POR ANTONIO BRAVO NIETO, CRONISTA OFICIAL DE MELILLA.
Buscaba algo que decir en este día de la mujer, y la verdad, es que no se me ocurre algo mejor que lo que dije hace un año. Así que lo reproduzco, pidiendo perdón por repetirme. En esta imagen tres generaciones de mujeres de una de las ramas de mi familia: mi bisabuela Antonia, mi abuela Concha y mi madre Adela.
Felicidades en el día de la mujer.
Y no sabía yo qué escribir en este momento. Quería huir de las imágenes prefabricadas, de los mensajes edulcorados y de la doctrina del neo-progresismo sectario que nos atenaza.
Así que he decidido recordar a las mujeres más importantes de mi vida, y lo que me han aportado, en el sentido de poder entender su papel, su sufrimiento, sus esfuerzos y sus anhelos. ¡A poca cosa aspiro¡
Mi bisabuela María que se arriesgó a ser la primera melillense, en tiempos muy duros, durísimos, a mis abuelas Concha y Candelaria, que supieron ser la columna vertebral de sus familias (porque ambas se quedaron viudas demasiado pronto, y tuvieron que ser el soporte de sus familias), y supieron luchar y ser respetadas con toda honestidad. Toda mi admiración para ellas, porque no eran los tiempos actuales (subvencionados y fáciles), eran tiempos duros de verdad. Tampoco pertenecían a ninguna élite (algunos hoy día no saben lo que eso significa, pero mis abuelas eran, lo digo con total orgullo, casi analfabetas). Eran personas humildes, trabajadoras, que podrían enseñar mucho, muchísimo, de feminismo. Porque eran ambas, con sus diferencias, sabias, y las dos atesoraban conocimientos que para mí querría, en estos tiempos.
De mi madre, Adela, el eslabón que me conecta con ese pasado, y con el futuro. Su sabiduría, y buen hacer, y saber defender su papel, su vida. Mi madre me enseñó mucho, todo, y su forma de ser es el mejor legado, aunque me faltaría todo el tiempo del mundo para transcribir su sabiduría.
Mi mujer, Soco, mi compañera de vida, la persona a la que elegí (y ella a mí más bien) representa la transición entre un mundo machista a una realidad más cercana, más real. Toda una reconversión siempre en marcha, pero sobre todo un enlace con la realidad, con los tiempos que vivimos, aceptando los que hemos vivido y, sobre todo, los que nos quedan por vivir: el futuro.
Y mi hija, Raquel, que ha sabido centrarme en 2021, con los problemas de una joven y mujer en los tiempos futuros, sus problemas, sus cortapisas, esfuerzos. Pero … siempre será el futuro. Por eso me miro en ella. Por eso, será mi visión de la mujer en la actualidad, ella me enseñó cosas que yo ignoraba de mi ciudad, y a veces, de forma no fácil.
Mi sincero homenaje para la mujer melillense, y como hay que empezar por la experiencia propia, mi sincero homenaje para las mujeres que han formado parte de mi vida.