POR JOSÉ ANTONIO FIDALGO SÁNCHEZ, CRONISTA OFICIAL DE COLUNGA (ASTURIAS)
El «antroxu», «antruejo», «antroido» (deformaciones fonéticas de la palabra de origen latino introito = entrada) está en puertas y con él toda esa avalancha de dulcerías que lo acompañan: fayueles, bollinas, panchón, torrexes (o torreyes)… Apolinar de Rato, en su Diccionario-Gramática bable» (finales del siglo XIX) define a las torrijas (torrexa o torreya) como «pedazo de pan frito». Y añade: «Se dan con miel en Carnaval y a las paridas».
Es curioso este detalle pues en los recetarios antiguos de cocina sefaradí (y recordemos que la expulsión de los judíos data de 1492) se habla de las «rebanadas de parida» (que en definitiva son torrijas) y que en zonas centrooccidentales de Asturias, como Boal o Pesoz, las «rabadas» son dulcería con que se obsequia a las parturientas.
Juan del Enzina, a finales del siglo XVI, ya cita a las torrijas con la palabra «torreja» (derivada del latín torrere = tostar, freir); y el Diccionario de Autoridades (Madrid 1739) de una definición muy correcta de este dulce: «Rebanada de pan mojada en vino u otro licor, rebozada en huevo batido y frita en manteca o aceite.
Antonio Díaz Cañabate, en «Historia de una Taberna», dice así: «La torrija no es nada; es un pedazo de pan frito con aderezo de leche y azúcar. Una torrija no se describe, se come, que es lo difícil, y se paladea, lo que aún es más complicado, y luego eleva uno los ojos al cielo, se bebe un vaso de vino, y después otra torrija, y otra, y otra, y los vasos de vino congruentes… Total, la gloria eterna».
Aconsejamos esta fórmula: Se calienta hasta casi hervor un litro de leche, se aparta del fuego y se le añade, a modo de infusión, corteza de limón y canela en rama; en esta leche, ya fría, se empapan las rebanadas de pan y, rebozadas en huevo batido, fríen en abundante aceite no demasiado caliente.
Se llevan a una fuente y se bañan con un almíbar hecho con agua, azúcar, canela y un chorro de vino blanco o, si se prefiere, con un vino oloroso (tipo PX u Oporto).
Han de quedar bien remojadas en este baño.
Por tierras del suroccidente asturiano y por toda Galicia, la miel es compañera de las torrijas. Lo decía la genial Rosalía de Castro: «Canta, meniña / con brando compas, / dareite una proia / da pedra do lar. / Papiñas con leite / tamén che darei; / sopiñas con vino / torrexas con mel».
Ustedes, como gusten.