POR JOSÉ ANTONIO FIDALGO SÁNCHEZ, CRONISTA OFICIAL DE COLUNGA (ASTURIAS)
Estos días mis amigas de Monterrubio de la Serena, comandadas por la entusiasta Ventura Romero Ariza, recuerdan con fotos y comentarios algunas de aquellas comidas, tradicionales en la comarca, cuyos ingredientes básicos eran «plantas silvestres» recolectadas en lugares sombríos, húmedos, siempre ricos en vegetación.
Entre estas plantas destacaban con singular interés las COLLEJAS y las ACEDERAS, o «aceras», que así también las llaman.
Les cuento.
Yo por «colleja» siempre entendí que era ese pequeño «coscorrón» que los maestros, y también los padres, daban a los niños (ahora recomiendan decir «criaturas» para evitar un lengua sexista) cuando cometían alguna travesura.
Fue en Granada cuando, invitado por la Facultad de Farmacia para leer una conferencia sobre el «hongo del te», me ofrecieron un REVUELTO DE COLLEJAS Y GAMBAS en la Residencia que la Universidad granadina destina a profesores invitados.
Me sorprendió lo de las collejas y, ¡claro!, a estudiar ese asunto.
La colleja (Silene vulgaris L., es una planta silvestre, frecuente en lugares sombríos y húmedos como riberas de riachuelos y arroyos, zonas de arbolado, etc., cuyas hojas tienen un sabor muy parecido al de las espinacas y, como ellas, son ricas en vitamina C.
Suelen prepararlas en algunos potajes (por ejemplo, en guiso de garbanzos con bacalao y collejas), pero, por lo que se (que es muy poco), su principal destino culinario es en tortilla o en revuelto.
Háganlo así: Cuezan (bastan unos hervores) las hojas de colleja en agua con sal; sáquenlas, escúrranlas y aplástenlas un poco con un tenedor. Si lo prefieren, en vez de cocerlas póchenlas en aceite más bien templado.
Aparte, preparen al ajillo una colas de gambas o de langostinos y súmenlas a las collejas.
Batan unos huevos y con ellos, las collejas, y unas patatas fritas para tortilla «normal», cuajen una tortilla o un revuelto, según gusten.
La acedera (Rumex acetosa L.), también llamada «acera» y “planta vinagrera» es otra planta silvestre, frecuente en lugares sombríos u húmedos como la colleja, cuyas hojas, ricas en hidrogenooxalato de potasio, tienen un cierto sabor agrio (recuerdan al vinagre; de ahí su nombre) y se destinan especialmente a complemento de ensaladas con otros ingredientes.
Se dice que estimulan el apetito, son diuréticas y remedio eficaz para picaduras de avispas y abejas si con ellas se frota enérgicamente el lugar de la picadura.
NOTA.- En Asturias, que yo sepa, desconocemos las collejas. Pero para hacer una buena tortilla parecida a la que comentamos, bien podemos utilizar hojas muy tiernas de ORTIGAS (Urtica dioica); que esa sí fue tradicional en el Principado (cosa que muchos asturianos ignoran).