POR MARI CARMEN RICO NAVARRO, CRONISTA OFICIAL DE PETRER (ALICANTE)
El día 18 de julio de 1957, fue un caluroso día festivo y uno de los más señalado en el calendario en lo que a vacaciones estivales se refiere. Un día en el que hace ya algunos años se cobraba la paga extra, otorgada con la finalidad de que los españoles pudiesen celebrar la Fiesta de Exaltación del Trabajo, que se conmemoraba ese día –y no en mayo– por ser el aniversario del golpe de Estado de 1936.
Ese jueves, de hace hoy 63 años, el pueblo de Petrer amaneció alegre y risueño, limpio de malos presagios. El joven petrerense José Poveda Bernabé, Pepe “Xura”, con un grupo de amigos de distintas edades, entre los que se encontraba su novia, un matrimonio con sus hijos y un amigo de Alcoy de quien era el coche decidieron pasar el día en una playa tranquila. Ya el domingo anterior, habían salido con el mismo plan y, en vista de la gran aglomeración de bañistas que había en las playas de San Juan, Alicante y Santa Pola, habían decidido buscar otra menos concurrida, con alguna pinada. Y eligieron el Pinet, entre Elche y Alicante, como playa excelente, tranquila y con un gran pinar a sus espaldas.
Y hacia allí se dirigieron. Salieron a las 10 de la mañana en el coche del alcoyano, con el almuerzo y la comida preparados, a las 11:30 se estaban despojando de la ropa para el primer chapuzón y a las 11:45 ocurrió la tragedia. José Poveda se metió en el mar, seguido de una de las chicas, y ésta notó inmediatamente como el mar la arrastraba hacia dentro por la corriente, a pesar de no ser mala nadadora. Llena de angustia al no poderse evadir de esta fuerza que la arrastraba, gritó pidiendo socorro, mientras unos metros más allá luchaban también por salir Poveda y otro bañista.
A su demanda de auxilio acudió el señor de Alcoy que, tras ímprobos esfuerzos, consiguió rescatarla. Entre tanto se aglomeraba el personal en la playa, y se echaban algunos al agua con cuerdas que tendían a los muchachos sin que éstos pudieran agarrarse a ellas. Al fin fue sacado uno de ellos con vida aún, pero fue imposible hacerlo reaccionar, a pesar de los esfuerzos realizados por los presentes, entre ellos dos médicos, que le practicaron la respiración artificial y cuantos auxilios se emplean en estos casos. Todo fue inútil y a los pocos minutos dejaba de existir Manuel Galváñ Giménez, de 38 años, casado y vecino de Elche.
Y, mientras tanto, el joven petrerense había desaparecido, la angustia era cada vez mayor y, una hora y media después, su cadáver fue devuelto por las olas.
La madre de José Poveda, Encarnación Bernabé Iborra, una mujer viuda, vivía feliz dentro de su pobreza en una casa de la calle Independencia hasta este terrible suceso. Él ahogado tenía 24 años y era el mayor de tres hermanos, Manolo el segundo cumplía en esos momentos con el servicio militar en Mahón, y el pequeño, Carmelo, de doce años padecía del corazón. José, conocido por todos como “Xura”, trabajaba como zapatero en la fábrica de calzado de Juan Gómez Rivas, en Elda y era el principal y casi único sostén de la casa. Era un chico simpático y apreciado por todos, también en el trabajo por todos sus compañeros. También tocaba el clarinete en la banda Unión Musical de Petrer y jugaba como futbolista en el U.D. Petrelense C.f.
La ceremonia del sepelio fue impresionante y multitudinaria y constituyó un homenaje público de cariño y afecto hacia el finado. Todo Petrer participó con emoción y sentimiento en el acto de acompañar sus restos al cementerio, y gran número de eldenses se sumó también a la triste despedida. En primer lugar la fábrica Gómez Rivas, que acudió en pleno, además de futbolistas, músicos y gran número de amigos. También la banda Unión Musical acompañó al cadáver y ocho hermosas coronas le fueron ofrecidas. Era tal el gentío que se reunió para darle el último adiós que fue llevado a hombros hasta el cementerio y los portadores se iban renovando cada dos minutos, dado el gran número de amigos que esperaban su turno.
Como gesto noble y solidario sus compañeros de la fábrica eldense de común acuerdo entre obreros y patronos trabajaron un día en beneficio de esta familia tan cruelmente azotada por la desgracia.