POR JOSÉ ARENAS ROPERO, CRONISTA OFICIAL DE LA CIUDAD DE LOJA (GRANADA)
En cierta ocasión dijo D. Antonio Cánovas del Castillo, “… un pueblo que olvida su historia está condenado a repetirla…”, frase que se repite con frecuencia entre nuestros políticos, aunque en verdad a muchos les interesa poco, ya que están olvidándola en muchos aspectos y sobre todo en lo relativo a la unidad de España.
Desde los principios del siglo XX, España y Francia se reparten parte del Magreb, dejando al actual reino de Marruecos dividido en sendos protectorados, esta división trajo como consecuencia una serie de acciones bélicas que culminaron con la victoria sobre las tribus rifeñas de las tropas españolas en 1927, por el general Primo de Rivera. Es la denominada GUERRA DE AFRICA, guerra no deseada por los españoles, ya que no estábamos preparados militarmente sino que además nuestra economía no se lo podía permitir y además el pueblo no la quería, hubo crisis políticas por tal medida manifestaciones populares por llevar a los soldados de reemplazo y otras muchas razones en las que no me voy a entrar, hicieron de esta guerra una terrible secuencia de hechos en la que murieron muchos españoles y fuimos vencidos en varias batallas sobre todo por el rifeño Abd el Krim en Annual, 1921.
El Protectorado español, además de ser más pequeño que el francés era el más abrupto del territorio marroquí, estaba habitado por las tribus más sanguinarios del norte africano y para mantener el orden entre las kábilas o kabilas, las tropas españolas necesitaban mucho apoyo logístico del cual se carecía en esa período, ello trajo consigo que muchos puestos conquistados un día al siguiente fueran aniquilados por los ataques inesperados en lugares muy difíciles para la defensa.
En este contexto, incluso las ciudades españolas de Ceuta y Melilla, se vieron en ocasiones atacadas por estos rifeños conocedores del territorio y adaptados a la geografía local. En estos años concretamente en 1913 el día 24 de julio, un lojeño, JOSE MARÍA FERNANDEZ DE CORDOBA Y PALOMARES, Teniente 2º del Regimiento de Córdoba núm.10, muriera heroicamente defendiendo un puesto avanzado en el Rincón de Madik, junto al rio Smir, en Ceuta, como consecuencia de estos hechos, le fue concedida LA CRUZ LAUREADA DE SAN FERNANDO, a título individual por acuerdo del Consejo de Guerra y Marina, celebrado el día 10 de junio de 1916.
Conocidos los hechos en Loja, el Ayuntamiento en Pleno, acuerda el día 4 de agosto de 1913, dar su nombre a la calle donde nació el laureado y colocar una placa conmemorativa en la casa familiar. Ninguno de los acuerdos se cumplió. Los motivos pudieron ser políticos ya que hubo cambio de gobierno, división del partido conservador en dos, mauristas y los idóneos de Dato, haciendo lo mismo los liberales al escindirse los seguidores de Romanones frente a los de García Prieto, pierden la mayoría los liberales y el Rey entrega a Eduardo Dato la disolución de las Cortes, nuevas elecciones generales en octubre de 1913. Ante la situación a nivel nacional los políticos locales, obviamente, se dividen y se olvida el tema que nos ocupa.
En la década de los 70, el alcalde propone a la Corporación la nueva denominación de la llamada cuesta de Triperas, por “calle del laureado Fernández de Córdoba”, que estuvo rotulada hasta la década de los 80, en la que el nuevo ayuntamiento democrático, quizás por desconocimiento, acordó se rotule con el nombre de Calle ZACATIN, olvidando que uno de sus hijos, militar, pasó sus últimos años con nosotros y hoy su viuda y nietos, son ciudadanos lojeños, además de otros familiares.
Hace DOS AÑOS, se cumplía el centenario de la muerte de este héroe de la Guerra de África.
Sería conveniente que las autoridades locales que reconociendo los méritos de este ilustre lojeño que dio su vida en defensa de sus compañeros y por supuesto de su patria para que cumplan los acuerdos de dos corporaciones municipales y repongan lo que en estricta justicia se merece este olvidado laureado, José María Fernández de Córdoba, que junto con Ramón María Narváez y Campos, I duque de Valencia, laureado por primera vez, siendo teniente, por su arrojo y valentía en la toma del castillo de Castellfullit, luchando contra los franceses en 1822 y, otro general llamado Francisco Antonio Narváez y Borghesse, conde de Yumuri, en la Guerra de Emancipación Americana, en 1822, por su valor en los altos de Pozocucho y por la victoria en Ica, fue condecorado con la Cruz Laureada de San Fernando, del cual hablaremos, con más detenimiento en otra ocasión.
Tres lojeños, poseen el más alto honor que un militar puede obtener, pero dos de ellos son desconocidos para la gran mayoría de sus paisanos, ¿por qué no le damos el reconocimiento que se merecen?
Este año, con motivo del 500 Aniversario de la muerte del Gran Capitán, Gonzalo Fernández de Córdoba, quien estuvo en Loja, como Alcaide y Gobernador durante los últimos años de su vida, de 1508 a 1515, se acordó testimoniar a estos Tres Laureados, entre ellos a un descendiente del Gran Capitán.
En el Parque de los Ángeles y en un lugar destacado, el pasado día 6 de diciembre, día de la Constitución, en un recinto rodeado por dieciséis columnas, se ha colocado centrando este espacio, un pequeño obelisco de mármol blanco de Macael, de unos cuatro metros de altura.
Lleva en su base triangular, en cada una de las tres caras de esa pirámide truncada, el escudo de la ciudad, en otra cara la Cruz Laureada de San Fernando y en la tercera el acuerdo municipal de tal evento a los tres héroes locales, igualmente una foto de cada uno de los laureados, con su nombre, en cada una de las caras de este pequeño monumento, que ha sido diseñado por este Cronista, fue testigo del Pleno municipal, donde los tres grupos políticos celebraron el Día de la Constitución Española de 1978.
Tras la ceremonia de depositar una Corona de laurel con dos cintas con las banderas de Loja y España, portada por los nietos y bisnieto del laureado José María Fernández de Córdoba, dos de ellos militares, junto con el alcalde, acompañados por la Corporación, autoridades militares de la guardia Civil, familiares del laureado y público asistente, se interpretaron los himnos de Andalucía y España, por la Banda de Música de Loja, terminando el acto oficial.
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