TRADICIÓN NO CELEBRADA. JUEVES DE COMADRES 2021.
Feb 27 2021

POR GUADALUPE RODRÍGUEZ CEREZO. CRONISTA OFICIAL DE MADRIGALEJO (CÁCERES).

Llegó el 11 de febrero de 2021, una fecha que estaba marcada en rojo en el calendario laboral de Madrigalejo, por ser fiesta local. En tal día caía este año el “Jueves de Comadres”, una fiesta gorda que los vecinos esperan con entusiasmo cada año. Sin embargo, en esta ocasión, no hemos podido disfrutar de su día a causa de la pandemia del COVID-19, como tantas otras fiestas y celebraciones públicas y privadas desde que comenzó la enfermedad.

Y es que la esencia de esta fiesta es la confraternidad, la convivencia, las relaciones sociales, la reunión de “comadres” y también de “compadres”, el compañerismo, la hermandad, la amistad… en definitiva, todo lo que es incompatible con lo que marca la “distancia social” que debemos guardar para prevenir los contagios por coronavirus.

Por esta razón, el Jueves de Comadres de este año ha sido especial. No hemos podido juntarnos en la Estación como es costumbre. Sin embargo, lo hemos tenido presente y se ha vivido de otra manera, por otros medios y con las herramientas propias de nuestros días.

¡Cuántas tortillas, chuletas empanadas, rebozados, patateras y demás productos de la matanza se pusieron en las mesas de los madrigalejeños ese día! Tampoco debió faltar el vino de pitarra del año para acompañar tan suculenta comida. Y… ¿Quién no cantó el “Cura de la Conquista” y el “Adiós Carnaval”?… Se sacaron los mantones de cien colores y se vieron mascarillas con el estampado propio de los pañuelos tradicionales. Muchos de estos gestos se compartieron y se vieron en las redes sociales, lo que hizo que fuera una confraternización virtual. Una buena manera de acercarnos unos a otros en un día tan especial.

Además, el Ayuntamiento ha creado un espacio dedicado al “Jueves de Comadres” en la Plaza de España; un espacio que está compuesto por dos obras de arte: un mural y una escultura. Es una iniciativa que enriquece nuestro patrimonio material, al mismo tiempo que afianza nuestro legado intangible, haciendo que esté presente durante todo el año la fiesta más genuina que heredamos de nuestros ancestros. Este espacio se complementa con un texto informativo que puede leerse en un plóter.

Un gigantesco pañuelo de cien colores

El artista madrigalejeño Jónatan Carranza “Sojo” es el autor del mural que representa al “Jueves de Comadres”, cuyo soporte es una pared de la Plaza de España. El artista nos introduce en el “Jueves de Comadres” a través de un gigantesco pañuelo, doblado en pico, que se extiende, desde el tejado, por toda la fachada, desplegando todo su colorido. Es una de las prendas tradicionales que las mujeres –las comadres- llevaban en la fiesta: el “pañuelo o mantón de cien colores”. En el mural, Jónatan juega con el contraste del sobrio portalón y de la ventana frente a la pared multicolor en la que se encuentran incrustados, de tal manera, que el pañuelo realza el marco de los vanos, creando un original conjunto.

¿Por qué el pañuelo de cien colores? Porque es una prenda que representa a la tradición, a la mujer y a la fiesta. El mantón o pañuelo de cien colores es una de las piezas más llamativas del traje regional femenino extremeño. Está fabricado en lana prensada, muy fina, y teñida con unos característicos estampados, entre geométricos y vegetales, de múltiples y vistosos colores. La forma del pañuelo es cuadrada. La mujer extremeña se lo coloca con gracia, doblado en pico, sobre sus hombros y cruzado en el pecho.

La mujer guarda celosamente su pañuelo de cien colores en el baúl, más aún si ha sido heredado de su madre o de sus abuelas. Era -y es- el complemento ideal para lucir el Jueves de Comadres. El traje regional es incómodo para llevarlo todo el día en el campo, pero, no por ello, las mujeres iban a prescindir del pañuelo de cien colores, ya que la vistosidad de sus colores realza la belleza femenina.

Un peculiar caballo

Junto al mural se encuentra la escultura de un caballo de hierro forjado. Es obra del artista extremeño Jesús Díaz Montero, “Machaco”, pintor y escultor natural de Coria. Entre sus obras más conocidas, está la estatuilla de la diosa Ceres, con la que se galardona a quienes reciben los “Premios del Festival Internacional de Teatro Clásico de Mérida”.

Esta escultura está concebida entre el realismo y la abstracción. Mientras su contorno se perfila como un hermoso y elegante caballo, la figura está compuesta por un conjunto de piezas y huecos que van encajando, como si de un puzle tridimensional se tratara, dejando ver su interior vacío. El resultado final es una escultura horadada y ligera, en la que los huecos y la materia son complementarios, como la realidad y el sueño, y en cuyo interior, como dijo el artista en cierta ocasión, “hay un lugar donde dormir”1.

En una de las piezas que conforman la escultura podemos encontrar la firma del autor, “Machaco”. Y en otras dos, colocadas en espacios diferentes, podemos ver que el comitente es el Ayuntamiento de Madrigalejo, a través de su escudo.

El caballo es un elemento esencial en la celebración del Jueves de Comadres. Tradicionalmente, quienes salían al campo a celebrarlo se desplazaban en cualquier tipo de caballería, ya fueran burros, mulos, yeguas o caballos, además de carros, carretas y carrozas.

Los vecinos tenían sus animales de trabajo y, cuando llegaba el “Jueves de Comadres”, les ponían la jáquima de fiesta –una especial que solo sacaban ese día-, la mejor manta y los adornaban, ya fuera con madroños o con cintas de papeles de seda de colores. Los carros y carrozas también eran engalanados con lo que más a mano tuvieran, como ramas de árboles y arbustos. En la actualidad, el caballo es el rey del Jueves de Comadres.

El plóter

Al mural que representa el pañuelo de cien colores y a la escultura del caballo, le acompaña un texto informativo de la tradición del Jueves de Comadres en un plóter, que dice lo siguiente:

“No solo una tradición , es un sentimiento”

En Madrigalejo, celebramos el “Jueves de Comadres” desde tiempo inmemorial, el jueves anterior al Miércoles de Ceniza. Era la fiesta de las mujeres, con la que daba comienzo el Carnaval.

Hacia la mitad del invierno, en febrero, cuando el frío más crudo quería ir dejando paso a una incipiente primavera, cuando la matanza ya estaba curada y antes de que la Cuaresma llegara con sus restricciones de penitencia, los vecinos de Madrigalejo disfrutaban del “Jueves de Comadres”. Desde muy temprano, salían con sus caballerías y carros engalanados para ocupar las calles haciendo las rondas, al son de las coplas del Carnaval. Las mozas, bien acicaladas con el pañuelo de cien colores sobre los hombros y las flores de papel en el pelo, se disponían a disfrutar de uno de sus mejores días de

fiesta, en el que – ¿quién sabe? – podrían encontrar su media naranja. A media mañana, agrupados en lo que llamaban “corralás”, montados en burros, mulos, caballos y carros, iban desfilando hacia el campo, para comerse allí la “merienda”.

Antiguamente no había un lugar definido donde pasar el día; cada corralá iba a un paraje diferente. Después, poco a poco, se fueron concentrando en la ribera del río Pizarroso. Y cuando se construyó la estación del ferrocarril, se aprovechó la gran explanada para reunirse allí. Desde entonces, el “Jueves de Comadres” se festeja en la estación.

En el lugar elegido, se extendía la manta trapera, donde colocaban las fiambreras abiertas, con las mejores viandas de la matanza: la patatera, el chorizo, los torreznos, las costillas y el lomo adobado. Tampoco podía faltar la tortilla, en todas sus variantes, de patata, de espárragos, de pimiento o de espinacas. Además, la bota de vino de pitarra tenía que correr con frecuencia entre las manos de unos y de otros para llevar su gustoso caldo a la boca. También los dulces, como perrunillas, bollas de chicharrón, “escaldaíllos” o flores, estaban presentes en aquel improvisado mantel. Todo ello se degustaba en buena convivencia, amistad y fraternidad.

Cada “corralá” llevaba su acordeón para animar el día, pues la música y el baile siempre estuvieron presentes en el “Jueves de Comadres”. En otros tiempos, se bailaban “jotas”, especialmente las coplas que se refieren al Carnaval. En la actualidad, la música y el baile siguen estando presentes como parte esencial de la fiesta, aunque ya animada por una orquesta y música de todo tipo.

Ya cuando la tarde iba de caída, se recogían los bártulos y todos juntos iban entrando en el pueblo, haciendo otras rondas por las calles, con las que remataban la jornada.

La fiesta ha ido evolucionando, pero la esencia que nos llega de la tradición sigue viva: día de convivencia en el campo, en el que se disfruta de buen comer, de música, de baile, de los caballos y, en definitiva, de la fiesta.”

Documental “Jueves de Comadres- Madrigalejo”

Además de todo lo anterior, el “Jueves de Comadres” también ha estado presente mediante un documental realizado por Ser o no Ser Comunicación y dirigido por Juan Pedro Sánchez para el Ayuntamiento de Madrigalejo. Un buen número de vecinos de todas las edades y algunas asociaciones han participado en él. Es un bonito reportaje, en el que se han cuidado mucho los detalles, la fotografía, la música y el montaje. Transmite de forma muy entrañable lo que es la esencia de la fiesta, la tradición, el folklore, la gastronomía, de tal modo que nos ha hecho revivir, en este año tan anómalo, el “Jueves de Comadres” que no hemos podido celebrar.

El documental puede verse en el siguiente enlace. https://youtu.be/TncCl1NOavE

Para concluir, solo queda decir que la pandemia y sus consecuencias quedarán marcadas en nuestra memoria y, entre esos recuerdos, perdurará el del Jueves de Comadres que no pudimos festejar y que, de una forma muy especial, tuvimos muy presente y quedando para la posteridad

 

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