nosotros los murcianos. Su espontánea nobleza ha interpretado que de Murcia lo más digno de cariño para ella es esta Misericordia, esta desgracia inocente que llena el aire con sus alegres melodías, y con los arrobamientos del arte más espiritual. Murcianos, niños, desgraciados, artistas, ¿Habrá títulos de más merecimiento para los hijos de Torrevieja? Todo lo que digamos es poco. Aunque la población entera se distinguió como ninguna otra con los músicos hospicianos, estos mismos me encargan, y yo lo hubiera hecho de todos modos, que me particularice, con los señores D. Rafael Sánchez, D. Joaquín García y D. Pascual Capellín.

Me encarga que haga también mención de las Srtas. De Galiana, de las de Capellín, de Sala, de Puigcerver, de Martínez, de Castell, de Llanos, de Chapaprieta, de Carvajal, de Vallegos, de Solano, de Sacaluga, de Navarro, de Rovira, de García, y de otras muchas que en este instante no las tengo presentes en la memoria.

Si hubiera de dar gusto a mis discípulos, tendría que enumerar uno a uno todos los regalos y distinciones de que han sido objeto; pero son tantos que mi escrito se haría interminable. Hagamos pública, sin embargo, la cesión de casetas de baños que se les hizo desde el primer momento, y que todos han vuelto con abundantes dádivas en dinero y afectos, el que menos ha traído dos camisas y algunos pañuelos.

Salud Torrevieja. Nuestra eterna gratitud y nuestro más acendrado cariño a ese pueblo, por cuya prosperidad haremos fervientes votos.

Estos hospicianos sin padres tienen dos patrias, Murcia y Torrevieja.

Acisclo Díaz.

El cuatro de agosto de 1884, la banda de la Beneficencia volvió a nuestra villa, y el 4 de agosto el corresponsal del ‘La Paz de Murcia’ en Torrevieja enviaba a redacción el siguiente telegrama: “Torrevieja 4 (10 y 45 m.). Llegó banda Misericordia 9 y 13 mañana. Recibimiento entusiasta. Quedan alojados, Correo detalles”.

En carta aparte, de fecha cinco de agosto, el corresponsal murciano envía la siguiente crónica:

Amigo Almazán: Como dije a usted por mi telegrama de ayer, la banda de música de los niños de la Casa de la Misericordia de esta ciudad fueron recibidos por el pueblo de Torrevieja con entusiasmo que no puede fácilmente expresarse; a pesar del sol abrasador que hacía, no dejaron de concurrir todas las familias que allí veranean, viéndose la alegría retratada en los rostros de nuestros paisanos al presenciar aquel espectáculo de llevar en triunfo la música, que apenas podía tocar por la aglomeración de gente que la rodeaba. Llegado el momento del alojamiento, previa una vuelta por las principales calles que recorrió la música, tocando como los jóvenes hospicianos saben hacerlo, hubo grandes exigencias porque todos querían tener el gusto de alojar en sus casas uno de los pequeños artistas; presencié la escena de una pobre mujer del pueblo que decía que ella no se iba de allí sin que le dieran el músico que tuvo el año pasado, que ella lo cuidaría, y que si no que se lo preguntaran a él; em efecto, esta pobre mujer el año anterior habíase portado admirablemente con su alojado, prodigándole los mayores obsequios.

Los músicos tocarán esta noche en el tablado de la feria y creo no habrá mucho sitio por la gran concurrencia que asistirá, atendiendo al gran número de familias forasteras que viven en esta villa gozando de su deliciosa estancia.

El Presidente de la sociedad Belluga de esa y otros individuos de la misma esperaron a la música en el andén de la estación del ferrocarril.

Averiguará lo que suceda y se lo comunicará su amigo s.s.q.b.s.m.

El Corresponsal.

Después de un mes de agosto de éxitos continuos, la banda de la Misericordia dio el veintinueve de agosto por la noche su concierto de despedida en el teatro, produciendo en el público asistente el mayor entusiasmo, haciéndoles repetir algunas de las piezas interpretadas.

Tal era el afecto de los torrevejenses hacia la Casa de la Misericordia de Murcia, que los que desde Torrevieja se remitieron siete arrobas de pescado muy fresco y superior para la celebración de la cena de Nochebuena celebrada en el hospicio de Murcia.

El domingo 19 de julio de 1886, nuevamente era recibida en Torrevieja la banda de la Misericordia de Murcia por al alcalde de la villa y un numeroso gentío, entró tocando y recorriendo algunas calles, en medio de las mayores pruebas de simpatía. Para el equipaje, y para sala de ensayos les fue facilitado el espacioso local de la escuela de adultos. La glorieta estuvo muy animada por la tarde, amenizada por la banda murciana, presentándose los componentes en el paseo con los trajes de marineros que les fueron regalados en Torrevieja.

Concierto de banda de música y lanzamiento de globos aerostáticos en la explanada de la playa, frente al Casino de Torrevieja. Finales del siglo XIX. / Foto: A. Darblade – Colección de F. Sala

El 19 de julio de 1887, en el tren de la tarde, llegó nuevamente a Torrevieja la laureada banda de música de la Casa de Misericordia de Murcia que era esperada casi toda la gente de la población. Desde la estación, y acompañados por un apiñado público, tocando admirablemente un pasodoble, fueron al Casino donde les fue servido un refresco a todos sus componentes; y como en años anteriores, disputándose todos los vecinos llevarse a sus casas a los pequeños artistas que, por una noche, a pesar del cansancio del viaje, tocaron en la feria, haciéndolo en días sucesivos todas noches a partir de las nueve.

El día 31 fue obsequiado con una serenata ofrecida por la banda de la Beneficencia la señora del diputado a Cortes por Orihuela, Trinitario Ruiz Capdepon.

Francisco Fresneda, director de la banda de la Misericordia de Murcia.

A la muerte del maestro Díaz Rochel<, la banda de la Misericordia continuó sus actuaciones gracias a la batuta de su hijo Francisco Díaz Romero que le sucedió en el cargo, dejándola para marchar a dirigir la banda y orquesta municipal de Villena, sucediéndole, en febrero de 1888, como director Francisco Fresneda Orts, fechas en las que este ilustre músico compuso el pasodoble titulado ‘Torrevieja’, una destacada pieza dedicada a esa población y estrenada en sus calles en el mes de julio por la banda infantil. El maestro Fresneda supo seguir las huellas de Acisclo y conservar intactos los laureles conseguidos por los pequeños artistas.

El martes, siete de agosto por la tarde se encargaron los niños de divertir al público. La banda de la Beneficencia, colocada en la orilla del mar, animaba a los pequeños marineros, que haciendo equilibrios en la cucaña demostraron su maestría cogiendo siete veces la codiciada banderita.

Se no se vuelven a tener noticias de la banda de la Beneficencia de Murcia en Torrevieja durante el verano de 1890, participando, como en años anteriores en la feria de San Jaime, participando, entre otros festejos, en la diana del martes, 5 de agosto. No se vuelve a tener noticias de la banda infantil murciana hasta el verano de 1901, que vuelve a tomar parte en los festejos estivales y haciendo un musical recibimiento en la estación del ferrocarril al gobernador civil de la provincia de Murcia, Gerónimo Moral, a su llegada a Torrevieja en la mañana del domingo 18 de agosto, invitado por el diputado en Cortes, Joaquín Chapaprieta Torregrosa.

A su regreso a Murcia, el ‘Diario de Murcia’ publicó una composición literaria de Luciano dedicada a la banda:

De Torrevieja llegaron / a poco los muchachicos / que constituyen la banda / del hospicio; / o de la Misericordia / que es lo mismo. / Vienen fuertes y robustos / y todos muy morenicos, / porque las olas y el aire / sus rostros les han curtido. / Llegar, llegaron tocando, / y alegrando este recinto, / que Murcia estaba sin ellos / como edén sin pajaricos.

En el verano del año 1902, la banda de música del Hospicio o Beneficencia de Murcia ofreció, hasta el 31 de agosto, conciertos en el paseo y en ‘Las Rocas’; y en posteriores años se alternaron los conciertos de la banda municipal de Torrevieja con la murciana, que fue recibida en la estación del ferrocarril por el alcalde, junto con otras distinguidas personalidades locales y foráneas. En el paseo del Duque de la Victoria -hoy de Vista Alegre-, iluminado con cientos de bombillas y adornado con decorativos arcos y en un templete provisional, actuaron también aquel año la laureada banda ‘Santa Cecilia’, de Orihuela, dirigida por Federico Rogel, dejando bien alto su pabellón, y la banda Municipal de Torrevieja, que llegando a interpretar repetidas veces algunas piezas de su repertorio se quejó la concurrencia a su director, Antonio Gil Lucco, ya que por ser obras muy conocidas estaban cansados de sus continuadas repeticiones.

Concierto de una banda de música en el templete instalado en el paseo de Vista Alegre. C. 1914. / Foto: A. Darblade – Colección de F. Sala

La banda de música del Hospicio, Misericordia o Beneficencia de Murcia venía todos los años recorriendo las principales calles de la población, haciendo sonar sus instrumentos. Por la noche, ejecutaba programas que gustaban mucho al público: pasodobles, valses, mazurcas, polkas, cuplés, potpurrís y hasta piezas sueltas de zarzuela y ópera. Otras de las bandas invitadas aquellos años fue la banda de Música de Rojales que recorrió las principales calles en las tardes de julio y agosto hasta llegar al templete del paseo y, los domingos, a las cinco de la mañana, discurrieron por la población dejando oír melódicos pasodobles; mientras que la banda de música de Rojales ejecutó en la parroquia de la Inmaculada composiciones religiosas durante el oficio de la Santa Misa. Por la noche, ambas volvían a animar el paseo con piezas de concierto y bailables, muy concurridas y animadas.

El día 9 de agosto de 1902, a las 6 y media de la tarde, la banda de música de la Beneficencia, dirigida por Francisco Fresneda, dejó oír sus armoniosos acentos en el lugar llamado ‘Las Rocas’, lanzándose al aire en los intermedios bonitos globos aerostáticos, hasta el número de quince, construidos artísticamente por el torrevejense Francisco Ferrer Quesada, quedando todo lucidísimo. El lunes, 1 de septiembre, en la estación, se despidió la banda de Beneficencia de Murcia de la villa de Torrevieja. Por la tarde, mientras el ferrocarril estuvo detenido en la estación de Orihuela, ejecutó un alegre pasodoble de cornetas como muestra de saludo a aquella ciudad; la inmensa muchedumbre que llenaba los andenes aplaudió calurosamente.

Las fiestas de verano del año 1903 empezaron el 25 de julio y finalizaron el 30 de agosto, amenizadas por la banda Municipal de Torrevieja y la de la Casa de la Beneficencia de Murcia. En las noches del sábado y domingo, 25 y 26 de julio, la banda de Música Municipal, dirigida por el maestro Gil, amenizó el paseo de Vista Alegre estrenando una pieza titulada ‘La Virgen de la O’. Arcos formados con bombillas y focos de luz distribuidos iluminaban por todo el espacioso paseo, dándole un aspecto fantástico “de una de esas descripciones de ‘Las mil y una noches’, con sus hadas de incomparable belleza con vestidos vaporosos de delicados y extraños colores”.

“La deliciosa brisa que traía el mar parecía venir impregnada de mil delicadas esencias. Todo era luz, color y alegría, y mientras tan el ir y venir de la multitud, entre el ruido producido por la infinidad de voces que hablan, que ríen, mezcladas con el sordo murmurar de las olas, allá como muy lejos, se oían las armonías de la música…”.

Todos los días se fueron sucediendo conciertos y bailes en el paseo de Vista Alegre y en ‘Las Rocas’ amenizados por la banda Municipal de Torrevieja; además de las bandas música de Callosa de Segura, de Rojales, y la banda de Beneficencia de Murcia, dirigida por el maestro Fresneda que, el 1 de agosto, hizo su entrada a la población, siendo recibida en la estación del tren por el alcalde Rafael Sala; Eduardo Pardo, de la Diputación Provincial de Murcia; Salvador Gómez, presidente de la Comisión de Festejos; Manuel Moreno Carreño; Luís Mora; Manuel Capellán y otras distinguidas personas. La banda recorrió varias calles a los acordes de bonitos pasodobles.

La banda de música de la Casa de la Beneficencia de Murcia acompañando el cortejo fúnebre de una distinguida joven torrevejense. C. 1918. / Foto: A. Darblade – Colección de F. Sala

El domingo, 2 de agosto, a las 10 de la mañana se celebró la Santa Misa en la iglesia parroquial de la Inmaculada, asistiendo a ella la Banda de la Beneficencia de Murcia. Al levantar el sacerdote la Sagrada Forma, la repetida banda interpretó la Marcha Real.

El día 9, domingo, en el tren de la mañana hizo su entrada la banda de música de Callosa de Segura. Con los músicos vinieron muchos forasteros, hasta decir que en la estación del referido pueblo se vendieron 1.079 billetes de tercera. El recibimiento fue brillantísimo. Saliendo hasta la estación a recibirla la banda de la Beneficencia de Murcia. La aludida banda de Callosa entró tocando un magnífico pasodoble, dirigiéndose a las puertas de la Casa de la Villa. A la una de la tarde, Luís Mora obsequió con una suculenta paella al director de la banda callosina, Carlos Maciá y a otros amigos, entre los que se encontraba el marqués de Alcaráz.

Por la noche, en el paseo de Vista Alegre, la banda de Callosa de Segura alternando con la de la Beneficencia de Murcia ejecutó el siguiente repertorio: ‘Los voluntarios’ (pasodoble), ‘La sota de España’ (obertura), ‘Exposición de Londres’, ‘El molinero’ (vals), ‘Torre Eiffel’ y un pasodoble.

La de Murcia ejecutó las composiciones siguientes: pasodoble, ‘La Batalla de Inkerman’, ‘Tanda de valses’, ‘Dolores’, ‘Fátima’ (fantasía), poutpurri sobre motivos de varias zarzuelas, ‘Ideal’ (vals), ‘La guardia amarilla’ (pasodoble).

La banda de música de Callosa se marchó de Torrevieja en el tren de las once de la noche a su pueblo, muy satisfechos del recibimiento y las deferencias que les tuvieron en la villa.

El 1 de agosto de 1904, regresó a Torrevieja, un año más, la banda de música de la Beneficencia de Murcia, dirigida por el profesor Francisco Fresneda, recorriendo las principales calles de la población, tocando bonitos pasodobles. Por la noche, ejecutó el siguiente programa que gustó mucho al público que concurrió al agradable Paseo del Duque de la Victoria: ‘Cazadores ligeros’, pasodoble de Gascón; ‘Bella mazurca’, de Waldeufel; ‘Recuerdo de Alicante’, ‘Tanda de Valses’, de Cantó; gran mosaico de la ópera ‘Carmen’, de Bizet; ‘El puñado de rosas’ (dúo de Pepe y Rosario), de Chapí; y ‘Tenerife’, pasodoble de Roig.

En la noche del martes 2 de agosto, los músicos del Hospicio o Beneficencia de Murcia ejecutaron el programa siguiente: ‘El chaleco blanco’, pasodoble de cornetas, de Chueca; ‘Dalila’, mazurca, de Victoria; ‘La Estudiantina’, tanda de valses, de Waldteufel; potpurrí sobre motivos de ‘El Rey que Rabió’, de Chapí; ‘La mazorca roja’, canción del ‘Amolador”, de Serrano; y ‘Sevilla 33’, pasodoble.

El sábado por la noche del 6 de agosto, llegó la banda de música de Rojales, salió a recibirla la del hospicio de Murcia y acto seguido recorrieron las principales calles de Torrevieja.

El domingo, día 7, a las cinco de la mañana, discurrieron por la población dejando oír bonitos pasodobles. A las diez la banda de música de Rojales ejecutó en la parroquia de la Inmaculada diversas composiciones, mientras se oficiaba la Santa Misa. Por la noche, en el paseo del Duque de la Victoria ejecutaron diversas piezas las bandas de Rojales y de Murcia: ‘Cazadores ligeros’, pasodoble de cornetas, de Gascón; ‘La mazurca Roja’, canción del ‘Amolador’ de maestro Serrano; ‘La vida del marinero’, del maestro Ramírez; y ‘Tenerife’, pasodoble del maestro Roig.

El lunes, 8 de agosto, por la noche, la banda de la Beneficencia de Murcia desarrolló en el paseo del Duque de la Victoria las siguientes piezas: ‘Filipinas’, pasodoble, de Álvarez; ‘San ger luz’, polka, de Strauss; ‘La Estudiantina’, valses, de Hental; potpurrí de ‘El Rey que rabió’, de Ruperto Chapí; y cuplés del ‘Cangrejo’, de Lledó y Callejas.

Y así trascurrió el “verano musical” en Torrevieja, acabando la temporada el domingo, 28 de agosto, despidiéndose la banda de la Beneficencia de Murcia, dirigida por los señores Fresneda y Ramírez, con la interpretación de deliciosas piezas mientras se procedía al reparto de premios a los niños de las escuelas públicas de Torrevieja, en un acto celebrado en el teatro.

La banda de música de la Casa de la Beneficencia de Murcia en el Casino de Torrevieja, 28 de agosto de 1919. / Foto: A. Darblade – Colección de F. Sala

En el verano de 1905, además de las agrupaciones musicales anteriores, se sumaron las bandas de Crevillente y Catral, y en el verano de 1907, en un tren atestado de viajeros y con media hora de retraso, llegó a Torrevieja la banda de música ‘La Infantil’ de Almoradí y la banda de música de Callosa de Segura, que ya en el año anterior había dejado muy gratos recuerdos por la maestría, el gusto y la afinación con que interpretó las obras musicales. A partir de esas fechas, no se vuelve a tener noticias de la banda de la Misericordia de Murcia, aunque los días 13, 14 y 15 de agosto de 1910, fue contratada para amenizar los festejos veraniegos de Torrevieja la banda de música de Alquerías (Murcia), dando conciertos en la explanada del Casino, ejecutando obras escogidas, sobre todo pasodobles, con un repertorio muy amplio.

En 1914, de enero a junio, hubo un resurgir cultural en Murcia con la refundación de la banda de música de la Misericordia, que iba a dirigir el músico murciano Roberto Cortés. En junio de 1914, Fulgencio López, José María Mercader y Vicente Torregrosa, miembros de la comisión de festejos de Torrevieja, gestionaron la contratación de la banda de Misericordia para estar presente en la temporada veraniega. Gratos recuerdos guardaban todos de tan simpáticos como desgraciados niños y de los años que habían actuado en la villa salinera recibiendo los músicos, como siempre, el afecto y la hospitalidad de otros años. Los componentes de la banda disfrutaron de los baños y de un trato cariñoso, gozando a la vez que procuraron a esos pobres niños unos días de alegría que crecidamente pagaron poniendo a disposición del resto de veraneantes su arte y su trabajo.

En el tren de las once cuarenta llegó, el viernes 14 de agosto, la banda de la Misericordia de Murcia, que recibiendo con cariño a los pequeños artistas el pueblo de Torrevieja. Fueron alojados, como en otras ocasiones, en casa de particulares, recibiendo y gozando el tiempo que permanecieron en Torrevieja, toda clase de atenciones. El 30 de agosto, los pequeños componentes de la banda música de la Casa de Misericordia, dirigida por Roberto Cortés, después de verse satisfechos durante la segunda quincena de agosto, marcharon a Murcia haciendo su llegada tocando y siendo aclamados por el público con gran entusiasmo. Los pequeños músicos llevaban consigo la gratitud del pueblo de Torrevieja, donde habían sido aplaudidos, atendidos y considerados por las autoridades locales y por todos los vecinos en general. Estos muchachos, con su ida y estancia en Torrevieja, habían reanudado su historia con su presencia en los veraneos en la villa marinera, rememorando las estancias de los muchachos de las bandas de la misma casa benéfica que educaron y dirigieron anteriormente Acisclo Díaz, Francisco Fresneda y Ramírez. En el año 1914 fueron recibidos en las mismas casas donde aquellos se habían albergado en otros veranos, encontrándose con el mismo cariño que recíprocamente habían sellado con la promesa de volver a verse al siguiente año.

Los gastos que acarreó la estancia de la banda de Misericordia de Murcia a las arcas municipales fueron: por traer equipo de la banda, 2 pesetas; por el acarro de los atriles, 11 pesetas; gratificación a la banda, 150 pesetas; gratificación a los directores, 50 pesetas; por dietas a los directores, 205,25 pesetas; por billetes de ferrocarril para los componentes de la banda, 201 pesetas; por un telegrama 1,20 pesetas; por llevar el equipaje de la referida banda, 2 pesetas. No se olvidó el alojamiento de los músicos de la banda, si bien a los que los tuvieron en su casa no notaron el gasto que acarrearon, en cambio, por circunstancias especiales, se debía de pagar la manutención en una casa de comidas, resultando los primeros días de pensión por la no despreciable suma de ochenta pesetas.

En 1916, el 22 de julio, en el tren de las doce, llegó nuevamente a Torrevieja la banda de la beneficencia de Murcia, que amenizó los festejos de aquel verano, como los del siguiente de 1917.

Volvemos a tener noticias de la banda de Beneficencia con su llegada a esta villa el 24 de julio de 1919, habiendo en la población un entusiasmo grande por escuchar su variado repertorio. Amenizó la misa de once del día 25, festividad de Santiago apóstol, patrón de Torrevieja, en el templo parroquial de la Inmaculada que estaba totalmente atestado de fieles.

Al mes siguiente, el 28 de agosto, se celebró el bautizo del hijo de Juan Velasco y Concha Moreno que, aunque murcianos, les sobrevino su nacimiento en Torrevieja, teniendo lugar en la parroquia de Torrevieja. A las seis de la tarde, antes de la ceremonia, la banda de música de la Misericordia se situó ante el domicilio de la familia Velasco, ejecutando escogidas piezas de su repertorio, mientras que a los numerosos invitados al acto se les obsequiaba con un lunch en el que reinó la más franca y cordial alegría. La animación de los alrededores del domicilio de Juan Velasco fue extraordinaria llenándose de gentes la plaza y las calles cercanas a su domicilio. El bautizo se celebró en la iglesia parroquial de la Inmaculada, siendo padrinos el alcalde de la población, Rafael Sala García, y su esposa Josefa Mínguez Serrano, imponiéndole al niño el nombre de Rafael. A las ocho, los invitados se trasladaron al Casino, en donde se celebró un baile bajo los acordes de la banda de la Misericordia., cuyos músicos fueron obsequiados con dulces y licores.

En 1920, para la festividad de San Jaime, patrón de Torrevieja y día de la inauguración de la feria llegó, como en años anteriores la banda de la Misericordia de Murcia. Además de conciertos acordados con el Ayuntamiento, se ofreció a otros festejos de índole particular, como la fiesta organizada por los señores Tintoré, distinguidos veraneantes que obsequiaron, el miércoles 18 de agosto, a sus muchas amistades con una gran fiesta. Por la mañana acompañados de la banda de la Misericordia, asistieron todos los invitados a una función religiosa en el altar de la Purísima, patrona de Torrevieja. Por la tarde se verificaron delante de su casa, artísticamente adornada, un gran número de pasatiempos que agradaron a todos. Luego, después de cenar, se celebró una gran verbena amenizada por la banda., estando la calle adornada con farolillos y cadeneta con banderolas.

En la tarde del 26 de agosto, la banda de la Misericordia ejecutó bonitas piezas en el paseo de ‘Las Puntas’, con asistencia de numeroso público que aplaudió con entusiasmo. El 31 de agosto, como todos los años, regresó a Murcia la popular banda, al frente de Roberto Cortés, después de pasar en Torrevieja la temporada veraniega amenizando verbenas y los festejos que allí se celebraron. Por la tarde, a su llegada a Murcia, por las calles del trayecto, fueron tocando los jóvenes músicos bonitas composiciones, dando una nota alegre a la ciudad, después de haber estado dos meses contratada, los pequeños hospicianos salieron a recibir a sus compañeros.

A partir del año 1920, no he encontrado más noticias de la banda de la Casa de la Misericordia de Murcia en Torrevieja. Años después, en 1927, se fundó en la villa la Unión Musical Torrevejense, que ha perdurado hasta nuestros días, cerrándose el continuo venir a Torrevieja, durante los veranos de esta entrañable banda murciana.

(Publicado en “Torrevieja y la banda de música de la Casa de la Beneficencia de Murcia”, por Sala Aniorte F., págs. 461-472, en ‘Historias de la Bandas de Música de la Región de Música’. Ed. asociación de Cronistas Oficiales de la Región de Murcia. Mula, 2017)

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